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Europa, hacia el mañana

Europa está haciéndose desde hace un tiempo relativamente escaso, corto... Claro es que, dicho eso así, resulta incongruente o, por lo mismo, ingenuo. Tal vez hubiera sido conveniente, para salvar esa incongruencia e ingenuidad, entrecomillar algunos de los vocablos de la frase, en especial la Europa misma y el verbo reflexivo a ella referido. Porque podrá decirse que Europa no es unívoco, y que, en su concepción normal, Europa lleva siglos hecha ya. Claro es que, visto así lo que "Europa" parece decir y lo que pueda entenderse por "estarse haciendo", la frase inicial carece casi de sentido por la ambigüedad que encierra, pero todo puede volver a su cauce normal si se matizan las cuestiones dudosas que pueda encerrar.

"Europa", por lo pronto, no tiene en sí definición precisa y exclusiva. Europa es algo desde muchos siglos a esta parte. Europa es geografía, es entidad de civilización compleja, es entidad, en mucho, en la que se juega y se ha jugado lo que entendemos por política; es, en suma, un conjunto de naciones que ha hecho verdadera y valiosa historia. ... Pero Europa hoy, para nosotros europeos, está siendo la Unión Europea, la UE, la EU o la European Union para la mayoría de los que tienen que ver con Europa y tratan con ella.

Esa Europa no es todavía una "nación". Por ahora, se dice, es un conjunto de naciones que pretenden la unidad en todo, la unión en lo práctico y en lo teórico... Y no es todavía una nación porque está en formación su cuerpo y aún no está bien definida su alma... ¡El cuerpo y el alma de la Unión Europea!... ¿Qué podrá ser cada una de esas cosas?... El cuerpo de esa Europa -no hay que llamarla siempre Unión Europea- está siendo, en la fase que corre hoy día, la yuxtaposición de los cuerpos de las naciones que la integran, que son por ahora quince, creo. Ya está en marcha la integración en esta Europa de varias naciones más, naciones también cada una con su cuerpo y con su alma. La unión de los cuerpos de las naciones europeas no parece ser problema complejo, por más que ya puedan aparecer complicaciones al respecto, como puedan ser las decisiones de algunas de ellas de quedar al margen de ciertas decisiones activas de la mayoría de las naciones europeas "unidas" por ahora, concretamente en lo que concierne a la moneda única, por más que esto participe de algún modo de lo que se pueda entender por "alma nacional"... El alma de Europa alienta ya desde hace siglos -desde que Europa empezó tímidamente a ser la Europa histórica-, desde que empezó a vivir el Sacro Imperio Romano Germánico. Diríase por ello que el alma de Europa fue realmente antes que su cuerpo. El alma es en verdad lo que hace lo nacional, aunque el cuerpo no sea franca y decididamente vigoroso todavía. Pues bien: la Unión Europea -la Europa de siempre- tiene hoy, por efecto de la historia, cuerpo y alma.

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Por eso, y aunque líneas arriba haya quedado dicho que Europa no es todavía una "nación" -matizando en lo práctico este último vocablo-, puede admitirse en generalidad que es una Nación peculiar por venir a ser, con los matices que se quieran, una "supernación". En lo práctico, pues, la Unión Europea es una nación, una nación de las que García Morente dijo que es una quasi-persona.

La Unión Europea -Europa, para expresarla con el mejor rigor histórico- es, pues, una nación que, como todas ellas, puede decir y dice "yo soy yo y mi circunstancia", añadiendo también, aunque con los matices procedentes, aquello de que "si no la salvo a ella, no me salvo yo"... Han brotado a primer plano, con exigencias de consideración detenida, el yo y la circunstancia de Europa. La pregunta natural y lógica es: ¿qué son una y otra? Más concretamente: ¿qué o quién, mejor, es el yo de Europa? y ¿cuál es su circunstancia?

El yo de Europa es de muy difícil previsión todavía, y lo será así durante bastante tiempo, porque, en realidad, y según lo entendido por "yo" en lo práctico de la vida de las naciones, "se está haciendo" en lo espiritual a remolque de lo material. La moneda "europea" ha sido, tal vez, el primer paso en lo pragmático, por más que haya de pasar algún tiempo para que se convierta en moneda "única", tiempo ese que está en relación con el impulso avanzador que la "política interior" que está llevando a cabo la Unión Europea -la Europa oficial- con el ingenio, la convicción y el más o menos valioso saber de sus políticos de cada instante, sepan dar a la formación del yo de Europa, que será en puridad tal yo cuando los que hoy saben ser conscientemente franceses, alemanes, británicos, suecos, etcétera, sientan el latir patriótico del alma de Europa y se sientan unidos por tal hálito fusionante sin dejar del todo marginado -por más que hayan de hacerlo en gran parte- su nacionalismo, e incluso su patriotismo de ayer... Políticos, sí, pero también historiadores, tanto los historiadores que dejaron ya escrita la historia de su nación proyectada sobre la pantalla histórica europea, como los pensadores de historia en la época que les ha tocado vivir, los historiadores de cada hoy que se lleva sin parar el tiempo.

Para tan complicada y difícil labor de hacer el yo de Europa -de irlo haciendo a lo largo del tiempo histórico que aún queda por la proa- es preciso que los políticos nacionales sepan con suficiente valor su historia misma, tanto la reflejada desde el pasado como la propia que corre en cada instante del hacer el yo europeo. Sabiendo historia con verdad del pasado y con intuición del futuro, que siempre es de algún modo consecuencia y deducción del presente que desfila sobre la cuesta abajo del tiempo hacia el pasado, sabiendo esa historia, llegarán los políticos nacionales europeos a hacer un vivo y activo yo para la Europa de un mañana que no conviene demorar en exceso... De ese modo Europa forjará definitivamente -pero habrá de hacerlo con ineludible constancia- su yo definitivo, mas alcanzará eso cuando sus naciones -sin dejar de seguir siendo ellas mismas- superen las "condensaciones" de sus almas respectivas y se lancen conscientemente a la "expansión" que las impulse a la unión de aquéllas entre sí para dar vida real y anímica al alma europea.

En torno al yo vive y se mueve la circunstancia, la de Europa en este caso. En todo establecido y firme ya, la circunstancia es normalmente invariable, pero la norma esa no es inmutable. La circunstancia de las naciones puede variar con frecuencia por alteraciones de ella misma, que son producto de causas nacidas de variaciones en la circunstancia de otras naciones e incluso en el yo de éstas... La circunstancia de Europa, en concreto hoy, es, en lo interior y en cierto modo, una compleja conjugación de lo que cada una de sus naciones tenga por su propia circunstancia, pero así como el yo de Europa va formándose hacia lo que ha de ser mañana, la circunstancia de Europa sigue un movimiento correspondiente. Diríase que mientras Europa va constituyendo su yo de mañana, su circunstancia de ese mañana va alterándose y modificándose saliendo de lo europeo. Ello parece natural, ya que al consolidarse el yo de Europa tras la acción esbozada antes consistente en hacerlo, se alterará sin duda su circunstancia con proyección geográfica hacia la lejanía propiamente europea... Ya en el hoy que corre pueden vislumbrarse, para lo que vaya a ser la circunstancia de Europa en un mañana imprevisible e impredictible todavía, dos grandes e intensos focos de fundamento circunstancial, a saber: los Estados Unidos y Asia, sin necesidad de referirlo a China y al Japón, aunque no conviene olvidar otros focos intervinientes, pero indudablemente de menor grandeza e intensidad, que son el Mundo Árabe y África.

Esa circunstancia europea -al igual que el yo de Europa- habrá de ser estudiada, inventada y comprendida de forma semejante a la de la integración del yo de Europa, labor esa -compleja y difícil- de pensadores profundos que sepan pensar, para aprender después, historia y estrategia, es decir, política absoluta y amplia, política que no es otra cosa sino el ingenio aplicado a los hombres en cuanto a seres vivientes en sociedad.

Si en el imparable impulso hacia el futuro sobre el tiempo -impulso vibrante siempre por naturales desavenencias y contrarios criterios, junto a amistades más o menos engañosas y encubiertas de lo que va conformando dinámicamente el yo y la circunstancia de la Europa de mañana-... si ese impulso es acertado y vigoroso en cuanto a efecto del latir del alma europea, Europa tendrá su propio yo y su circunstancia: será Europa.

Eliseo Álvarez-Arenas es almirante de la Armada y miembro de la Real Academia Española.

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