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GUERRA EN IRAK | Los chiitas

Los ayatolás critican la falta de seguridad y el caos

Los testigos reconstruyen el asesinato a puñaladas del clérigo Abdul Majid en Nayaf

En la carretera de Bagdad a Nayaf, los féretros encima de los coches recuerdan que aún se está librando una guerra. No hay chií piadoso que no desee ser enterrado cerca de su venerado imam Alí. Su sepulcro es desde hace siglos lugar de peregrinación para esta comunidad musulmana a la que pertenece el 60% de los iraquíes. Allí están también su centro espiritual y sus más destacados guías religiosos, hacia donde miran los chiíes creyentes en tiempos de crisis.

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Desde sus púlpitos teológicos, los grandes ayatolás Alí Sistaní y Mohamed Said al Hakim piden protección para su pueblo y rechazan intervenir en política. Esta actitud tradicional entre el clero chií iraquí (que a diferencia del iraní es contrario al activismo político de los religiosos), no impide que los portavoces de ambos ayatolás se muestren muy críticos con la situación. "Nuestra valoración de la caída de Sadam depende del futuro", precisa el hijo y portavoz de Al Hakim, Mohamed Husein. "Si no se establece un Estado de derecho y se devuelve la seguridad... Queremos ver qué pasa para poder comparar". Subraya la necesidad de "que se respeten los derechos humanos porque Sadam humilló a los iraquíes".

"Su Santidad no recibe visitantes en protesta por la situación de inseguridad y caos en que se halla la ciudad y el país", explica un asistente del ayatolá Sistaní. Su hijo y portavoz, Mohamed Reza, rechaza con vehemencia que su padre dictara una fetua en la que se pidiera a los iraquíes oposición a la invasión estadounidense. "El único edicto que ha promulgado en estos últimos meses fue uno contra los saqueos hace 13 días", asegura tendiendo una copia.

"No hay control gubernamental, no hay policía, no hay seguridad", se duele Reza. Pero niega que la casa de su padre haya estado asediada en los días pasados. "Los hombres que ven alrededor de nuestra vivienda son sus seguidores", asegura, "los 35 que vinieron armados lo hicieron para protegerle porque todavía hay peligro en Nayaf, hay muchas armas en manos de desconocidos".

Conflicto interno

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Mohamed Husein va más allá y habla de "personas venidas de fuera para crear conflicto interno entre los chiíes". Con el cuidadoso y medido lenguaje habitual de los clérigos, el portavoz de Sistaní habla de "la violencia en la mezquita de Alí, que causó varios muertos, entre ellos un hombre de religión", para referirse al asesinato de Abdul Majid al Joie el pasado jueves. El suceso conmocionó a Nayaf y a los chiíes del mundo.

Abdul Majid, hijo del gran ayatolá Abu al Qasem al Joie, muerto bajo arresto domiciliario en 1992, había sido el artífice hace dos semanas de que Nayaf pasara a manos de EE UU sin que se derramara una gota de sangre. El alto precio en vidas humanas de la revuelta de 1991, tras la guerra del Golfo, dejó una amarga huella en Abdul Majid, quien a partir de entonces trabajó desde el exilio por la reconciliación de la fragmentada comunidad chií.

Aunque ni Mohamed Reza ni Mohamed Husein quieren entrar en detalles, esta enviada pudo reconstruir lo sucedido el jueves con los testimonios de varios testigos. El día de su asesinato, Abdul Majid había organizado una reunión en la mezquita de Alí con los notables chiíes y el guardián del santuario, Haidar Rifeii, al que algunos acusaban de connivencia con el régimen de Sadam. Un grupo de hombres armados llegó a la sala y pidió al hijo de Al Joie que entregara a Rifeii, a lo que se negó. Trató de dialogar con ellos, pero no tuvo éxito. Dispararon y mataron a uno de sus ayudantes. Entonces, una multitud se abalanzó sobre él y terminó cosido a puñaladas. También mataron a Rifeii.

Los portavoces de Sistaní y Al Hakim no especulan sobre si los responsables fueron fedayin de Sadam, alguna otra milicia o meros rivales ideológicos. Sin embargo, no esconden su preocupación por la inseguridad reinante. De hecho, Al Hakim ni siquiera está en su domicilio. "Se halla en un lugar que esperamos que sea seguro", declara su hijo. Tanto él como el hijo de Al Hakim aseguran que los seguidores de sus padres les han ofrecido protección. "Su Santidad la ha rechazado porque tiene que ser para todo el país", concluye Reza.

Un iraquí posa sobre los restos de una estatua de Sadam Husein, ayer en Al Qurna, al sur de Irak.
Un iraquí posa sobre los restos de una estatua de Sadam Husein, ayer en Al Qurna, al sur de Irak.REUTERS

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