Insospechada párabola política
En su terrible, demoledora novela Las partículas elementales, Michel Houellebecq pronostica que sólo una drástica mutación biológica salvará, de alguna forma, al género humano de su ineluctable destino trágico. Más modestos, pero en una línea no muy diferente, los responsables de esta segunda parte de X-Men -una cortesía, como la primera, de Bryan Singer, un director para todo- y, en general, del cómic en el que se basa la saga, propugnan la necesaria convergencia de humanos y mutantes en un universo en el que no rijan ya las discriminaciones por nacimiento; postulan, en definitiva, la comprensión y el respeto hacia el distinto.
Como tantas veces ha ocurrido en la historia del cine, el estreno de un filme, en realidad una gran superproducción, en tiempos convulsos ha vuelto a cargarse con las insospechadas armas de la parábola política: el mensaje en pro de un entendimiento entre los normales y los diferentes, hecho, además, contra la opinión de un belicoso, mesiánico y agresivo general, suena tras la desmadrada invasión iraquí a inopinado mensaje antibelicista, algo que a buen seguro no estaba en la mente de los responsables del producto, pero que cualquier espectador avisado puede hacer legítimamente suyo.
X-MEN 2
Director: Bryan Singer. Intérpretes: Hugh Jackman, Patrick Stewart, Halle Berry, Ian McKellen, Famke Janssen, Rebecca Romijn-Stamos, Brian Cox, Anna Paquin, Alan Cumming. Género: fantástico. EE UU, 2003. Duración: 120 minutos.
Imagen por ordenador
Quien no quiera leer así un producto, por otra parte, hecho con la sana intención de que el respetable no se aburra, puede darse sin más al regocijo, y a fe que tiene a qué agarrarse. Continuación estilística, de situaciones y de personajes de la primera parte, X-Men 2 juega, con el desparpajo ya mostrado, con algunos ítems particularmente afortunados. Uno es el carácter cambiante y los poderes de la mayor parte de los personajes, lo que hace que la virtualidad de la imagen por ordenador se convierta en un terreno minado para el sentido captado por el espectador: nunca se sabe ante qué estamos, si un personaje es tal por la apariencia que de él reconocemos; a qué responde la situación ante la que, de improviso, el montaje nos sitúa...
Verdadero rompecabezas, película hecha para ser disfrutada sin anteojeras, X-Men 2 es también, y a diferencia de lo que suele ocurrir en este tipo de productos masivos, una perfecta continuación de la película fundacional. Es decir, que no se ha escatimado en ella una fuerte inversión, la repetición de los actores, la construcción de un sólido guión genérico... Las semillas, en suma, de una fructífera continuación futura.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.