Engañando a la mala conciencia
¡Basta Ya! organizó muy recientemente un homenaje a Agustín Ibarrola. Es preciso realizar una primera aclaración: atacan brutalmente su obra y lo hacen por motivos puramente políticos. Intentan anular -destrozando el bosque pintado de Oma- al hombre comprometido con las víctimas del terrorismo, con el movimiento ciudadano rebelde ante el estado de cosas intolerable en el País Vasco.
El acto estuvo teñido de lo que Ibarrola es: un antiguo luchador antifranquista, un hombre enraizado en su tierra, la vasca. La presencia de su obra fue constante en la escenografía de fondo mientras hablaban sus amigos, algunos de los años de cárcel, los sindicalistas de Comisiones y las víctimas, las de ahora, agradecidas por su apoyo desinteresado. Lo esencial fue, sin embargo, su voz a través de un documental, en su intervención final, en su presencia constante. Pero Pello Salaburu -en mi opinión- tal vez desee en una carta al director en este periódico acallar su conciencia y precisa, en tal caso, derivarnos ese peso interior culpándonos.
Desde ¡Basta Ya! no hemos ocultado que la sociedad vasca requiere urgentemente una regeneración democrática y que pasa por la del nacionalismo vasco heredero de la política del Pacto de Lizarra. Porque a Pello Salaburu no se le oculta que desde los Pactos Secretos de PNV y EA con ETA en verano de 1998, éstos han activado una crisis y fractura políticas como no habíamos conocido desde la reinstauración democrática en España. No se le oculta a Pello Salaburu que Ibarrola, y muchos de nosotros, consideramos que nos desampara el Gobierno vasco. Pero prefiere no llevar a las últimas consecuencias la solidaridad con él, con nosotros, perseguidos por hablar, por ser, no siendo nacionalistas. Es bastante frecuente.
El homenaje a Ibarrola -nuestros actos en general- son la expresión organizada de los que clamamos por que la regeneración democrática no se ha de dar espontáneamente. Entenderá que seamos molestos si nos va, como nos va, la vida en ello. Pello Salaburu habría sido recibido con cariño y agradecimiento el pasado sábado en Bilbao. Un verdadero amigo, en cualquier caso, podría haber obviado lo que es políticamente Ibarrola o, incluso, plantarse críticamente ante el nacionalismo sin alma.
