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Reportaje:REPORTAJE

La mirada de la tribu batasuna

Al igual que en cualquier otra población pequeña, el forastero que se adentra por las empinadas calles de Orexa tiene la incómoda impresión de que hay miradas vigilantes que estudian sus pasos. Sólo que aquí esas miradas, la del hombre que arregla un tejado, la del joven que espera al volante de un coche, la de las mujeres que miran desde la ventana del bar del pueblo, traslucen más desconfianza que curiosidad, más hostilidad potencial que extrañeza. El pueblo de Orexa (u Oreja, como se le llamaba hasta hace unos años) se encuentra alerta y a la defensiva porque hace ya semanas que espera la llegada de esas gentes del PP que han osado presentar una candidatura municipal alternativa.

El español caracterizado de 'ultra' es el edil madrileño Fernando Martínez Vidal. Y el suplente, Miguel Ángel Rodríguez, ex portavoz del Gobierno central
La candidatura del PP ha venido a alterar el bucólico microcosmos local de Orexa y de la vecina Lizartza, dominada igualmente por Batasuna
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La plataforma electoral Orexarrak Bidean (Los de Orexa en el Camino), sustituta de la lista de Batasuna, no ha sido impugnada, así que los vecinos pueden decir con razón que "los del PP no tienen nada que hacer aquí". Lo que no quiere decir que el asunto no deje de resultarles sumamente perturbador. Esto de que el enemigo se atreva a hollar territorio liberado es considerado como una gran provocación, la prueba de que la ofensiva española está en su punto álgido. Y es que la iniciativa del PP tiene aquí una carga simbólica añadida, constituye un gesto de audacia superior al que conlleva la presentación de candidaturas en cualquier otra pequeña población.

Con sólo 83 habitantes, Orexa es un llamativo ejemplo del control social que Batasuna ejerce en gran parte de los pequeños municipios rurales vascos, un caso que prueba la tesis de que la presión resulta tanto más efectiva cuanto menor es el espacio sobre el que se aplica. Aunque Batasuna monopoliza muchos de esos ayuntamientos por la ausencia de una candidatura alternativa, el voto en esas poblaciones escapa siempre del obligado corsé de la lista única cuando las elecciones no son municipales y, aunque primando a la formación del alcalde, se distribuye entre las diferentes fuerzas. No es el caso de Orexa, y de ahí su excepcionalidad. Desde las primeras elecciones democráticas de 1977, esta población vota abrumadoramente a Batasuna, o a sus siglas precedentes, en un porcentaje superior incluso al 90% de los votos, independientemente del tipo de comicios, ya sean municipales, forales, autonómicos, generales o europeos. Nunca, en las dos décadas y media de historia de la democracia española, el PP, el PSE-PSOE o IU han cosechado un solo voto en esta población.

En las elecciones al Parlamento vasco de 1980 se produjo, sin embargo, el milagro. Cuando las urnas se abrieron apareció un voto para la ya desaparecida ORT-PTE, la única excepción entre los 2.000 votos acumulados en cinco lustros, una rareza que no se ha vuelto a repetir.

La actual alcaldesa, Miren Nekane Malkorra, de 34 años, sostiene que el apoyo masivo a su partido es fruto de la labor que Batasuna ha hecho en el Ayuntamiento, pero no aclara por qué las votaciones se repiten en todo tipo de comicios, cómo es posible que a lo largo de 25 años ningún vecino de Orexa haya cedido nunca a la tentación de salirse de la norma y votar a IU, al PSOE o al PP. "Bueno, el voto permanece estable por el trabajo que hemos hecho y por las ideas, porque nosotros", subraya, "queremos una Euskadi libre, somos independentistas. El voto es personal, aquí a nadie se le obliga", afirma. Es posible que en Orexa ni siquiera haya necesidad de eso. Claro que un antiguo vecino exige el anonimato como condición para hablar de su antiguo pueblo. "Es que aquí no se puede hablar porque te puedes llevar algo más que un disgusto", indica "Lo que pasa en Orexa", dice, "es que, como todo el mundo se conoce y hay familias emparentadas, tienes que amoldarte o marcharte. No puedes estar siempre enfadado con tus vecinos, porque dependes mucho de ellos. Y es que conocerse tanto es malo, todo el mundo sabe de qué pie cojeas", añade. "Si una familia se resiste y no entra en la sociedad en la que se reúnen los sábados por la noche, pues se pone en una situación incómoda, muy difícil. Lo normal es que poco a poco vayas pasando por el aro", indica.

'Lobos' en la Arcadia feliz

La candidatura del PP ha venido a alterar la Arcadia feliz de Batasuna, el bucólico microcosmos local de Orexa y de la vecina Lizartza, dominada igualmente por la misma formación. Sobre todo desde que el pasado día 2 el antiguo alcalde de Orexa Mikel Atxega -prófugo de la justicia, refugiado en México durante años, y hoy, al parecer, en Francia- advirtió en Gara, en un artículo en euskera, de la presencia de lobos que merodean por ambas poblaciones, en alusión a las candidaturas alternativas que el PP ha presentado en Orexa y el PNV en Lizartza. "Dicen que un español llamado 'bombita' ha ido a nuestro pueblo, con pistola al cinto, firme y orgulloso en apariencia, protegido por 'machaquitas' españoles, éstos también armados. Aparentemente muy valientes. Y a Lizartza ha ido un lobo vestido con una muy blanca piel de oveja, el señor Joseba Egibar, del PNV. Tanto el uno como el otro aparecen como si estuvieran enfrentados entre ellos. Unos a favor de España. Los otros dicen que trabajan por Euskal Herria. Es un tonto absoluto. Por la noche, en un caro hotel, se repartirán el botín entre ellos, se repartirán los corderos y ovejas robados. Por supuesto, los españoles se llevarán la mejor parte", escribe el antiguo alcalde.

El español caracterizado de ultra que se imagina Mikel Atxega es, en realidad, el actual concejal de Cultura y Deportes del Ayuntamiento de Madrid, Fernando Martínez Vidal, de 46 años, publicitario de profesión, amigo y colaborador del asesinado concejal donostiarra Gregorio Ordóñez. Y el suplente en la lista del PP en Orexa resulta ser Miguel Ángel Rodríguez Murcia, el ex portavoz del Gobierno central. Nacido en Chile de padres españoles, Fernando Martínez conoce bien Guipúzcoa porque desde que empezó a militar, primero en AP y luego en el PP, ha ayudado en muchas ocasiones a sus compañeros de esta provincia. Participó de hecho como candidato en la lista municipal de San Sebastián encabezada por Gregorio Ordóñez, y en muchas ocasiones ha echado una mano en las campañas electorales, en el buzoneo, pegada de carteles y reparto de propaganda.

Dice que estuvo una vez en Orexa, años atrás, "por supuesto desarmado y sin escolta", pero que, efectivamente, no conoce a ningún vecino de esa población. Sabe muy bien que el PP nunca ha tenido un voto ahí, tampoco cuando Marcelino Oreja, el antiguo delegado del Gobierno en el País Vasco, se presentó por esta población. "Lo importante", subraya, "es ofrecer una alternativa, una opción de libertad, aunque sea pensando en esos pocos votantes de Orexa que no pasan por las urnas. Como partimos de un listón tan bajo sólo podemos mejorar", dice con humor. El candidato del PP niega que su gesto sea puramente testimonial. "Yo soy español, y para mí tan español es Madrid como Orexa. En Euskadi hay una necesidad urgente de construir una alternativa de libertad y pluralidad al nacionalismo, me parece que ésa es una de las pocas cosas de la política que merecen actualmente la pena". Asegura que está dispuesto a contrastar opiniones con los vecinos de Orexa que lo deseen y que con su experiencia como concejal de Madrid, puesto que abandonará en junio, podría aportar cosas interesantes. "Tengo otras ocupaciones, pero me las arreglaría para encontrar el tiempo suficiente", indica apuntando a un supuesto más bien irreal. "Tampoco soy un loco", aclara, "de ninguna manera quisiera verme envuelto en un follón protegidos por guardias civiles". Dice que está preparando un folleto sobre su candidatura y que piensa buzonearlo en Orexa si la situación lo permite.

El valor más preciado

Es dudoso que la situación se lo permita. En su escrito al diario Gara, tras proclamar que "el valor más preciado del mundo consiste en que cada uno ame a su pueblo" y señalar que la "deuda" de ser de Orexa y patriota vasco la llevara consigo "hasta la muerte", el ex alcalde Mikel Atxega dice lo siguiente, a propósito de esos lobos que acechan a su buen pueblo-rebaño. "Pero me rodean muchas ovejas y rebaños, junto a buenos pastores y a perros de pastor. Tranquilos, por tanto. Los lobos se marcharán con el rabo entre las piernas. Si no se marchan iremos a por ellos".

El concejal del PP en Madrid Fernando Martínez Vidal, que se presenta como candidato a alcalde de Orexa, en San Sebastián.
El concejal del PP en Madrid Fernando Martínez Vidal, que se presenta como candidato a alcalde de Orexa, en San Sebastián.

Todos son uno

SITUADO EN LA MONTAÑA, al final de la carretera que nace a 4,5 kilómetros en Lizartza, límite con Navarra, Orexa es un pueblo tranquilo que dio a la cultura euskalduna un personaje como Nicolás Ormaetxea, Orixe, poeta nacionalista erudito y conservador represaliado tras la Guerra Civil, cuya figura escultórica ocupa un lugar destacado en el pueblo. "Pues, claro que es una población tranquila. ¿Contra quién se va a manifestar si son todos uno? Como no se manifiesten contra los ganados, contra las 1.800 ovejas que tienen allí en la granja...", comenta un antiguo vecino. Las únicas pintadas son el Gora Euskadi ta Askatasuna (Viva ETA) que da la bienvenida al visitante en la carretera de acceso al pueblo y la existente en el espléndido frontón cubierto que sitúa al conjunto de los partidos políticos, excepción hecha de Batasuna, bajo la acusación de enemigos del pueblo.

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