París dice que defender la ley no merece castigo
Ni Jacques Chirac ni su primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, dijeron ayer una sola palabra respecto a las represalias esbozadas el día anterior por el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, por la actitud francesa durante la crisis que desembocó en la guerra de Irak. La reacción francesa se limitó a una declaración del ministro de Exteriores, Dominique de Villepin, sobre el derecho de su país a "defender la legalidad" y a "continuar haciéndolo en cualquier circunstancia", considerando que esto no puede ser motivo para recibir un "castigo" por parte de Estados Unidos.
"Somos amigos y aliados, nuestra relación es fuerte", argumentó el jefe de la diplomacia francesa. "No deberíamos hablar de sanciones. No deberíamos ser castigados por haber defendido la legalidad internacional", dijo a los periodistas que le siguen en un viaje que le llevó ayer de Ankara a Ammán, y cuya siguiente etapa es Teherán. El portavoz del Ejecutivo, Jean-François Cope, comentó en París que las alusiones de Powell "no se corresponden" con la realidad de las relaciones entre Francia y Estados Unidos.
Encabritados en el fondo, pero flemáticos en apariencia, los dirigentes franceses escogieron la actitud de templar los ánimos a la espera de que De Villepin pudiera hablar con Powell. La llamada se produjo anoche, cuando De Villepin estaba en Jordania. Fuentes francesas atribuyeron al secretario de Estado norteamericano "una apreciación positiva" sobre la iniciativa francesa de suspender las sanciones civiles contra Irak, pero no informaron acerca de si hubo aclaraciones respecto a las sanciones contra Francia contempladas por la Administración de George W. Bush.
Fuentes diplomáticas de París trabajan con la hipótesis de que Estados Unidos presionará para marginar a Francia en la OTAN, dando mayor protagonismo a su estructura militar -a la que París no pertenece- y que Washington se opondrá con firmeza a que la política europea de seguridad se construya al margen de la OTAN.
Golpe político a París
Nadie había dado demasiada importancia a una apelación anterior del número dos del Pentágono, Paul Wolfowitz, para que se "castigue" a Francia. Sin embargo, las fuentes consultadas consideran mucho más grave la advertencia de Powell. A juicio de aquéllas, el vicepresidente norteamericano, Dick Cheney, y el jefe del Pentágono, Ronald Rumsfeld, quieren aprovechar la rápida victoria militar para asestar un golpe político contra París.
Ayer se publicaron los primeros sondeos que reflejan un ligero retroceso de la popularidad de Chirac, tras varios meses de alzas. La rápida victoria de la coalición británico-norteamericana sitúa a Francia en una cierta sensación de aislamiento, que se reforzó en el coloquio celebrado el lunes en París con José María Aznar y otros líderes conservadores europeos, que se pronunciaron a favor de la relación trasatlántica. Después de escuchar a los que hoy aparecen como los mayores aliados de Estados Unidos, el muy chiraquista Alain Juppé -actual presidente del partido que gobierna en Francia- les contestó: "Yo también estoy de acuerdo. Pero, ¿lo que se está proponiendo es una relación de socios o un protectorado?".
Una reunión técnica de Naciones Unidas sobre el tema del "desarrollo sostenible", oportunamente prevista en París para mañana y pasado, permitirá a Chirac reunirse con el secretario general de la ONU, Kofi Annan, en un momento delicado para el presidente francés.
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