Un topo británico en el IRA
La prensa descubre al espía 'Stakeknife', que asesinó a 40 personas
Era uno de los miembros de la cúpula del IRA y llegó a ser responsable del aparato de seguridad del grupo terrorista irlandés. Pero al mismo tiempo cobraba 80.000 libras al año (115.000 euros) por sus trabajos como espía al servicio de la reina de Inglaterra. El espionaje británico le salvó la vida al desviar hacia otro dirigente republicano el atentado que los unionistas norirlandeses preparaban contra él. Se dice que ha asesinado a una cuarentena de personas para proteger su identidad, lo mismo católicos que protestantes, civiles que militares, incluso a otros espías infiltrados en el IRA. Ayer, cuatro diarios publicaron su nombre. Cayó la joya de la corona del espionaje británico en el Ulster.
El espía, un hombre con los 60 años cumplidos, ha sido trasladado a un refugio seguro
Stakeknife, una palabra que define un cuchillo afilado para comer carne y el apodo con el que hasta ahora se le conocía, ya no estaba en casa cuando su nombre fue divulgado por dos periódicos de la República de Irlanda (Sunday
Tribune y Sunday
World), uno editado en Londres, con distribución tanto en la República de Irlanda como en el Ulster (Sunday People), y uno en Escocia (Sunday Herald).
Dicen que el MI-5, el servicio de espionaje interno británico, se lo llevó la semana pasada de Belfast a Dublín, cuando la prensa reveló que otros espías británicos, asediados por las investigaciones sobre la guerra sucia del Ejército británico en la lucha contra el IRA, amenazaban con desvelar la identidad del que hasta ahora había sido considerado la joya de la corona del espionaje británico en el conflicto irlandés.
Todo se precipitó de manera definitiva el pasado viernes, cuando se supo que varios dominicales iban a desvelar la identidad de Stakeknife. El espía, un hombre con los 60 años cumplidos, fue trasladado en secreto a un refugio seguro, probablemente al sur de Inglaterra, quizás a un cuartel del Ejército.
"No vamos a hacer ningún comentario sobre cuestiones de espionaje o de seguridad", se limitó a declarar ayer una portavoz del Ministerio para Irlanda del Norte. Los católicos se mantuvieron públicamente callados y privadamente perplejos: "Es la noticia más espantosa que he oído nunca. No sé cómo vamos a reponernos de esto", declaró un alto dirigente republicano al Sunday
Herald, de Glasgow.
Stakeknife, que pasaba por ser uno de los hombres de confianza del presidente del Sinn Fein, Gerry Adams, delató a muchos de sus compañeros de armas. Fueron sus informes los que permitieron al Ejército británico localizar a tres militantes del IRA que preparaban un atentado en Gibraltar en 1988. Los tres murieron en una emboscada del SAS, las fuerzas especiales del Ejército del Aire. Aunque la prensa le atribuye no menos de 40 muertes, algunas en atentados ejecutados por él personalmente, las fuerzas de seguridad británicas siempre han dicho que fueron muchas más las vidas que ayudó a salvar con sus soplos.
Quizá sea pronto todavía para saber a quién beneficia la caída de este espía sin escrúpulos, pero su identificación no parece una simple casualidad. Se produce en un momento crítico en la agitada vida política de Irlanda del Norte. El proceso de paz se encuentra en un inmenso atolladero político, las instituciones autonómicas en suspenso, las elecciones aplazadas hasta otoño y los partidos políticos incapaces de ponerse de acuerdo.
Pero a pesar de esa parálisis, es impensable que el IRA vuelva a las armas. Más bien parece que su destino está en aceptar como propia la policía de Irlanda del Norte. Cualquier gesto que signifique purgar los elementos de guerra sucia favorecerá esa integración. Hace pocas semanas, sir John Stevens, jefe de Scotland Yard, confirmó en un informe oficial que el Ejército británico y los servicios de espionaje participaron en esa guerra sucia y permitieron el asesinato del abogado Pat Finucane y seguramente los de muchos otros civiles. El informe de Stevens, que aseguró que quiere interrogar a Stakeknife, implicó a nueve miembros de los servicios secretos que amenazaron con desvelar la identidad de su famoso topo en el IRA.
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