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El programa suizo de dispensación de heroína evita los contagios de sida

Los delitos asociados al consumo caen un 80% entre los beneficiarios

Ni uno sólo de los 1.700 drogadictos que participan en el plan suizo de dispensación controlada de heroína desde 1995 ha contraído el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) que causa el sida. Así lo señaló ayer en Bilbao el director de ese programa, Miguel Marset. El plan ha tenido además un efecto beneficioso sobre la seguridad ciudadana. La comisión de delitos asociados al consumo ha caído un 80% entre los beneficiarios.

Tras cuatro años de tratamiento, la delincuencia asociada al consumo (tráfico, robos para financiar la adicción) ha caído un 80% entre los heroinómanos que se han sumado voluntariamente al programa, según un estudio de este año de la universidad de Lausana. Marset presentó los resultados del programa suizo en el séptimo Congreso Nacional sobre el Sida que organiza la Sociedad Española Interdisciplinaria de Sida (Seisida).

El científico, que también ha sido asesor de un plan similar que ahora pone en marcha la Junta de Andalucía con 240 voluntarios, explicó que el programa no consiste en una "distribución indiscriminada" de la droga. Se trata de "un abordaje global e interdisciplinario" dirigido a consumidores que han fracasado en otros intentos de desintoxicación y tratamiento alternativo con metadona. "Si se dispensa de manera controlada e higiénica, la heroína se convierte en un medicamento con indicación terapéutica para los drogadictos", dijo Marset. "De hecho, a principios de siglo se usaba como calmante en Inglaterra, por ejemplo", añadió.

Con el apoyo de la red sanitaria donde se enmarca el programa de dispensación, los consumidores de heroína aprenden a cambiar sus hábitos. Abandonan la forma inyectada (la más peligrosa porque facilita la transmisión de enfermedades cuando se comparten jeringuillas) o se acostumbran a usar material seguro y a no compartirlo.

Esta conducta se mantiene incluso entre los voluntarios que abandonan el programa. De acuerdo con los datos del director del plan, sólo uno de los 23 pacientes que han abandonado el proyecto en los últimos siete años ha contraído el VIH, lo que "sugiere que el programa tiene un buen efecto sobre la reducción de riesgos ligados a la inyección" de drogas.

De los 1.700 voluntarios, un 15,3% ya era portador del VIH cuando entró en el plan. El porcentaje es superior al de los drogadictos que inician programas de sustitución con metadona (un 14% de infectados), "lo que puede imputarse a la selección preferente de voluntarios con larga historia de consumo de drogas por vía intravenosa", según Marset.

El programa tiene otras ventajas. La dispensación va acompañada de asistencia psicopedagógica, educativa, laboral y social. Ha mejorado la calidad de vida, el estado sanitario y la estabilidad psiquiátrica de los voluntarios, explica Marset. Además, ha permitido estudiar la evolución de la adicción, hasta determinar "una tolerancia techo" a partir de la cual los drogadictos no aumentan su dosis. Desde que comenzó, no se ha producido ni una sola sobredosis mortal. "Raramente" se han dado casos de efectos secundarios del abuso de opioides. Se ha producido un paulatino abandono del consumo inyectado por el oral. El inconveniente más frecuente ha sido la intoxicación por el consumo de heroína con otras drogas.

El mayor problema ha sido la dificultad para presentar los resultados de forma científica, una "excusa" utilizada por los detractores de la iniciativa, según Marset. Añadió que obedece a la dificultad de obtener datos de un grupo tan desestructurado como los heroinómanos y puntualizó que esto se ha resuelto para el ensayo andaluz (el cuarto europeo).

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