Una nueva mirada al arte contemporáneo
El Museo Dia:Beacon reúne obras de Warhol, Serra, Bourgeois y otros a las afueras de Nueva York
El Dia:Beacon es el decorado perfecto para exponer algunas de las obras estelares de la colección permanente de la Fundacion Dia, almacenadas desde hacía años. La Dia (que en griego significa "a través de") es una institución singular. Nació en 1974 con la idea de ser mucho más que una galería de arte y patrocinar, en el sentido más renacentista de la palabra, a un escaso pero significativo grupo de artistas. Sus fundadores y mecenas, Heiner Friedrich y Philippa de Menil, herederos de dos colosales fortunas, la del imperio industrial alemán Alzmetall y la de la petrolera Schlumberger, dedicaron parte de sus patrimonios a financiar proyectos tan atípicos como el Lightning Field de Walter De María, un campo en Nuevo México sembrado de postes luminosos que sólo puede visitarse seis meses al año, o comprar una antigua base militar en Marfa (Tejas) y donarla al artista estadounidense Donald Judd.
"El propósito es que el visitante pueda disfrutar libremente del espacio"
En 1985, el dinero se agotó. Friedrich tuvo que dimitir y la fundación pasó por graves apuros económicos. Donó más de 150 warhols al Museo Warhol de Pittsburg y redujo considerablemente la escala de sus proyectos, limitando sus actividades a su centro de Chelsea, en Manhattan, que todavía conserva. En 1994, llegó Michael Govan, su actual responsable y discípulo del director del Guggenheim, Thomas Krens. Su idea era revitalizar la institución, y en 1999 decidió comprar la fábrica de Nabisco para convertirla en una nueva plataforma cultural. Govan ya había participado en un proyecto similar al transformar un viejo complejo industrial en North Adams (Massachusetts) en un museo de arte moderno, el MassMoca.
Michael Govan encontró además un nuevo mecenas: Leonard Riggio, fundador de Barnes and Noble, la mayor cadena de librerías del mundo y una de las principales fortunas de Estados Unidos. En 1997, la mujer de Riggio compró las Torqued ellipses del escultor Richard Serra, un conjunto de colosales láminas de acero industrial que ahora llenan una de las salas del centro. Riggio, un magnate hecho a sí mismo, un modesto neoyorquino que construyó su imperio comprando una librería estudiantil en el Village, fue nombrado director de la fundación en 1998. Las galerías del museo llevan ahora su nombre y gran parte del dinero de la renovación ha salido de su bolsillo.
Todos los artistas de la fundación tenían un punto en común: desplazar el arte de su entorno tradicional, esencialmente urbano, y ampliar su escala, dos tradiciones que el Dia:Beacon ha intentado preservar. Las obras no tienen orden, ni cronológio ni jerárquico. "El propósito es que el visitante pueda disfrutar libremente del espacio", explicó Michael Govan durante la presentación a la prensa. El centro, bañado en la luz del norte, transmite una gran sensación de serenidad.
El Dia:Beacon se acopló expresamente a las necesidades de la colección, bajo la batuta de Robert Irwin, el artista especialista en instalaciones medioambientales que diseñó los jardines del Getty Center de Los Ángeles. Richard Serra, por ejemplo, colaboró con los arquitectos para instalar sus elipses a la altura adecuada en la antigua vía de ferrocarril que llegaba hasta la fábrica. Más trabajo fue adaptar las esculturas cóncavas, abismos a ras del suelo, de Michael Heizer, uno de los artistas más representativos del earth art (el arte de la tierra), que ha recreado en el Dia una de sus mayores creaciones, North, Eart, South, West, que primero realizó en el desierto de Nevada en 1967.
La mayoría de las obras del Dia:Beacon proceden del reducido grupo de artistas que Friedrich y De Menil financiaron y protegieron. Empieza con Shadows, la más amplia exposición del grupo de 78 paneles que Andy Warhol realizó en 1979; dedica cuatro salas a las pinturas blancas de Robert Ryman; muestra cien paneles fotográficos realizados por Joseph Beuys (Arena:
Hasta donde habría llegado ahora si fuera
inteligente); dedica todo un piso a las creaciones de la veteranísima escultora Louise Bourgeois, incluida una de sus gigantescas esculturas en forma de araña.
También recoge algunas de las series fotográficas de la pareja alemana Bernd en Hilla Becher, que llevan 40 años revelando la increíble estética y poesía de las viejas estructuras industriales. Despliega las esculturas de acero de Richard Chamberlain y la atípica sucesión que Walter María tituló Equal series y que realizó entre 1976 y 1990: 25 pares de cuadrados y círculos, desplegados en el suelo.
El nuevo museo incluye las esculturas de neón de Dan Flavin y las creaciones en hilo de Fred Sandback, dos de los artistas más identificados con la Fundación Dia, y cuenta con obras de artistas relativamente más recientes como Agnes Martin, Sol LeWitt, Bruce Nauman y Hanna Darboven.
El museo ha causado gran expectación en Nueva York. The New York Times empezaba uno de sus artículos asegurando que "la inauguración del Dia:Beacon ha cambiado el panorama artístico en América".
El valle del Hudson cultural
Para ir al Dia:Beacon, lo mejor es tomar el tren de cercanías que lleva hasta Poughkeepsie, la misma línea que usaron Cary Grant y Eva Marie Saint en Con la muerte en los talones. La idea de abrir un museo a hora y pico de Nueva York se integra en el plan más amplio de revitalizar el siniestrado, aunque increíblemente bello, valle del Hudson, testigo de la era industrial de principios del siglo pasado.
El Estado de Nueva York ha aportado 2,7 millones de dólares de los más de treinta que ha costado rehabilitar la antigua fábrica, y ha promovido otros proyectos en la zona. Hace unas semanas, en el vecino pueblo de Annandale-on-Hudson, el arquitecto Frank Gehry inauguró un nuevo auditorio para el Bard College, otra de sus creaciones con láminas onduladas de acero inoxidable.
A escasa distancia también se encuentra el Storm King Art Center, una explanada sembrada de esculturas modernas. En el mismo Beacon, la Tallix Foundry ha servido de taller para artistas como Claes Oldenburg y Frank Stella. Con el nuevo museo también deberían llegar a la ciudad un hotel, un centro de conferencias, restaurantes, tiendas y un nuevo parque.
"Es tan importante que el Dia:Beacon esté cerca y a la vez lejos de Nueva York", explicó su director para justificar la elección del emplazamiento. Entre Manhattan y el campo, el museo deberá encontrar su identidad y, sobre todo, sus visitantes.
Babelia
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