El líder espiritual chií pide un Irak moderno e independiente a su regreso del exilio en Irán
El ayatolá Al Hakim defiende un régimen que respete las diferencias étnicas y religiosas
Perseguidos de manera salvaje durante el régimen de Sadam Husein, decenas de miles de chiíes de Basora, la principal ciudad del sur de Irak, recibieron ayer como un héroe al ayatolá Mohamed Baqer al Hakim, que regresó a su país tras 23 años de exilio en Irán. En su primer discurso, el líder del Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak aseguró: "Queremos fundar un Estado moderno, en el verdadero sentido de la palabra". Tras pedir unidad entre los musulmanes, declaró: "Queremos un Gobierno independiente, rechazamos uno impuesto".
"Queremos un régimen que respete las peculiaridades del pueblo iraquí"
Considerado por muchos el Jomeini iraquí, el ayatolá, de 63 años, no sólo representa una preocupación para las fuerzas de ocupación anglo-estadounidenses, sino también para amplios sectores en Irak. Su regreso inquieta a la clase media, a las minorías étnicas, sobre todo la kurda, y especialmente a los árabes suníes, que representan el 30% de la población iraquí, pero que han gobernado el país desde los tiempos del imperio otomano.
"Queremos un régimen que respete las pecualiridades de quienes componen el pueblo iraquí: chiíes, suníes, kurdos, turcomanos y cristianos, que refleje la unidad de Irak", afirmó Al Hakim.
"Nosotros los musulmanes debemos de vivir juntos... Ayudarnos mutuamente a resistir al imperialismo", dijo el ayatolá en el estadio de Basora. Los servicios de seguridad tuvieron grandes problemas hasta que logró acceder a la tribuna de éste, donde se dirigió a todos los habitantes de la ciudad, 1,2 millones, en su mayoría chiíes. "El pueblo iraquí es capaz de construir un nuevo Irak sin ayuda de otro país, capaz de garantizar su seguridad. Deben dejar Irak a los iraquíes", agregó en un discurso relativamente moderado, durante el que evitó referirse a conceptos demasiado delicados, como la revolución islámica.
Sin embargo, en la última oración que pronunció en Teherán antes de su salida hacia Irak, el pasado viernes, Al Hakim se definió como un "simple soldado de la revolución islámica" y habló de que el futuro de Irak "debe pertenecer al islam". Los chiíes, que representan el 60% de la población iraquí, viven en su mayoría en el sur del país, la zona más pobre. En Irak se encuentran las dos principales ciudades santas del chiísmo, Kerbala y Nayaf.
Basora, que en los años setenta era una de las ciudades más famosas de Oriente Próximo, es ahora un villorrio empobrecido, con enormes problemas de salud y seguridad. Las fuerzas de ocupación británicas apenas han conseguido restaurar el orden en una urbe que desde 1980, cuando empezó la guerra entre Irán e Irak, ha vivido constantemente en guerra. Las huellas del desastre son visibles en todas partes y los problemas sanitarios son enormes: el cólera es, por ejemplo, endémico.
Aunque, a diferencia de Kerbala y Nayaf, no es gobernaba todavía por un consejo religioso, en Basora, el chiísmo cobra cada vez mayor importancia. Prácticamente no se ven mujeres sin el chador, los retratos de Al Hakim están por todas partes y las escuelas religiosas tienen intervenciones claves en la vida pública: por ejemplo, en los hospitales son ellos los que se ocupan de dar seguridad y de pagar los sueldos.
El ayatolá Al Hakim se refugió en Irán en 1980 y nunca ha ocultado la influencia de la revolución iraní en su pensamiento político. Un total de 29 miembros de su familia fueron asesinados por el régimen de Sadam Husein; aunque estas terribles cifras no son una excepción en el sur del país. En sus largos años de exilio, ha sobrevivido a siete intentos de asesinato. Es hijo de Mushin al Hakim, líder espiritual de los chíies entre 1955 y 1970.
"Islam sí, Al Hakim sí, nos sacrificaremos por ti", gritaba la gente al paso del largo convoy de vehículos que condujo al ayatolá desde la frontera iraní hasta Basora. Había banderas chiíes, imágenes de Alí, el yerno de Mahoma -la representación no está prohibida en esta rama del islam- y cánticos. En grandes partes de la ciudad, su presencia pasó desapercibida, aunque en torno al estadio se concentró una multitud que le tiraba flores. Durante el mitin, fue interrumpido varias veces al grito de "Al Hakim, Al Hakim, somos los soldados de la liberación". También se escuchó "chiíes, suníes, somos todos iguales en el islam".
Esta semana se espera que visite Nayaf, el centro espiritual chií, e incluso Bagdad, donde los que practican esta rama del islam son la mayoría marginada. Al Hakim ha indicado que quiere instalarse en Nayaf y mantenerse alejado de la vida política. Pero su poder -y no sólo espiritual- es enorme. El Consejo Supremo para la Revolución Islámica en Irak tiene un brazo armado, que todavía permanece en Irán, que lanzó operaciones contra el régimen de Sadam Husein. Varios milicianos de la Brigada Baqr entraron con Al Hakim en Irak, aunque vestidos de civil.
A pesar de su clara oposición a la presencia estadounidense y británica en Irak, Abdelaziz al Hakim, hermano del ayatolá, es el representante del Consejo Supremo para la Revolución en el llamado Consejo de los Cinco, compuesto por las formaciones políticas y religiosas que negocian con las potencias ocupantes la formación de un Gobierno provisional.
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