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Una emigración rentable

Las empresas españolas aumentan el traslado de su producción para abaratar costes y elevar su competitividad

La deslocalización industrial, un fenómeno característico de las economías industrializadas y con una fuerte implantación en el exterior, empieza a ser también una práctica común entre las empresas españolas que buscan, a través de operaciones de traslados parciales de la producción, abaratar costes y fortalecer su posición competitiva ante la creciente globalización de los mercados.

Los destinos más interesantes para instalar los nuevos centros de producción son los países europeos candidatos a la ampliación de la UE

En un contexto de crisis económica internacional, agravado por la caída de la demanda en las principales economías europeas, la estrategia de la deslocalización se ha consolidado ya como práctica habitual entre las industrias intensivas en mano de obra y, dentro de ellas, en tres sectores esenciales: automóvil, calzado y confección textil que, en conjunto, aportan en torno al 8,5% del PIB, el 13% del empleo y el 30% del total de las exportaciones españolas.

El objetivo que se persigue es, fundamentalmente, rentabilizar las inversiones a través de costes más baratos en la mano de obra, el suelo y los servicios, además de la obtención de atractivos beneficios fiscales, derivados de los incentivos que los países emergentes están introduciendo en sus legislaciones para atraer inversiones extranjeras.

En base a estas consideraciones, los destinos más interesantes para instalar los nuevos centros de producción son los países de Europa del Este candidatos a la ampliación de la Unión Europea y el norte de África y, más concretamente, Marruecos, país en el que están instaladas ya cerca de 900 empresas españolas. Unos destinos que a los atractivos mencionados añaden la ventaja de la proximidad geográfica que permite reducir el tiempo y los costes del transporte del producto elaborado.

Sectores pioneros

De los sectores mencionados, textil y confección ha sido los pioneros en el proceso de deslocalización que, con datos del Consejo Intertextil Español, afecta ya a unas 400 empresas, entre ellas a todas las más renombradas en esta actividad industrial, como Zara, Mango o Pulligan. Marruecos es el destino prioritario escogido por los empresarios del textil y el trabajo que se ejecuta fuera de nuestras fronteras supone en la actualidad el 30% de la producción total del sector de confección.

Se trata de "concentrar los traslados de producción en aquellos productos en los que la clave de la venta es el precio, mientras que se mantienen en España los productos más sofisticados, con mayor valor añadido y margen comercial, además del marketing", afirma el presidente del Consejo Intertextil, Joan Canals, quien se muestra firmemente convencido de que "la internacionalización es la gran apuesta de futuro del sector porque los puestos de trabajo que estamos creando fuera nos permiten asegurar los empleos que tenemos dentro". Recuerda, a este respecto, cómo el año pasado, "en el que cerraron algunas empresas emblemáticas, la producción española del textil ha caído un 6,3% y se han perdido 120 empresas y 10.000 empleos, de los que una parte podrían haberse evitado con procesos de adaptación a las nuevas necesidades de flexibilidad, tecnología y competitividad que exige la demanda".

Un planteamiento, este último, que comparten también los sindicatos representativos del sector y que corrobora Rafael Calvo, presidente de la Federación de Industrias del Calzado Español (FICE), para quien la implantación en el exterior "es la única fórmula que garantiza la supervivencia y el mantenimiento de los puestos de trabajo, frente a la competencia de los productos de inferior calidad, pero mucho más baratos, de los países subdesarrollados".

Marruecos, Rumania y Turquía son los destinos más atractivos para los industriales del calzado, aunque Rafael Calvo matiza que "internacionalizarse no es sólo fabricar el producto o parte del mismo en el exterior, sino también establecerse de forma permanente en un país extranjero para conseguir el mejor aprovisionamiento de materias primas, la mejor financiación y los mejores sistemas de distribución".

Mayor incidencia tienen las deslocalizaciones en el sector del automóvil, donde la decisión de la multinacional Volkswagen de trasladar el 10% de la producción del Seat Ibiza de la factoría barcelonesa de Martorell a Bratislava (Eslovaquia) y el anuncio hecho por el grupo PSA de instalar una nueva planta en la ciudad, también eslovaca, de Trnva, abren una vía que, de generalizarse, supondrá un grave quebranto para la economía española a la que la industria de automoción aporta, por sí sola (incluido los componentes), el 6,3% del PIB, el 11% del empleo y el 21% de los ingresos por ventas en el exterior.

"Unos salarios entre cinco y ocho veces inferiores a los españoles, una mano de obra con formación técnica muy elevada y unos incentivos fiscales mayores que los nuestros a las empresas que se instalen en sus territorios" son, en opinión de Vicente Rodríguez Nuño, técnico de la Dirección General de Fondos Comunitarios del Ministerio de Hacienda, los motivos que impulsan estas desinversiones o desvíos de proyectos hacia Europa del Este.

El hecho de que la fabricación española de automóviles esté en manos de multinacionales extranjeras hace aún más vulnerable a este sector ante posibles deterioros de la competitividad o incentivos estatales que, como en el caso de las Zonas Económicas Especiales (ZEC) de Polonia, las ayudas públicas pueden alcanzar hasta el 50% de la inversión, acompañadas de la exención fiscal en el impuesto sobre la renta para los beneficios obtenidos, durante 10 años.

Una amenaza que reconocen los propios responsables del sector que, además del riesgo de desinversiones hacia los países de la ampliación, advierten del peligro de traslado, hacia estos nuevos socios en la UE, de la industria auxiliar y de componentes, una de las actividades industriales más dinámicas e internacionales de nuestra economía, y cuyo volumen de negocio depende, habitualmente, de la cercanía al fabricante y, por tanto, de su capacidad para trasladar los centros productivos allí donde las multinacionales deciden instalarse.

Incentivos a las nuevas inversiones

La estrategia de implantación de las empresas españolas en Europa del Este se ve favorecida, además, por la política de apoyos a la internacionalización del Ministerio de Economía, que ha declarado a los países de la ampliación como "destino prioritario".

En esta línea, la Secretaría de Estado de Comercio ha impulsado la puesta en circulación de una línea de capital inversión, de 110 millones de euros, para financiar, a través de participaciones en el capital, las inversiones en Europa del Este. Estas ayudas se instrumentarán a través de los fondos para inversiones en el exterior (Fiex y Fonpyme), que gestiona Cofides, empresa de financiación dependiente del Ministerio de Economía.

Además de estos apoyos financieros y de ampliar la cobertura del seguro de crédito a la exportación para todos los países de la zona, la Administración comercial española trabaja también en la elaboración de planes especiales de apoyo a las inversiones en el Este de las empresas de electrónica de consumo y de automóvil. Se van a reforzar también los planes de promoción de otros sectores, denominados "de oportunidad", entre los que se encuentran las infraestructuras, transporte, energía, gestión medioambiental, agricultura, turismo e ingeniería y consultoría. Para este último está previsto abrir una línea de 10 millones de euros con cargo al Fondo de Estudios de Viabilidad (FEV), incluido en el Fondo de Ayuda al Desarrollo.

Por lo que respecta a Marruecos, la normalización de relaciones impulsada por el nuevo primer ministro de Rabat, Driss Jettu, va a impulsar también una mejora de los incentivos para la instalación de empresas españolas en el norte del país magrebí, especialmente en los sectores de turismo, obras públicas, telecomunicaciones y textil, considerados prioritarios por el Gobierno marroquí.

Ambos Gobiernos estudian también la posibilidad de abrir una ventanilla única para agilizar la tramitación de las inversiones españolas, y de firmar un nuevo convenio (sería el cuarto) de conversión de la deuda oficial marroquí en inversiones privadas. También desde la Unión Europea se están potenciando los proyectos en Marruecos a través del programa MEDA de cooperación euromediterránea, que prevé un desembolso de fondos para el Reino alauita de 145 millones de euros para este año, de los que 40 millones se destinarán a financiar un programa para reforzar las fronteras, y de 155 millones en 2004.

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