Mercosur gana con Kirchner
El nuevo presidente impulsa el eje argentino brasileño, vital para una integración regional independiente de Washington
Que el próximo presidente de Argentina sea el peronista Néstor Kirchner y no su rival y correligionario Carlos Menem, que renunció a competir esta semana en la segunda vuelta electoral, influirá en la integración política y económica de América del Sur. Los asesores del ex presidente Menem recomendaban un acuerdo bilateral con EE UU, contrario a la unión aduanera de Mercosur.
La renuncia de Menem despeja una deriva argentina hacia el proyecto de integración en América Latina que apadrina EE UU
Néstor Kirchner, que asumirá el poder el domingo próximo, mantiene una postura diametralmente opuesta a la de Menem. Ha concurrido a las elecciones con un acuerdo con el presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, para la profundización de ese bloque económico integrado por ambos países suramericanos, Paraguay y Uruguay.
En el más importante acto de su campaña, Kirchner viajó hace dos semanas a Brasilia y a Santiago de Chile para reunirse con los presidentes Lula y Lagos, respectivamente. "En vez de ir a Brasil y Chile a hablar de lo que hará si es presidente, tendría que explicárselo aquí a la gente", reaccionó un indignado Menem, mientras las encuestas le pronosticaban una derrota por 40 puntos.
Analistas de política internacional interpretaron la gira del gobernador de la provincia de Santa Cruz como el inicio de la tantas veces anunciada pero nunca concretada reconstrucción de Mercosur. Tal vez ahora exista más afinidad ideológica. Lula viene de la izquierda y Lagos, del socialismo, pero ambos han manejado la economía con ortodoxia. Kirchner sostiene un discurso con tintes progresistas, más allá de que en su provincia ha combinado el caudillismo con la austeridad fiscal.
Con Menem al frente del Gobierno argentino, el bloque suramericano nació en 1991 como zona de libre comercio y tres años más tarde se convirtió en una unión aduanera, la segunda más grande después de la Unión Europea. Mercosur constituyó durante años un polo de atracción de las inversiones locales y extranjeras. La devaluación del real, en 1999, quebró las buenas relaciones entre Brasilia y Buenos Aires, que mantenía la atadura del peso con el dólar. La disparidad de tipos de cambio y las crisis económicas en ambos países aplastaron el comercio bilateral.
Cerrar las heridas
En 2002, con la devaluación del peso, Argentina dejó de despotricar contra el valor del real y poco a poco comenzaron a curarse las heridas. El comercio interno del bloque, no obstante, siguió cayendo hasta alcanzar los 10.000 millones de dólares, la mitad que en el buen año de 1998, por la inestabilidad financiera del socio mayor de Mercosur y la depresión económica del segundo.
La prensa brasileña elogió que Kirchner, al igual que Lula, coloque a Mercosur como prioridad de su política exterior. También lo comparó con Menem, que en su Gobierno (1989-1999) promovió las "relaciones carnales" con Washington. Kirchner, el candidato bendecido por el presidente interino de Argentina, Eduardo Duhalde, no ha manifestado mucho entusiasmo hacia el Área de Libre Comercio de América del Norte (ALCA), que impulsa Estados Unidos para 2005. "Primero el Mercosur, después América del Sur. El ALCA tiene sus plazos y ya se verá", declaró el futuro presidente, en Brasilia. En privado, en cambio, se mostró de acuerdo con la intención de algunos sectores del Gobierno brasileño de postergar hasta 2007 esa zona de libre comercio entre 34 países americanos.
El ministro de Planeamiento de Brasil, Guido Mantega, admitió que por ahora se mantiene la meta de 2005, pero advirtió de que en los próximos dos años EE UU deberá ceder mucho más lo que ha ofrecido hasta ahora. "Es un calendario muy apretado", disparó. Mercosur se queja de que Washington relega las cuestiones que considera más vitales, los subsidios y las medidas antidumping, a la empantanada ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
En sintonía con Kirchner, Mantega explicó que Mercosur buscará sellar este año un acuerdo de libre comercio con la Comunidad Andina de Naciones (CAN), integrada por Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y Bolivia. Este último país ya ha firmado un pacto similar con Mercosur, al igual que Chile.
Las opiniones de Kirchner se topan con las de la actual conducción del Ministerio de Relaciones Exteriores de Argentina, que prefiere constituir el ALCA en dos años. No obstante, ante el lento avance de este proyecto, el viceministro de Exteriores argentino, Martín Redrado, coincidió con el presidente de Uruguay, Jorge Batlle, en la necesidad de acelerar las negociaciones de un acuerdo entre Mercosur y EE UU. Batlle desestimó así su anhelo de un pacto bilateral con Washington, lo que hubiera supuesto una quiebra en la unión aduanera suramericana.
El Gobierno de Brasil mira con escepticismo la propuesta, pero la apoyará. El ministro Mantega se preguntó por qué Estados Unidos mejoraría su oferta de apertura comercial a Mercosur si no lo hace en las conversaciones por el ALCA. También consideró que Argentina y Brasil, con su desarrollo industrial, no pueden conformarse con un acuerdo como el de Estados Unidos y Chile.
Sin embargo, el subsecretario para América del Sur, Luiz Felipe Macedo Soares, anticipó que el próximo día 27 su ministro de Exteriores, Celso Amorim, recibirá la visita del representante comercial de EE UU, Robert Zoellick, y le propondrá reanudar las conversaciones entre el Mercosur y la superpotencia.
El convenio firmado a fines del año pasado entre Washington y Santiago tampoco marcha tan bien. La Casa Blanca lo selló al mismo tiempo que pactaba con Singapur, pero sólo el país asiático logró hace dos semanas que el Capitolio lo ratificara. Algunos congresistas norteamericanos han puestos reparos contra el acuerdo con Chile, que votó en el Consejo de Seguridad de la ONU contra la intervención aliada en Irak.
El representante de Comercio de Estados Unidos, Robert Zoellick, se negó a precisar la fecha en que su país ratificará la zona de libre comercio, pero una alta fuente del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile confía en que sea a fines de año. No por nada Lagos le manifestó a Kirchner su interés en consolidar Mercosur como alianza política. El presidente chileno también ha ofrecido al bloque que se acelere la ampliación del actual convenio comercial con su país.
Conversaciones con la UE
La coincidencia de Lula y Kirchner en su deseo de fortalecer Mercosur puede mejorar las conversaciones con la Unión Europea para formar una zona de libre comercio. Ambos plantearon esta alianza en sus programas de gobierno. En la cumbre europeo-latinoamericana de Madrid del año pasado, la falta de horizonte en el bloque suramericano demoró sin fecha el acuerdo con la Unión Europea. Quizá el proceso recobre actualidad con los cambios de presidentes en Brasil y Argentina. Ambos bloques intercambiaron nuevas ofertas de apertura de sus mercados el viernes pasado.
Los asesores de Menem, en cambio, sugerían que si Brasil continuaba retrasando la apertura del bloque hacia otros mercados, Mercosur debería reducirse a una zona de libre comercio, de modo que Argentina pudiese firmar acuerdos bilaterales a su antojo.
Una decisión semejante cerraría las negociaciones con la Unión Europea, que pone como condición el mantenimiento de la unión aduanera. Sin embargo, el catedrático argentino y ex secretario de comercio exterior Julio Nogués advierte de que los países de Mercosur necesitan en forma urgente nuevos mercados para sus exportaciones y recordó que el bloque sólo firmó dos acuerdos, con Chile y Bolivia, desde su creación.
Luna de miel entre Lula y Duhalde
Lula había prometido el año pasado en la campaña electoral que lo llevó al poder que Mercosur se constituiría en la prioridad de sus relaciones externas y a los pocos días de asumir el gobierno, en enero, recibió a Duhalde. Aquella vez acordaron objetivos de largo plazo, como la creación de instituciones y moneda comunes.
En estos meses se han registrado algunas escaramuzas, como el arancel que impuso Argentina al azúcar brasileño por presuntos subsidios o la decisión de Brasil de etiquetar productos transgénicos, lo que perjudicará a las exportaciones agrícolas argentinas. El Gobierno brasileño también ha dado pruebas de buena voluntad: estudiará la exclusión de Mercosur de la legislación contra los alimentos modificados genéticamente; aceptó el pedido de Duhalde que de la petrolera estatal de Brasil, Petrobras, vendiera su participación en la mayor transportista eléctrica de Argentina, Transener, por considerarlo un activo estratégico; y prometió un crédito de hasta 1.000 millones de dólares para financiar el comercio y la infraestructura bilaterales. El ministro Mantega anunció que Lula, después una primera etapa de estabilización económica, se abocará a una segunda fase de desarrollo que incluirá obras viales, ferroviarias y energéticas (electricidad y gas) para mejorar la comunicación con Argentina.
La luna de miel entre Lula y Duhalde se combinó con la apreciación de las monedas de ambos países. Ahora están a niveles similares: el euro equivale a 3,17 pesos y a 3,30 reales. El viceministro de Relaciones Exteriores, Martín Redrado, se atrevió a proponer una banda para ambas como punto de partida hacia la unificación monetaria: si un país devaluaba más allá de cierto nivel, sufriría la imposición de aranceles a sus exportaciones.
Esta idea, apoyada por la Unión Industrial Argentina (UIA), crítica de la depreciación del real en 1999, se encontró con el rechazo de Brasil. El ministro de Economía, Antonio Palocci, y el presidente del Banco Central, Henrique Meirelles, están a favor de que el mercado fije el valor del real. Mantega opinó que las dos monedas están fluctuando sin lograr equilibrarse y que ahora sólo puede discutirse la coordinación de políticas macroeconómicas.
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