Túnel inaugurado
Mal deben de andar las cosas por la plaza de la Villa cuando nuestros ediles recurren a anuncios a toda plana para magnificar sus obras arquitectónicas. Cuando se comete un desaguisado en un trabajo, el obrero que lo ha ejecutado cobra su factura y desaparece a la carrera. Pues bien, esto fue lo que ocurrió el día de la inauguración del túnel de Santa María de la Cabeza, que los inauguradores desaparecieron a la carrera de la escena del crimen: abrieron la boca de entrada ante los periodistas y ante los vecinos allí apostados y se llenaron de felicitaciones y fotos. Sobre todo, fotos. Docenas de fotos. Pero sólo hicieron eso, inaugurar la boca de entrada, ignorando que en la boca de salida les esperábamos a cientos para recibirlos adecuadamente, incluso con pancartas. Pero el señor alcalde y el séquito interminable de políticos invitados al acto desaparecieron del lugar como el obrero que cobra su chapuza y desaparece: se fueron sin inaugurar la boca de salida; es decir, se marcharon a la carrera por la puerta falsa, tal vez por la escalera de servicio, despreciando a cuantos les esperábamos para darles la bienvenida.
Saben que el remate de las obras es indecoroso, pero ahora quieren acallar los aullidos de sus conciencias con anuncios a toda plana en los periódicos. Cuando se siente la lejanía de terceros, se recurre al autobombo, que es una forma de inhalar oxígeno y cobrar bríos para acometer la siguiente trastada. Pero desde el muro de la vergüenza invitamos al alcalde a que nos inauguren la boca de salida. Queremos verlos por aquí.
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