_
_
_
_
_
Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Vacilaciones tras la tristeza

El 5 de enero de 1895 se estrenó en Londres el que sería el último intento teatral de Henry James: Guy Domville. James estaba tan nervioso que no pudo soportar quedarse entre las bambalinas del St. James Theatre y salió a la calle; una vez allí, decidió ir a ver la nueva obra de Oscar Wilde, Un marido ideal, que acababa de estrenarse dos días antes; era un modo de hacer pasar el tiempo y aplacar los nervios. En su butaca del Haymarket Theatre asistió a la respuesta entusiasta del público a la obra de Wilde. Cuando regresó al St. James, se encontró con un pateo monumental a su propia obra. Lo soportó estoicamente y después huyó del teatro. Nunca más volvería a intentarlo. Al año siguiente, de regreso a la narración, produjo dos obras, The spoils of Poynton y La otra casa, esta última por encargo del Illustrated London News, una revista más bien frívola.

LA OTRA CASA

Henry James. Traducción de Carmen Francí. Alba. Barcelona, 2003. 344 páginas. 20,60 euros

Curiosamente, el epicentro de ambas es una casa. La de los Poynton acabará arrasada por el fuego; las dos casas de la segunda novela sufrirán daños serios a costa de sus habitantes. Se ha dicho que estas imágenes de casas que se derrumban de un modo u otro son una escenificación inconsciente del derrumbe de las ilusiones teatrales de Henry James. Lo único evidente, a la hora de la lectura, es la procedencia teatral de la trama de La otra casa. Además de evidente -unidad de lugar y tiempo en cada "acto", sujección de la acción al conjunto de entradas y salidas de los personajes, abundancia de diálogos, descripciones personales que bien pueden estimarse como acotaciones- es ejemplar esa teatralidad porque, en una buena parte, revela el origen del fracaso de James en ese género: los diálogos de James son para ser leídos, no representados en vivo en un escenario; la sutileza, el juego de sobreentendidos, el minucioso y matizado desarrollo de la acción a través de ellos, no pueden apreciarse en tiempo real sino en tiempo mental, que es el del lector; aplicados al teatro, probablemente se apelmazarían y perderían carácter. Las mismas acotaciones a los estados de ánimo de los personajes son delicadas y siempre ajustadas apreciaciones de carácter netamente literario, aunque tiendan a cumplir también con su papel de acotaciones. De hecho, la novela procede de un guión teatral que nunca llegó a ejecutar.

Hay otra particularidad, ciertamente notable: ésta es la única narración de James en la que se comete un crimen, al menos que yo sepa. Un crimen que quedará impune, además. Una impunidad que el mismo autor libra a lo que su autora deberá pagar por ello, pero lo cierto es que en la novela más parece una suposición que una auténtica consecuencia dramática, un castigo. Y por aquí es por donde se le puede reprochar a un James aún alterado y dolido con el teatro una falta de resolución y aun de tensión narrativa. ¿Acaso el medio para el que lo escribió forzó el melodrama?

Pero James es James siempre. La novela se divide en tres partes o libros (o actos). El libro primero es un prodigio de presentación, planeamiento del drama y exposición de todos los hilos de la trama. No sólo es un prodigio sino que está punteado por momentos especialmente gloriosos, como la narración del preciso momento del primer encuentro entre Jean y Rose, con un uso del punto de vista valiente y soberbio, o como la capacidad de mostrar cuál es el verdadero estado de la relación entre dos prometidos que se encuentran al cabo de una ausencia obligada por parte de uno de ellos: "En cuanto se cerró la puerta tras su anfitrión, Dennis Vidal atrajo de nuevo contra su pecho a su prometida y la estrechó con silenciosa alegría. Rose cedió suavemente y al poco se separó con mayor suavidad todavía, aunque, con ardiente firmeza, él no la soltó del todo". Repárese en el paso de "silenciosa alegría" a "ardiente firmeza" y compárese con los dos filos de la "suavidad" de Rose.

Así que lo que llama la atención es que a mitad de la novela se producen lentitudes o reiteraciones que revelan cierta indecisión, objetable a un autor que domina tan autoritariamente sus materiales. La historia llega a su final de manera coherente y siempre atractiva, pero las vacilaciones persisten y el final se resuelve sin la firmeza de otros libros. El personaje de Rose Armiger y su complicada verdad teñida de malevolencia daba para más en manos de un maestro de la composición psicológica de los personajes; pero también es un personaje insólito por la peculiar forma de debatirse en su apasionamiento; con todo, este ejercicio narrativo fue quizá el que lo ayudó a meterse definitivamente en el mundo oscuro que respira bajo las claras formas de la delicadeza. Algo cambió en James con este libro, para regocijo de sus lectores.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_