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Reportaje:

Las visiones del 'Oráculo de Omaha'

Warren Buffett arremete contra la corrupción y dice que el plan económico de Bush es injusto

Las colas para asistir a la junta de accionistas de Berkshire Hathaway se extendían a lo largo de dos manzanas, antes de llenar hasta la bandera el Civic Center de Omaha, en Nebraska. Como si de un Lourdes del capitalismo se tratara, unos 15.000 peregrinos llegados de todo el país ansiaban escuchar a Warren Buffett, el presidente y primer accionista del mayor conglomerado de Estados Unidos, el Oráculo de Omaha.

El multimillonario aboga por una alianza entre los inversores corporativos para forzar una conducta ética en las grandes compañías
Buffett es el mayor capitalista del mundo y el más conocido inversor de EE UU, con una fortuna personal sólo superada por Bill Gates

Y con razón. Buffett, calificado de dinosaurio por mantenerse al margen del boom de la alta tecnología, les anunció beneficios operativos récord para el primer trimestre de 1.700 millones de dólares, la mitad de los conseguidos en todo el año pasado; les comunicó que tenía 16.000 millones líquidos que no encontraba dónde invertir; les dio cuenta de algunas nuevas adquisiciones, entre ellas la inesperada compra de la distribuidora McLane; arremetió contra la corrupción corporativa y dijo que el plan de estímulo de la economía de George Bush basado en recortes fiscales es injusto y no va a ningún lado, fuera de beneficiar a ricos como él.

Buffett es el mayor capitalista del mundo y el más conocido inversor de Estados Unidos, con una fortuna personal estimada en 30.000 millones de dólares, la segunda del orbe tras la de Bill Gates. Ese tesoro le viene en calidad de propietario de la tercera parte de Berkshire Hathaway, el conglomerado más diversificado de Estados Unidos, con actividades en más de un centenar de sectores, aunque el grueso del negocio y de los resultados proceda de los seguros. La otra fuente sustancial de recursos es la inversión especulativa de alto riesgo, para la que Buffett ha mostrado a lo largo de los años, y lleva casi 40 al frente de Berkshire, un singular acierto. En total, maneja una cartera de 80.000 millones de dólares. Cuando Buffett opina, el inversor norteamericano escucha, y donde Buffett pone el ojo, la cotización se dispara.

Música celestial

Buffett habla muy clarito y sus palabras suenan a música celestial a los accionistas, a los que acaba de decir que los primeros ejecutivos de algunas de las grandes compañías del país cobran mucho, más de lo que se merecen. También recomienda leer en estado de alerta las memorias de las compañías. "Si yo no lo entiendo es porque probablemente los directivos no quieren que lo entienda. Y si los directivos no quieren que lo entienda es que seguramente algo ocultan", dijo a 15.000 convencidos.

A sus 72 años, el presidente de Berkshire está en plena forma y durante seis horas respondió a las preguntas de los accionistas en una kermesse que convierte durante un fin de semana a Omaha en lo que se ha dado en llamar el Woodstock del capital, como el Woodstock original lo fue del rock. Buffett tiene una acreditada trayectoria como defensor del pequeño inversor y crítico de las aberraciones corporativas -que hicieron crisis casi al unísono el año pasado, tras el hundimiento de Enron- y ahora aboga por una alianza entre los inversores corporativos para forzar una conducta ética en las grandes compañías, dado que el pequeño accionista es un cero a la izquierda.

Las corporaciones ven a los grandes accionistas "como un gorila de 400 kilos al que no hay que molestar" y a ese gorila le corresponde poner orden en la casa, dada la flagrante dejación de responsabilidades de los auditores: "No os podríais creer lo sumisos que han sido los auditores durante la pasada década, no sólo cooperando sino sugiriendo técnicas para hacer los números menos útiles, menos verdaderos, para los inversores".

Entre quienes acudieron a Omaha estaba Michael Eisner, el presidente de Disney, donde Berkshire también es inversor. "Siempre es estimulante", comentó Eisner. "Hacen que las cosas parezcan claras y sencillas, aunque, por su puesto, no lo son".

Buffett dejó de ser un oráculo al decir que la economía de Estados Unidos flojea, aunque fue más allá de las valoraciones oficiales. "Yo creo que llevamos más de dos años en recesión", dijo. "Desde finales de 2000 sólo el sector inmobiliario y la venta de coches han mantenido la actividad". A esa frialdad de la economía atribuyó los malos resultado de algunas divisiones del emporio, en especial las relacionadas con el consumo, como mobiliario, equipamiento doméstico y joyería.

Al contrario que a otros, a Buffett no le preocupa el déficit, por considerar que ayuda a que se mueva la economía, pero no compra las ideas de George Bush. Defiende la cobertura del sistema de Seguridad Nacional y de las pensiones y se opone a vincularlo con la veleta bursátil. "Hace unos años, mucha gente pensaba que era una buena idea", indicó sin citar el presidente. "La verdad es que a mí me parece una mala idea".

Requerida su opinión sobre el controvertido plan de Bush para estimular la economía, que incluye una propuesta de eliminar la doble imposición sobre dividendos, Buffet respondió que era inoportuno dada la magnitud del déficit e injusto: "Favorece a gente como yo y no a la gente que trabaja en nuestras fábricas de zapatos".

La zapatería es una de las líneas de negocio de Berkshire Hathaway, que gusta de valores sólidos y de consumo inevitable o garantizado, desde chucherías a ropa interior o farmacias. Seguros y reaseguros constituyen el puntal del heterogéneo grupo, que también tiene empresas en el sector de la energía, que van como la seda, y de la aviación, afectadas por las turbulencias económicas, además de ser el primer accionista de Coca Cola, Gillette y American Express e invertir en prensa, entre otros en The Washington Post.

La compra de McLane

En sus adquisiciones Buffett aplica el principio de que todo negocio debe rendir un 10%, aunque a veces el cálculo le falle, y por eso intrigó a los accionistas la reciente adquisición a Wal-Mart, por 1.500 millones de dólares, de la distribuidora McLane, una de las mayores de Estados Unidos. McLane factura unos 22.000 millones al año, de los que sólo obtiene un 1% antes de impuestos. "Es un negocio de los de muy poco margen. Pero McLane sabe cómo conseguirlo", tranquilizó Buffet a los inversores, sin dar muchas explicaciones, aunque se espera que dé el 13% de lo invertido. El sempiterno don de la oportunidad de Buffett se ha puesto de manifiesto nuevamente con McLane, al coincidir su compra con la suspensión de pagos de uno de sus principales competidores.

"Buffett lee y estudia cada negocio y sabe todo lo que tiene que saber antes de hacer una adquisición", explicaba Robert Miles tras publicar su libro sobre cómo son y piensan los consejeros delegados de las distintas empresas de Berkshire Hathaway. "Cuando se reúne con ellos por primera vez comprueba que son honrados, que les apasiona su trabajo y que quieren seguir. Buffett les explica su estilo de macrogestión y les pide que no haya sinergias entre las distintas compañías. Nada de despidos. Nada de imposiciones desde la central. Que sigan trabajando como lo venían haciendo, con la excepción de que anuncien a sus bancos que ahora tienen una nueva fuente de capital".

Es una fórmula que da resultado. Ningún directivo ha abandonado nunca a Buffett, quien ante sus accionistas habló de su particular magia en términos de Perogrullo. "El mejor modo de conseguir fama de buen gestor es comprar un buen negocio", les dijo. Y también: "Tiene más sentido comprar un maravilloso negocio a un buen precio que comprar un buen negocio a un precio de maravilla".

Europa y Asia, los próximos objetivos

Los listos de la economía se echaron encima de Buffett por no participar en la carrera de la tecnología de finales de la pasada década. El Oráculo de Omaha no se dejó embaucar por gurús y analistas, que luego se ha visto actuaban al borde de la delincuencia. "No tengo la menor idea de la economía de ese negocio, de dónde va a estar tal o cual compañía al cabo de cinco o diez años", confesó a los accionistas de Berkshire, antes de permitirse una ironía. "Y parece que muchos que hace tres o cuatro años decían que sabían tampoco sabían".

"Tenemos 16.000 millones en efectivo, pero no vemos nada que nos invite a separarnos de ellos", comunicó Buffett a sus inversores, a los que anunció que tiene otros 42.500 millones para invertir. Les informó de su propósito de seguir comprando empresas, en Estados Unidos y fuera, en vez de ir a la Bolsa. Europa y Asia son los objetivos: "Esperamos tener noticias de compañías europeas que estén a la venta", señaló. "Pero allí no se nos conoce tanto".

En Asia ya ha habido incursiones de Berskshire, que se ha marcado el objetivo estratégico de complementar el fuerte negocio de los seguros con el de la energía, donde en pocos años se ha hecho con activos valorados en 18.000 millones de dólares. Buffett, que controla el 8% de la distribución de gas en Estados Unidos, acaba de aumentar hasta unos 500 millones de dólares su inversión en PetroChina, la mayor petrolera del país. El presidente de Berkshire estima que China desplazará en 2008 a Japón como número dos del mercado mundial. "Creo que tenemos alguna idea de cómo es el negocio del petróleo en China", indicó a los accionistas, que le preguntaron sobre los riesgos políticos y financieros del gigante. "No hacemos grandes juicios sobre China", respondió. "Siempre habrá problemas en el mundo. Yo no cambio el modo en que hacemos negocio por lo que pasa en el mundo".

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