'Demonios en el jardín' y 'La buena estrella'

Dos películas fundamentales en la carrera de sus directores aparecen la próxima semana con EL PAÍS. Si Demonios en el jardín, de Manuel Gutiérrez Aragón, que se entrega el sábado por 5,95 euros, supuso la confirmación como una voz singular del director cántabro, nacido en Torrelavega en 1942, dentro del panorama del cine español, La buena estrella -el domingo por 1,95 euros- ha sido la película fundamental en la carrera de Ricardo Franco, que proporcionó cinco goyas al realizador, muerto un año después de alcanzar el éxito con este drama protagonizado por un triángulo que formaban Maribel Verdú, Antonio Resines y Jordi Mollà.

Demonios en el jardín, estrenada en 1982, reunía en el reparto a Imanol Arias, Ana Belén y Ángela Molina, actriz que después repetiría experiencia con Gutiérrez Aragón en La mitad del cielo, donde conseguiría uno de los mejores papeles de su carrera. El filme cuenta, a través de la mirada de un niño (Álvaro Sánchez Prieto) que desea recuperar la figura de su padre, quien trabaja a las órdenes de Franco y de quien tienen noticias a veces a través del Nodo, el panorama y la triste vida de la España de posguerra. El luto y el hambre se alzan como telón de fondo en esta historia en la que también se vislumbran las pasiones de la madre y la tía del niño, y en la que se mezclan los estragos de la victoria nacional en las espaldas de una familia que hace carrera con el estraperlo y en la que no faltan tampoco el humor y la ironía como formas de escape en un guión firmado por el realizador junto a Luis Megino.

Esta obra, una de las más importantes de un director con estilo propio y mundo personal muy poco común, del que había dado prueba ya en otros filmes anteriores como Sonámbulos, El corazón del bosque o Maravillas, consiguió el Premio de la Crítica Internacional en el Festival de San Sebastián y cosechó también galardones como el René Clair en Italia y dos en el Festival Internacional de Moscú.

Si Demonios en el jardín marcó el cine español de los años ochenta, La buena estrella, que se entrega el domingo, ha brillado de forma esencial en los noventa. Acercó al gran público a un realizador que se había centrado sobre todo en las minorías con filmes como Después de tantos años, Pascual Duarte, basada en la obra maestra de Camilo José Cela, El sueño de Tánger y Los restos del naufragio.

La historia de Rafael, Marina y Daniel llegó al público de manera honda. El carnicero lleno de humanidad y buenos sentimientos al que dio vida Antonio Resines, quien proporcionó un giro a su carrera con esta interpretación demostrando que puede ser un gran actor dramático, que se encuentra en su camino con una pareja de vagabundos tirados a los que da cobijo, conquistó éxito de crítica y público tras su estreno en 1997.

Triunfadora en los Goya

Fue la triunfadora indiscutible en la edición de los Goya de ese año con los cinco galardones que se llevó como mejor película, mejor director, mejor actor (Antonio Resines), mejor música (Eva Gancedo) y mejor guión original, que cayó en manos de Franco y Ángeles González Sinde. Verdú y Mollà figuraban como candidatos a mejores intérpretes, no se llevaron el premio, pero la película supuso un impulso enorme para sus carreras.

La buena estrella también obtuvo un gran reconocimiento internacional. Fue exhibida en Cannes, donde consiguió una mención especial del jurado. Y en Mar del Plata, donde triunfaron Franco, como director, y Resines y Mollà como mejores actores; aparte de en el Festival Internacional de San Diego, California, donde también se reconoció la labor del realizador.

La intención de Ricardo Franco con este filme fue hacer una película de amor. "No me quiero poner romántico, pero por amor uno hace las cosas más raras y traga lo que sea", aseguraba el día de la presentación de la película en Madrid.