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Reportaje:

Las vitrinas vacías de La Alcazaba

Las diferencias entre el Ayuntamiento de Málaga y la Junta retrasan la exposición de piezas arqueológicas en la fortaleza árabe

La Alcazaba de Málaga, fortaleza construida durante el mandato del rey de Taifas Badís el Ziri, en el siglo XI, ha albergado algunas de las piezas que componen la sección arqueológica del Museo de Málaga desde 1949 hasta 1996, año en el que comienza la restauración de los Cuartos de Granada, donde se exponían los restos arqueológicos, y las piezas, propiedad del Ministerio pero gestionadas por la Junta, se guardaron en unos almacenes de la ciudad.

Durante la Semana Santa de 2001, la Junta de Andalucía, responsable de las obras de consolidación en el monumento árabe, entregó las llaves al Ayuntamiento de Málaga, gestor de la fortaleza. Cuando el monumento se volvió a abrir al público las vitrinas estaban vacías. Desde entonces continúan así. El desencuentro entre la administración local y la regional ha dilatado durante dos años la cesión de la colección de vestigios históricos destinados a explicar al público visitante la vida en la ciudad árabe.

Hasta 1996, las ahora desiertas vitrinas albergaron distintos objetos relacionados con la historia de la ciudad desde la prehistoria, como puntas de sílex, ídolos neolíticos, hallazgos cerámicos de todas las épocas, diversos mosaicos romanos y, sobre todo, gran cantidad de piezas islámicas, entre ellas magníficos atauriques califales realizados en yeso.

En septiembre de 2002, según datos de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, la Dirección General de Instituciones del Patrimonio Histórico de la Administración regional remitió al Ayuntamiento el borrador del contrato entre el Ministerio de Cultura y el gobierno local de la ciudad. El desacuerdo que había mantenido vacío el espacio expositivo de la Alcazaba durante más de un año parecía estar a punto de solucionarse.

Sin embargo, en febrero de 2003, el Ayuntamiento remitió a Cultura un informe de la Asesoría Jurídica y de Intervención pidiendo el cambio del contrato por un convenio de colaboración entre administraciones. Desde entonces, el gabinete jurídico de la Junta trabaja en un informe que, en pocos días, hará llegar al Ministerio de Cultura. Pero el problema es que este formulismo legal vuelve a dejar sin fecha la cesión de las piezas.

"Lo que ocurre es que no hay voluntad y ya está. Cuando le hemos dado todo lo que nos pedían, informes técnicos, proyecto expositivo, hacen un contrato en lugar de un convenio, que es, según un informe de nuestro departamento jurídico, lo que debía hacerse", dice Ana Rico, concejala de Cultura del Ayuntamiento de Málaga. "Yo siempre he dicho que esas piezas no se iban a ver hasta después de las elecciones y parece que voy a tener razón", añade.

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"Todo cae en el absurdo. Si hubiésemos seguido con la fórmula del contrato y el alcalde hubiera firmado, las piezas ya estarían en manos del Ayuntamiento hace un mes", asegura, sin embargo, la delegada de Cultura de la Junta de Andalucía, Rosa Torres.

"Cada vez que hemos dado una solución ellos han planteado una situación nueva, por lo que volvemos atrás", añade Torres, quien también afirma que la Junta ha ofrecido un contrato de depósito durante dos años prorrogables. "Eso una excepción, porque nunca se hacen depósitos tan a largo plazo", comenta la delegada de Cultura.

Un interminable tira y afloja

Las 70 piezas arqueológicas que han desencadenado el largo enfrentamiento entre las administraciones local y regional siguen viviendo en el anonimato de unos almacenes de la Avenida de Europa, en la capital malagueña. Por ahora, ningún visitante de La Alcazaba puede conocer el rico patrimonio encontrado en el subsuelo de una ciudad construida sobre las civilizaciones anteriores.

Según relata el Ayuntamiento, el 30 de mayo de 2001 se efectuó la primera petición de piezas para exhibir en el espacio expositivo de la Alcazaba. "Pedimos lo mejor de los fondos, lo que nosotros conocíamos y era más representativo, pero nos dijeron que no", recuerda Ana Rico, que asegura que, además, la respuesta la recibieron en su departamento "casi cinco meses más tarde".

"Nos pidieron piezas que rompían el discurso del museo y que, además, formaban parte de una colección. Si cedemos esas piezas dejamos el resto sin contextualizar", se justifica Rosa Torres.

Tras serle denegada su primera petición, la concejalía de Cultura recibió un listado alternativo de piezas. La Consejería también pidió a la administración local que le presentara el proyecto de difusión cultural y arqueológica que pretendía llevar a cabo en la Alcazaba.

"Eso nos obligó a empezar de nuevo. Tuvimos que solicitar la ayuda del Gabinete Pedagógico del Museo Arqueológico Nacional para elaborar el proyecto. También nos pidieron planimetría, informes de seguridad, informes de conservación; en definitiva, todo tipo de cuestiones técnicas que fuimos trabajando y que terminamos de mandar a la Junta en noviembre de 2002", prosigue la concejala.

Cuando ya todo parecía estar listo, el proyecto de exposición se tramitó ante el Ministerio de Cultura, que dio su beneplácito. "Con esas bases se redactó el contrato", sostiene la responsable de la delegación de la Junta.

"Nosotros tenemos el diseño de la exposición, los catálogos a falta de las fotografías de las piezas, la documentación, lo tenemos todo. Pero están poniendo trabas. Si la Alcazaba estuviese gestionada por la Junta ya tendría las piezas expuestas desde hace por lo menos un año; de eso estoy completamente segura", añade indignada Ana Rico.

"A lo largo de todo este proceso siempre hemos mostrado la mejor disposición; nunca hemos puesto trabas", asegura Torres. "Lo que ocurre es que cada vez que resolvemos un problema, a ellos se les ocurre otro capricho nuevo, y eso es lo que realmente hace que esta situación se eternice", concluye por su parte la Delegada de Cultura de la Junta.

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