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Entrevista:JOSÉ PLUMED | Podador del Jardín Botánico de Valencia

"Los árboles son un hervidero de vida"

Miquel Alberola

Pregunta. ¿Es una especie de cirujano vegetal?

Respuesta. Yo no lo llamaría así. Soy un trabajador del árbol que intenta conocer cómo funcionan para poder darle el tratamiento adecuado. Sí sería una especie de médico del árbol, aunque también sería excesivo.

P. Entusiasmo le habrá puesto el mismo.

R. O más, porque me he tenido que ir a Francia, Suiza e Inglaterra para poder formarme. La falta de formación reglada dificulta mucho nuestro oficio.

P. ¿Para aprenderlo hay que irse todavía?

R. Así es. Si se quieren aprender bien las técnicas, aquí en España sólo podemos enseñar un poco lo que hay fuera. Ver cómo se hacen las cosas en otros sitios siempre va bien para tener criterio, y en nuestro trabajo el criterio y el estudio previo del árbol en profundidad siempre van bien.

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P. No hay suficiente con un vistazo.

R. Si el árbol es pequeño y está bien plantado, sí. Pero tenemos dos problemas muy serios. El primero es que los arquitectos no son especialistas en el paisaje. Santiago Calatrava, por ejemplo, ha hecho un umbráculo y le ha metido palmeras, que en los próximos tres años, si no las cortan, lo levantarán. El segundo es que los arquitectos se asesoran con los agrónomos, que no conocen los árboles. Sólo estudian una hora de arboricultura ornamental en toda la carrera. Los errores en nuestras ciudades son más de concepción del diseño que del tratamiento que le dan los profesionales del árbol.

P. ¿Dónde se ve mejor eso?

R. En que todos los árboles de la ciudad son iguales. Da lo mismo que sean cónicos o estirados: no generan la belleza que poseen. La escasa formación de arquitectos y técnicos son la causa de muchos problemas: cultivos inadecuados, mala elección del lugar de plantación, especies incorrectas,... Poner grandes árboles en espacios pequeños es condenarlos a una lenta agonía hasta su muerte.

P. ¿Qué explica que Valencia esté llena de esa especie de cocoteros?

R. Son palmeras washingtonias y la explicación es que son baratas y crecen rápido. Nosotros vivimos en el Mediterráneo y deberíamos tener datileras, canarias y margallons. Ése sería nuestro paisaje.

P. ¿Qué relación mantiene con los árboles del Botánico?

R. Tras 15 años he establecido un vínculo en el que me siento muy unido a ellos. Además tengo la posibilidad de mirarlos desde arriba, desde donde se ven como ancianos llenos de problemas como nuestros mayores. Tienen osteoporosis, cavidades, nidos de pájaros... son un hervidero de vida.

P. ¿Sube a pelo a los árboles?

R. No. Cuando empecé me encontré con que la gente se jugaba la vida de una forma exagerada. En 1988 fui a trabajar a Kew Gardens, el Botánico de Londres, y allí vi un utensilio forestal: la bicicleta, que son dos flejes de acero unidos a unos pies que funcionan por presión y permite ascender con seguridad. Me gustó y me lo traje.

P. ¿Cuál es el árbol del Botánico que más venera?

R. El que más me gusta es el ginko biloba, un árbol fósil que en otoño parece lleno de monedas de oro. El que más me impresiona, una carya illionensis, que es como un nogal de 42 metros de altura. Otro que me gusta es la araucaria bidwillii, el árbol pehuén con cuyas semillas se alimentaban los nativos. También la chorisia speciosa. Y la palmera que más me gusta es la jubaea chilensis, que no tenemos aquí, y la más bella, la brahea armata, la palmera azul...

P. Acabará por citarlos todos.

R. Es que me gustan todos.

EN DOS TRAZOS

Para José Plumed (Monreal del Campo, Teruel, 1963) la arboristería es su vida, aunque la descubrió tarde. Era escalador y por ser de interior sentía una atracción muy poderosa hacia las palmeras. Al final acabó fundiendo las dos pasiones en una sola realidad. Ha estudiado los mejores árboles de Europa, es un notable especialista en palmeras y ha acumulado un frondoso currículum en la materia. Desde hace 15 años es el técnico especialista del Jardín Botánico de Valencia, que conoce como nadie, y por amor al arte difunde por España el mantenimiento de los árboles monumentales.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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