Rusia ha perdido dos millones de habitantes en doce años

Rusia sigue perdiendo población, tendencia que continuará por lo menos en el próximo cuarto de siglo. Así lo confirman los resultados preliminares del censo celebrado en octubre pasado y dados a conocer ayer, según los cuales la actual población de Rusia es de 145,2 millones de habitantes, contra 147 en 1989. La pérdida de habitantes se debe al crecimiento natural negativo de la población, que sólo en parte ha sido compensado por la inmigración.

Rusia ocupa hoy el séptimo lugar del mundo por población, después de China, India, EE UU, Indonesia, Brasil y Pakistán.

El torrente inmigratorio a Rusia prácticamente se ha detenido en los últimos dos años, ya que estaba constituido en su mayoría por rusohablantes de los países que antes formaban parte de la Unión Soviética. Este proceso ha llegado a su fin natural, y en los próximos años la caída de la población irá en aumento, según pronostican los sociólogos. Como ejemplo, se puede citar el año pasado, cuando el número de muertes sobrepasó al de nacimientos en 935.000, y sólo llegaron 78.000 inmigrantes; mientras tanto, en 1994, por ejemplo, la cantidad de inmigrantes casi equilibró la pérdida natural de habitantes: 811.000 contra 870.000.

El crecimiento negativo no sólo se debe al hecho, natural en los países desarrollados, de que las mujeres tienen muchos menos hijos que antes -normalmente uno o dos-, sino también a que la esperanza de vida al nacer es en Rusia muy baja para los hombres y continúa descendiendo: 58,4 años. Por cada cien mujeres hay sólo 125 nacimientos, y para mantener la población al nivel actual se necesitaría por lo menos el doble, algo que, según los sociólogos, ya no sucederá nunca en Rusia.

La pérdida natural de habitantes se ve agravada en algunas regiones por los procesos migratorios: la gente abandona ciertas zonas difíciles y se muda a otras con más perspectivas. Así, en el Extremo Oriente ruso, la población de Chukotka se ha reducido en tres veces y la de la provincia de Magadán en dos. En general hay una clara tendencia a emigrar de Siberia y de las zonas del extremo norte hacia las zonas central y sur de Rusia. Actualmente, las ciudades con más de un millón de habitantes han aumentado a 13, gracias a Volgogrado. La más poblada es, por supuesto, Moscú, con 10,4 millones, seguida de San Petersburgo, con 4,6. Las otras ciudades millonarias son Cheliábinsk, Kazán, Nizhni Nóvgorod, Novosibirsk, Omsk, Perm, Rostov del Don, Samara, Ufá y Yekaterinburgo.

La proporción de gente que vive en el campo y en las ciudades prácticamente no ha variado: en 1989 era de 26,6% y 73,4%, respectivamente, mientras que hoy es de 26,7% y 73,3%. Esto demuestra que el proceso de urbanización de la población está casi agotado. Por cada mil hombres hay un promedio de 1.149 mujeres (1.167 en las ciudades y 1.101 en el campo). Sólo en cinco regiones, todas en el extremo norte, el número de hombres supera al de mujeres.

Entre los datos curiosos y preocupantes para las autoridades está la cantidad de pueblos fantasma: 55.000. Existen en el mapa, téoricamente en ellos hay registradas personas, pero nadie vive en 17.000 de ellos y en 38.000 el número de habitantes no sobrepasa los 10. Todo esto representa un serio fardo para las municipalidades, que mantienen caminos, agua y tendidos eléctricos y de gas prácticamente para que nadie los use, con el agravante de que la inmensa mayoría de ellos se hayan en regiones apartadas y de difícil acceso.

El primer ministro, Mijaíl Kasiánov, montó en furia al enterarse de que se gastan millones de rublos en mantener esos pueblos vacíos.