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San Sebastián expone las propuestas arquitectónicas de Néstor Basterretxea

El artista reivindica en el museo San Telmo el valor de la volumetría

Néstor Basterretxea (Bermeo, 1924) ha trabajado múltiples disciplinas artísticas: "Aquellas que he necesitado para formar mi espíritu", sostiene. Pero es conocido sobre todo por su faceta de escultor. Y es precisamente en su escultura donde ha encontrado el punto de partida y de llegada de sus propuestas arquitectónicas, que se exponen desde hoy, y hasta el próximo 29 de junio, en el museo San Telmo de San Sebastián.

Bajo el título Volumetrías arquitectónicas, las obras presentes en San Telmo exhiben el diálogo que Basterretxea mantiene con la arquitectura. Son, en su inmensa mayoría, ideas producto del trabajo de investigación personal del artista que nadie le ha encargado ni han llegado a materializarse. "Me interesa dar con el estilo, el porte, la tendencia del edificio", subrayó ayer en la presentación de la exposición.

La muestra se reparte en dos salas. En una de ellas se puede comprobar que el interés de Basterretxea por la arquitectura viene de lejos. Allí descansa la maqueta de una casa "blanca y luminosa, un cubito sobre unos pilotes", que diseñó hace 47 años. Es el inmueble de Irún en el que vivió y trabajó durante un tiempo junto al recién fallecido Jorge Oteiza y donde se realizó la foto más emblemática del grupo Gaur. En la localidad fronteriza, donde la casa perdura casi irreconocible, hubo entonces "una pequeña sorpresa". "Si haces eso ahora no tiene mérito, porque todos hemos aprendido mucho", dijo el artista afincado en Hondarribia.

Pero más allá de este proyecto concreto, la relación de Basterretxea con la arquitectura queda plasmada en esta sala en algunas de sus piezas pictóricas y, fundamentalmente, escultóricas. Así, por ejemplo, el artista expone una argizaiola, de la serie de los años setenta Cosmogónica vasca, esculpida en su día pensando en la posibilidad de que su forma podría servir para construir una casa, según explicó el comisario de la exposición, Joxean Muñoz.

La segunda sala recoge las propuestas, las volumetrías arquitectónicas más actuales del artista vizcaíno, ideadas entre mediados de los noventa y este mismo año y plasmadas en maquetas, fotomontajes, dibujos o collages. La experimentación de Basterretxea ha dado frutos que van desde la maqueta de un pabellón de acceso a un museo griego hasta la de un hotel, pasando por la de una iglesia rural.

"Paisaje desolador"

Entre estos diseños sin demandantes ni destinos descansan dos proyectos que sí fueron encargados a Basterretxea. A mediados de los ochenta, el entonces rector de la Universidad de Deusto se dirigió a él para que diera forma a una biblioteca para un millón de volúmenes. El artista le presentó la maqueta de un edificio en forma de iceberg. "El rector se entusiasmó enormemente con lo que hice, pero no volvió más", ironizó. La segunda petición tenía como fin convertir el edificio de la central nuclear de Lemoiz en un Museo de las Ciencias. Basterretxea ha llevado a cabo lo que él llama "imagen promocional" del museo, pero está a la espera de si el plan sigue o no adelante.

El artista vizcaíno, que reconoció que "siempre" ha tenido "la pena" de no haber estudiado Arquitectura, aclaró que la exposición que presenta en San Telmo no pretende plantear "una competencia" entre su obra y la de los arquitectos, si bien comentó que "el paisaje arquitectónico es bastante desolador".

"El arquitecto empieza por un programa de funciones y después se preocupa de la volumetría", que "suele ser algo ulterior y no siempre brillante", por lo que "hay un poco de dejadez hacia los cubos con miles de ventanas", señaló Basterretxea. El escultor reprocha a los arquitectos que no trabajen ambos aspectos a la vez, porque "todos tenemos derecho a mayor calidad de diseño". Reconoció, en cualquier caso, que los arquitectos "sufren los límites de los presupuestos, programas y ordenanzas que cada día les imponen", mientras que él parte "con toda libertad de ideas muy propias".

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