Empresarios obsequiosos

Los presidentes de la patronal autonómica Cierval, Cámara de Comercio de Valencia, Feria y Autoridad Portuaria se descolgaron la semana pasada con un manifiesto de apoyo sin matices a la política económica del partido gobernante y, por ende, a su candidato a la Generalitat, Francisco Camps, con quien posaron para los medios de comunicación a fin de obviar el menor equívoco. Debemos suponer que ha sido un pronunciamiento libre e incondicionado, aunque parece que muy personal, en tanto que carente del debate previo y consiguiente aval de los entes que representan. Así, al menos, se ha entendido desde la oposición. El socialista Joan Ignaci Pla los ha calificado con términos desabridos, más propios de un mitinero que de una aspirante a presidir el Consell, y José Luis Rodríguez Zapatero les ha cuestionado su representatividad.

Por otra parte, y desde la misma constelación de la patronal, se han dejado oír notables discrepancias y elocuentes silencios. Entre estos, y a nuestro juicio, el de la Asociación Valenciana de Empresarios (AVE) -la flor y nata económica-, cuyos criterios, nunca vinculantes, son en cambio insoslayables para todos los agentes de la vida pública valenciana. Y por ahora no han dicho esta boca es mía, aunque a título particular y confidencial no ha faltado quien se haya hecho cruces por lo que nos ha descrito como un "ejercicio torpe de obsequiosidad", fina metáfora de la "cabotá", que apostilló sin melindres otro. En fin, que tampoco están por la labor de significarse ostentosamente y no hay que ser adivino para pronosticar marejada en el conglomerado empresarial valenciano, más plural de lo que los dirigentes cuestionados pueden pensar.

No vamos a caer en el tópico de mentar la neutralidad e independencia que habrían de ser propias de entidades como las que protagonizan este episodio electoralista. No lo son, ni lo pueden ser, habida cuenta del nexo umbilical que les funde con el poder establecido. Por otra parte, es indudable que su vocación predominante es de signo conservador y que encuentra más confortable un gobierno de derechas que otro menos derechizado, que es la única alternativa. Pero precisamente por ser conservadoras e involucradas en el mundo de los negocios, han de atenerse de manera prioritaria a sus conveniencias. Y su conveniencia esencial es mantener los puentes con el gobernante de turno, tanto más cuando tienen la experiencia de que con el PSPV-PSOE les fue tan bien o mejor que con el PP. ¿O es que ya no recordamos el idilio entre patronos y socialistas?

Pero no todo ha de ser crítica negativa. Esta profesión de fe electoral que comentamos tiene su lado bueno y es que, de no revalidar el PP la mayoría absoluta, los intrépidos empresarios que nos ocupan van a tener que dejar sus poltronas, lo que en los casos de Arturo Virosque (Cámara) y Rafael Ferrando (Cierval), según hemos podido percibir, puede propiciar gran contento entre esos estamentos. Tanto es así que no es descabellado maliciarnos que han dado este paso para aliviar su precariedad al frente de sus respectivos tinglados. No es una conclusión amable, pero sí más indulgente que suponerles genuflexos ante el requerimiento apremiante de los populares que han tocado a rebato contra tibios, independientes y neutrales.