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Israel vive sumido en una grave crisis económica

La profunda crisis económica en la que está sumido Israel desde finales de 2000, debido a la mala coyuntura global, la inseguridad provocada por la Intifada, la respuesta del Ejército y la caída del turismo, se ahonda cada vez más. Aprovechándose de esta desastrosa situación, el ministro de Hacienda, Benjamín Netanyahu, parece haber conseguido vencer progresivamente la intransigencia de los sindicatos, que veían el plan del ministro como un peligro para el Estado de bienestar.

A la tasa de paro, que ya supera el 11%, hay que añadir unas modestas expectativas de crecimiento para este año, que oscilan entre el 1% y el 1,5 %, bajísimas en comparación con la media experimentada durante los años del proceso de paz de Oslo, entre 1994 y 2000, cuando fue del 5,5%, según las estadísticas oficiales.

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Los malos indicadores macroeconómicos son a su vez el reflejo de la pésima coyuntura que atraviesan las empresas, sobre todo las pequeñas y medianas, con una más que limitada capacidad de respuesta ante la crisis.

Sus manifestaciones se hacían patentes la pasada semana, en la que se registraban al menos tres suicidios en los que el principal móvil parecía ser el fracaso en los negocios. El más sonado era el del hermano del escritor Ehud Manor, galardonado con el Premio de Israel de Literatura (que se otorgan anualmente en varias disciplinas con motivo del Día de la Independencia). Empresario del sector del catering, se quitó la vida después de suspender pagos y entrar en bancarrota.

Aunque Israel tiene la suerte de contar con el apoyo del Gobierno de EE UU, del que recibe periódicamente créditos de varios billones de dólares, y de transferencias millonarias de donantes privados para todo tipo de proyectos, la Hacienda pública de este país se encuentra exhausta.

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Por este motivo, desde que asumió el cargo a principios de año, el ex primer ministro y ex titular de Exteriores, Benjamín Netanyahu, comenzó a trabajar en un plan de austeridad que al final parece que va a ser aceptado por los sindicatos. Aunque para ello el ministro se ha visto obligado a hacer algunas modificaciones al plan original, después de que tuviera lugar una huelga general de varios días, muy seguida en el sector público, pero no en el privado.

Tras más de 20 horas de debate, la Comisión de Economía y Finanzas de la Knesset (Parlamento) aprobó ayer, de madrugada, una serie de recortes salariales y sociales que podrían ser aceptados por el pleno, que discutirá el presupuesto este próximo lunes en primera lectura, y el miércoles, en segunda y tercera.

Para romper las resistencias del Histadrut (principal central sindical de Israel), la comisión redujo en parte los recortes propuestos en el sector público. Asimismo, se recortarían las subvenciones sanitarias y familiares.

El plan Netanyahu contempla el despido de 1.400 funcionarios y fomenta la jubilación anticipada de otros 3.000. Además, propone reducir las cuotas para la financiación de los partidos y la supresión de figuras administrativas como la de los tenientes de alcalde.

El único escollo que de momento parece insalvable, y que podría llevar a nuevas huelgas, según ha advertido el Histadrut, es el de las pensiones del sector público, que hasta ahora gestionaban los sindicatos, pero que Netanyahu reclama para su ministerio.

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