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Las nuevas autovías de Cataluña apenas son el 3% de las españolas

Xarxa Viària denuncia el perjuicio para la economía catalana

El crecimiento del puerto de Valencia a costa del de Barcelona tiene múltiples causas, pero una de ellas es la apertura de la autovía gratuita con Madrid. Llevar las mercancías desde la capital española al puerto de Valencia es más rápido y barato que hacerlo al de Barcelona, con más kilómetros y, además, de peaje.

Y la cosa no acaba ahí. El plan de autovías del Ministerio de Fomento prevé la unión de Valencia y Zaragoza. En este caso la distancia no será disuasoria, pero sí el peaje. "La situación juega contra la economía catalana", explica el gerente de Xarxa Viària, Jordi Carrillo, quien denuncia que de los 7.294 kilómetros de autovías que hay en España, a Cataluña le corresponden menos de 400. "Esa es la cifra máxima, digan lo que digan los anuarios del Ministerio de Fomento", añade, en referencia a la circunstancia de que Fomento haya hecho crecer en unos 300 los kilómetros de autovías en Cataluña por el método de denominar así a simples carreteras en las que no se ha hecho ningún tipo de obra. El desequilibrio entre el tipo de vías rápidas se ha acentuado en el último decenio y el resultado es que las nuevas autovías catalanas representan sólo el 3% del total de España."El problema", explica Carrillo, "es el desequilibrio". Y conviene mirar el asunto a largo plazo. El análisis de un año puede distorsionar la perspectiva, pero el largo plazo no engaña. En 1987, cuando España abordó la construcción de autovías al amparo de la posibilidad de captar ayudas de la Unión Europea, la red de autovías sin peaje sumaba 643 kilómetros, de los que un centenar estaban en Cataluña. Casi 20 años después, los primeros se han convertido en 7.294, de los que unos 340 se hallan en Cataluña.

Es decir, en Cataluña las autovías apenas han supuesto 200 kilómetros sobre los casi 7.000 construidos en todo España. Y casi todos ellos durante el periodo de gobierno socialista o a cargo del Gobierno catalán.

Las últimas obras de este tipo realizadas en Cataluña son los 83 kilómetros que van de Lleida a Cervera, en la Nacional II; los 33 de Martorell a Igualada, en la misma carretera; los 18 kilómetros de la autovía del Baix Llobregat; los 15 de la variante de Reus; 11 kilómetros entre Mataró y Granollers, y 14 kilómetros en el Eix del Llobregat. Las dos últimas obras realizadas por el Gobierno catalán.

Entre las programadas que apenas se mueven hay más: desdoblamientos varios en la Nacional 340, en el área de Tarragona, con 130 kilómetros previstos; la orbital entre Terrassa y Abrera; parte de la autovía del Baix Llobregat; el tramo Vic-Olot-Figueres y hasta la frontera, y el eje que unirá Tarragona y Montblanc, además de la autovía Lleida-Vielha.

El Gobierno del PP ha construido alrededor de 2.000 kilómetros de autopistas, poquísimos de ellos en Cataluña y los inaugurados son obras proyectadas antes de 1996 (año en que ganó las elecciones el Partido Popular). "Esto es normal, porque las obras de infraestructura tienen un largo periodo de maduración", opina Jordi Carrillo, quien ya no considera tan normal que en Cataluña siga existiendo un amplio desequilibrio entre los kilómetros de peaje y los que pueden ser recorridos sin pagar directamente.

El crecimiento de infraestructuras tan importantes como los puertos está directamente relacionado con la forma en que llegan las mercancías. Pagando un sobreprecio por las vías de peaje, mayoritarias en Cataluña, o gratis, como ocurre con la autovía de Madrid-Valencia. La proyectada autovía entre Zaragoza y Valencia puede dejar aún peor parado al puerto barcelonés.

Carrillo, que acaba de publicar un estudio sobre la situación, incluido en el volumen colectivo Catalunya, societat massa limitada, señala también que la inflación de kilómetros libres de peaje que reflejan los anuarios del Ministerio de Fomento sólo se produce en Cataluña. "En ninguna otra comunidad se pasan a considerar autovías un montón de carreteras que, claramente, no lo son". El objetivo, en su opinión, es muy claro: refutar las críticas del movimiento antipeajes que cuenta con un amplio respaldo de la población, traducido en las pitadas ante las cabinas de peaje en diversas ocasiones.

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