Martirio
Hotel Glam explota el filón de los líos. Ni los más viejos del lugar recuerdan ya cuáles eran las reglas iniciales del concurso. Las nominaciones han perdido emoción, y lo que predomina es un alocado baile de vanidades, esperpentos, desmayos, peleas entre parientes y sospechosas reconciliaciones.
No ver la tele
La susceptible Tamara le contaba al peluquero Juan Miguel: "Tú no sabes quién es Malena Gracia porque no ves mucho la tele". No ser un teleadicto, pues, es la mejor arma de Juan Miguel. Lo mismo le ocurrió a Matías, de Gran Hermano 4, que estuvo a punto de ganar el concurso precisamente porque ignoraba las normas del medio y de su desproporcionada onda expansiva. Pero cuidado: cuando deambuló por diversos programas ofreciendo su desinhibida simpatía no se comió un quiqui. Había perdido gran parte de su poder de seducción, quizá porque ni mordía ni insultaba, a diferencia de algunos de sus compañeros de GH, que, sin tener el encanto del argentino, siguen allí, alimentando a la insaciable bestia.
Vacío y boquete
El miércoles, de madrugada, La mandrágora (La 2) homenajeó a Jorge Oteiza, explorador del vacío a partir de la materia. El indomable escultor vasco apareció diciendo: "La vida ya no me sienta bien. Siento la dulzura cercana de la muerte". En cierto modo, la televisión es una forma de más allá. El documental pasó de puntillas sobre su biografía y, como manda la corrección necrológica, no profundizó en los matices de un combate entre el abandono voluntario de la escultura y un discurso filosófico que fue mosca cojonera de las instituciones y beligerante con el más rancio academicismo. Un boquete en la pantalla del televisor habría sido un buen complemento a este insuficiente homenaje. No le deseo a Oteiza que descanse en paz porque se aburriría. Si su vida fue conflicto y movimiento inconformista, que siga vibrando la llama de su memoria.
Infantil
Semana grande para los niños. Cristos crucificados, con sangrientas coronas de espinas, martirios varios, penitencias, vía crucis, procesiones, cadenas arrastradas y cofrades arrepentidos como el ministro Trillo. Ante el televisor, los hijos preguntan a sus padres: "¿Qué es todo eso?" (para ellos, la palabra amén es la versión masculina de la palabra Amena). Y los padres, como buenamente pueden y rehuyendo la historia sagrada por un lado y la ortodoxia psicopedagógica por otro, no saben qué responder. Los niños están asustados, como es normal, y miran a sus progenitores con cara de no entender por qué les prohíben tajantemente ver El diario de Patricia y no estas manifiestas exhibiciones de dolor colectivo. Y cuidado con cambiar de canal: pese a ser Jueves Santo, allí (Antena 3) está Schwarzenegger pegando tiros, lanzando bombas y despellejando al personal.
