Hacer el oído al jazz
Unos 3.000 escolares de Córdoba se acercan a los ritmos y a la historia del género a través de conciertos didácticos
A pesar de los prejuicios, el jazz no es tan difícil de entender, sólo hay que presentarlo de forma amena y divertida. Así ocurrió en el Conservatorio Superior de Música de Córdoba, que se asemejó por momentos a las iglesias en las que el gospel se convierte en vehículo de comunicación divina. Pero en los conciertos didácticos no había pastores religiosos ni feligreses. Sus protagonistas fueron un grupo de profesores de los conservatorios Superior y Profesional de Música de Córdoba, también miembros de la Asociación Córdoba-Jazz, y los alumnos de primaria y secundaria que saltaron de sus asientos para cantar uno de los himnos de Louis Armstrong: When the saints go marching in.
Esta canción, que poca gente podría decir que no ha escuchado, interpretada a coro fue el colofón a unas sesiones didácticas auspiciadas por el Ayuntamiento de Córdoba en las que han participado unos 3.000 alumnos. Más que una ponencia monocorde, se trató de un guión ameno, realizado por el profesor de guitarra Antonio de Contreras, quien trataba de darle a la educación la improvisación tan propia del jazz.
La fórmula incluía mezclar chistes, ráfagas de guitarra, saxofón, piano y demás instrumentos que fabrican el jazz, fotografías de los artistas representativos y explicaciones sencillas. Todo bajo una íntima iluminación y la voz de Máximo Ortega, actor-narrador y auténtico gancho para los alumnos.
Más de un siglo de historia del jazz, desde el ragtime hasta la fusión con el rock, pasó ante los ojos y oídos de los alumnos que volvieron a las aulas con una mar de sensaciones. Para Álvaro, de 10 años y del Colegio García Baena, "es una música triste", se refería a los orígenes del jazz. Sus compañeros José María y Jaime, de 11 años, apuntan que no todo es triste, que después tiene "más ritmo porque se fusiona con el rock", comentan los chavales con el arrojo propio de un experto.
La profesora de Música del colegio García Baena, Isabel Molina, alaba la presentación de los contenidos: "Hay una motivación didáctica implícita que contagia al público". Así tras el espectáculo, los estudiantes protagonizaron debates frenéticos. Elisa, de 10 años, ha reconocido alguna canción que después del concierto buscará entre los discos de su padre. A todos les sonaron los acordes de la Pantera Rosa (The Pink Panter, de Henry Mancini), pero pocos sabían que se trataba de jazz. La mayoría de los alumnos del García Baena se decanta por Glenn Miller, fascinados por la calidad de su trompeta y por lo cómico de unos mofletes inflados exageradamente para dar aire a la música. A Miguel, de 16 años y alumno del Instituto Guadalquivir le tira más el flamenco. Él prefiere poner sus manos sobre el cajón, pero considera que el jazz y el flamenco están relacionados en el ritmo, el sentimiento y el compás.
Esta peculiar introducción al jazz parte de lo que el profesor de guitarra, Antonio de Contreras, considera un "vacío educativo" sobre un género de raíces que se ha fusionado con la clásica para dar el jazz europeo o con el mundo latino, en la bossa nova. La idea pretende hacer el oído a los que en un futuro se decanten por la especialidad de jazz que la Logse introduce en los conservatorios superiores. La modalidad aún no está implantada, pero el centro cordobés la ha solicitado a la Consejería de Educación para continuar lo que ya ha empezado.
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