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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Ofrécese seguridad

El problema de la inseguridad ciudadana se ha convertido en uno de los temas estrella del debate electoral del 25 de mayo, especialmente en Madrid. Y no porque lo haya deseado el PP, sino muy a pesar suyo. Al Gobierno le estalló entre las manos, poco después de iniciar su segunda legislatura con su holgada mayoría absoluta, algo que en su día presentó como propio de la etapa socialista: la degradación de la seguridad ciudadana por el aumento de la delincuencia.

Ese problema es hoy de Aznar. No es extraño, por ello, que en la primera ocasión electoral la izquierda, y en especial el PSOE, pretenda pedir cuentas al Gobierno por sus políticas de seguridad y enarbole sin complejos una bandera que el PP consideraba suya. Es novedoso que un Gobierno de la derecha esté a la defensiva en materia de seguridad ciudadana y que sea la izquierda quien le pone contra las cuerdas.

El balance, según las estadísticas, es uno de los más desastrosos de la etapa democrática: aumento constante de la criminalidad desde 1996, acrecentada en los dos últimos años y que afecta tanto a los delitos menores como de sangre, con una especial incidencia en Madrid. Ninguna responsablidad ha asumido el Ejecutivo por este deterioro, del que, a su juicio, serían culpables Gobiernos de antaño. Pero ya se han preocupado otros -en especial, los sindicatos policiales- de vincular la degradación de la seguridad con políticas concretas: disminucion del gasto público en este capítulo desde 1996, reducción paulatina de las plantillas policiales en unos 7.000 efectivos y creciente transferencia a la seguridad privada de cometidos propios de la pública.

El tema de la seguridad ciudadana es propicio a la demagogia y es uno de los que mejor definen el perfil ideológico de las personas. Y así ha sucedido en su tratamiento por los partidos. El PP ha optado sobre todo por una terapia legislativa, con un terremoto de reformas en algún caso al borde de la Constitución y una instrumentación de la justicia al servicio de su política contra la delincuencia. Y no ha renunciado, como hizo el propio Aznar el martes, a hacer de la inmigración irregular causa principal de la inseguridad, con lo que se transmite un peligroso mensaje xenófobo que ningún Gobierno debería avalar. En la repuesta del PP al problema de la delincuencia las políticas preventivas se sitúan en segundo plano y brillan por su ausencia las sociales, importantes al menos en algún tipo de delitos. El PSOE, en cambio, pone especial énfasis en estas políticas, además de insistir en un aumento de medios al servicio de la seguridad pública.

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