Ángela Vallvey indaga en el lado cruel y oscuro de la pasión amorosa
'No lo llames amor' es una "novela construida a base de cuentos"
En una noche suiza, "lluviosa y oscura", Ángela Vallvey (Ciudad Real, 1964) decidió indagar en el lado más tenebroso del sentimiento amoroso. El resultado lleva por título No lo llames amor (Destino), "una novela construida a base de cuentos y una manera de decir que no sabemos cómo llamarlo", contó ayer la autora. Para Vallvey, el amor tiene que ver muchas veces con " una construcción cultural y, a menudo, idealista, pero abarca también "sentimientos que son bastante menos elevados de lo que indica su nombre".
Vallvey, ganadora del Premio Nadal 2002 con Los estados carenciales, ha abandonado momentáneamente su retiro en Ginebra para promocionar su nuevo trabajo. No lo llames amor es, según sus propias palabras, un catálogo de atrocidades. La narradora ha huido de ese lado feliz y complaciente del amor que resulta tan poco literario. "La mayor parte son historias tenebrosas que siempre van asociadas a la muerte, incluso las que parten de un sentimiento de nobleza acaban
mal", cuenta la autora.
Vallvey define su nuevo título como "un artefacto híbrido o una novela construida con cuentos".
"He recurrido a una narradora para justificar el punto de vista y darle una unicidad al texto", dice la escritora, que ha probado también en esta novela un nuevo estilo literario: "Seco, desnudo y despojado de florituras. Me apetecía probar la austeridad verbal".
En un paseo nocturno con su perro, la narradora encuentra en una calle solitaria a un hombre ensangrentado que acaba de matar a su amante. "Llevaba, recogido debajo de la pechera, el corazón húmedo y todavía caliente de la mujer a la que había asesinado", narra Vallvey en su novela.Semejante encuentro induce a la narradora a penetrar en los misterios del amor a través de diferentes personajes. Todo ello, en medio de la Navidad, una época en la que se produce un momento de inflexión de todo el año y en la que se desencadenan muchas tragedias". La leyenda del corazón comido, uno de los relatos, narra, por ejemplo, la terrible relación entre un sádico y una masoquista y "es el resultado de ver a tu pareja en términos de propiedad inmobiliaria", asegura la autora, que, como Rilke, es partidaria de construir el amor a partir de la soledad y la libertad y que en ningún caso ha tratado de hacer sociología o dar lecciones morales sobre un tema eterno.
No lo llames amor se inicia con un soneto de Lope de Vega, pero píldoras poéticas pueblan la novela de una autora que se mueve en todos los géneros. "La poesía es como un relámpago, un instante que si no lo atrapas se pierde; la escribo cuando me caen los versos. En tres años apenas he conseguido uno, pero ahora me ha salido un poemario", cuenta. "La narrativa es algo más lento y pausado. No escribo constantemente, pero me resulta cómodo retomar una novela".
Ganar un premio como el Nadal ha provocado algunos cambios en su vida. "Había mucha lluvia y mucho frío en mis novelas", dice Vallvey para justificar su vuelta a Madrid a partir del próximo junio. Además de lectores, el galardón ha reforzado su "carrera literaria desde el punto de vista crítico y editorial".
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