Blair negocia con Brown el retraso del referéndum del euro
El primer ministro quiere dejar una puerta abierta a un posible cambio en esta legislatura
Tony Blair y Gordon Brown han llegado a un pacto para no convocar este año un referéndum sobre el ingreso de la libra esterlina en el euro. Pero el primer ministro y el canciller del Exchequer (ministro de Economía) libran un pulso feroz sobre el calendario. Mientras Brown quiere renunciar al euro durante bastantes años, quizá cinco, Blair desea dejar abierta la puerta a un cambio de posición en esta legislatura, que puede prolongarse legalmente hasta junio de 2006. Este nuevo retraso amenaza con debilitar la posición de Blair en el seno de la Unión Europea.
El pacto no es oficial, pero se da por hecho en la prensa desde hace días. Primer ministro y canciller llevaban semanas lanzándose mensajes a través de los diarios, que han cristalizado en este pacto. Se desinflan así las especulaciones sobre un rápido referéndum con el doble objetivo de aprovechar el impulso de popularidad conseguido por Tony Blair con la victoria militar en Irak y tomar la única decisión que de verdad cicatrizaría las heridas de estos meses en el seno de la UE.
En contra de ese ingreso rápido hay muchos argumentos que se pueden contraponer con otros tantos a favor. Pero de los grandes obstáculos, que hace dos años dificultaban el ingreso en el euro, sólo ha desaparecido uno: la alta paridad de la libra. La esterlina cotizaba ayer a 1,437 euros (239 pesetas), cifra aceptable por la industria británica. El otro, la posición de Brown, que sigue siendo un muro infranqueable para los partidarios del euro.
Brown es aún el elemento clave. Sus reticencias frente al euro le dan un plus de credibilidad a la hora de pedir el voto a favor del ingreso. Pero su posición parece siempre condicionada por la ambición personal de ser el próximo primer ministro, de acuerdo con el pacto suscrito entre ambos al formar el ticket que tomó el poder en el Partido Laborista en 1994.
Cada vez da más la sensación de que es el pulso personal entre ambos políticos lo que impide la entrada de la libra en el euro. Los argumentos en contra tienen ahora peso, pero ninguno es decisivo ni insuperable una vez que la libra ha alcanzado una paridad aceptable para la industria. Las cinco condiciones que Brown puso para el ingreso, todas subjetivas y referidas a la coordinación de los ciclos económicos, es decir que beneficie al Reino Unido en materia de flexibilidad laboral, inversión extranjera, la City (Bolsa) y crecimiento y creación de empleo, condiciones que ya se cumplen a juicio de muchos economistas.
Ahora se cita entre los impedimentos que el objetivo del Banco Central Europeo sea el control de precios y no el crecimiento, o se cuestiona su legitimidad democrática olvidando que está sometido al escrutinio del Parlamento Europeo de la misma manera que el Banco de Inglaterra rinde cuentas a la Cámara de los Comunes.
El argumento de que la actitud de Francia contra la guerra ha debilitado la posición pro euro se sustenta en algunas encuestas, pero en realidad ha habido más ruido antifrancés desde el Gobierno al culpar a París de la ruptura de la vía diplomática que desde una población que en gran parte compartía la posición francesa de dar más tiempo a los inspectores de Naciones Unidas.
Elecciones municipales
El retraso en el referéndum no será comunicado por Gordon Brown al Parlamento hasta después de las elecciones municipales del 1 de mayo. Pero algunos ministros han hecho saber que quieren un debate en el Gabinete antes. Es el caso del ministro de Educación y peso pesado laborista, Charles Clarke. Y sobre todo de Peter Hain, un político de gran personalidad y en permanente ascenso que en las últimas semanas se ha convertido en la voz de Blair en los momentos delicados.
El objetivo de Blair es cercenar la posición de Brown y obligarle a acatar la voluntad general del Gabinete de dejar las puertas abiertas a un referéndum en esta legislatura. A Brown no le falta razón al defender que es mejor despejar las incógnitas por un periodo relativamente largo, quizás cinco años, porque la actual incertidumbre sobre el euro no beneficia a la economía británica. Pero a estas alturas, tanto un largo aplazamiento como un año más de incertidumbre corren el riesgo de afectar negativamente la imagen europeísta de este Gobierno, debilitar la posición de influencia de Blair en el Consejo Europeo y, quizás, reducir de manera muy significativa las inversiones de aquellas empresas extranjeras que creían que la libra iba a entrar en el euro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.