Sharon suspende un viaje a Washington considerado vital para el proceso de paz
Los ataques y la falta de acuerdos ponen en peligro la puesta en marcha de la Hoja de Ruta
El primer ministro israelí, Ariel Sharon, canceló ayer una visita a Washington que debía comenzar hoy mismo. Su reunión con el presidente George W. Bush, mañana, era considerada vital para la supervivencia de la llamada Hoja de Ruta, la propuesta de pacificación patrocinada por el cuarteto formado por Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y Naciones Unidas. El viaje de Sharon no fue fijado, de momento, para una fecha posterior. El atentado de ayer en Jerusalén pareció situar al borde del desacarrilamiento la Hoja de Ruta y las posibilidades de un acuerdo para la paz.
El propio secretario de Estado, Colin Powell, había indicado que sólo un encuentro personal entre Bush y Sharon podía vencer la resistencia del primer ministro israelí a la Hoja de Ruta. "No podemos perder esta oportunidad", dijo el pasado jueves en Berlín, "y eso es lo que he comunicado al presidente Bush". El presidente de Estados Unidos y su principal aliado, el primer ministro británico, Tony Blair, se comprometieron el mes pasado a crear condiciones de paz entre israelíes y palestinos aprovechando la ocasión que, según ellos, ofrecía la destrucción del régimen de Sadam Husein en Irak y la presión ejercida sobre Siria por la diplomacia de Washington. La Hoja de Ruta fue publicada durante la guerra de Irak, aunque la razón oficial para la formalización del documento fuera el nombramiento de Mahmud Abbas (Abu Mazen) como primer ministro palestino.
Powell dejó muy claro ante Sharon, durante su reunión de hace dos fines de semana, que la Hoja de Ruta no admitía cambios. Ariel Sharon quiso que se retirara del plan la opción de retorno de los palestinos en el exilio, una de las principales objeciones israelíes en anteriores negociaciones; el secretario de Estado respondió que "reescribir o renegociar el texto" no entraba dentro de sus planes. Tras insistir en que la Autoridad Palestina debía actuar con decisión "contra quienes persisten en la violencia y el terror", afirmó que el Gobierno de Israel tenía que "cumplir con su parte y mejorar la vida cotidiana de los palestinos, asegurar la esperanza y mostrar respeto". Sharon, sin embargo, no ofreció siquiera una retirada simbólica de algún asentamiento, y dijo más tarde que el desmantelamiento de las residencias israelíes en los territorios ocupados no figuraba en su programa. La visita de Powell no obtuvo ningún resultado. Todo quedó en manos de Bush.
La asesora de seguridad nacional estadounidense, Condoleezza Rice, había declarado días antes, durante una reunión con periodistas españoles, que la puesta en marcha de la Hoja de Ruta constituía "la máxima prioridad" para el presidente Bush. "Es una oportunidad histórica", manifestó. Ashley Snee, uno de los portavoces de la Casa Blanca, se limitó a confirmar ayer la suspensión de la visita de Ariel Sharon y a decir que se trabajaba en la búsqueda de una nueva fecha. "Condenamos los atentados y enviamos nuestras condolencias a las víctimas y a sus seres queridos", agregó.
La cancelación del viaje reforzó las sospechas de que el objetivo de Ariel Sharon no era otro que ganar tiempo y dejar que el enésimo plan de paz se desvaneciera por la falta de resultados y los constantes actos de violencia. Su ministro de Turismo, el rabino Benjamín Elon, efectuó recientemente un viaje a Washington en el que descalificó la Hoja de Ruta y insistió en la tesis del Gran Israel.
Anexionar territorios
La "oportunidad histórica" de que hablaba el Gobierno de Estados Unidos debía aprovecharse, según él, no para crear un Estado palestino en Gaza y Cisjordania, sino para que Israel se anexionara definitivamente esos territorios. Elon se reunió con dirigentes de la derecha republicana como el jefe de la mayoría en la Cámara de Representantes, el tejano Tom DeLay, para transmitir el mensaje de que el único Estado palestino posible era Jordania. DeLay, como muchos otros miembros de la "derecha religiosa" de Estados Unidos, que no hablan de territorios ocupados ni de Gaza o Cisjordania, sino de "Judea y Samaria", se mostró de acuerdo con Benjamín Elon.
Un importante flanco de la Administración de Bush, los neoconservadores likudistas, con especial influencia en el Pentágono, considera por su parte que el Gran Israel es necesario para garantizar la seguridad de Estados Unidos y para velar por sus intereses en Oriente Próximo. El tiempo corre a favor de Sharon. Cuanto más cercanas estén las elecciones presidenciales del año próximo, menos podrá Bush enajenarse el apoyo de la "derecha religiosa", su núcleo de votantes más sólido.
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