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VISTO / OÍDO
Columna
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El turno de Siria

Válgame Dios, las armas de destrucción masiva están en Siria. ¡Por algo no aparecían en Irak! Sadam se las había llevado a Siria, donde quizá esté él mismo. ¿Para qué? Quizá un hombre tan horrible las hubiera debido utilizar contra el bondadoso Ejército pacificador de Estados Unidos y Reino Unido; el astuto se las llevó a Siria. Blair dice que no: está compartiendo a duras penas las hazañas de su sobrino Bush -los ingleses dicen que los americanos son sus sobrinos-, perdiendo parte de su partido, las elecciones, muchos intelectuales, y con la gente en la calle; no puede decirles que se mete en otra. Aznar deberá hacerlo: al sastrecillo valiente no le queda más recurso que huir hacia delante. Bush ha pronunciado las palabras decisivas: "A menos que Siria coopere". Sadam, malo y todo, cooperó: con los inspectores, dejando volar los aviones espías, destruyendo sus pobres misiles que ahora le hubieran venido tan bien. Pero el Cuarteto de la Muerte, Rumsfeld y Condoleezza, Powell y Bush, se lo negaban: tenía que entregar unas armas que el desgraciado nunca tuvo. ¿Por qué no se encuentran ya? ¡Porque están en Siria! Y los terroristas mundiales también están allí: Sadam y Bin Laden tomando el dulce té verde, con las abejas de abril zumbando sobre el vaso, en una terraza umbría, decidiendo qué torres van a atacar.

¿Cómo lo sabe el Cuarteto de la Muerte? Quizá Bush tenga poderes mentales extraordinarios. O, sencillamente, informes de Sharon, cuyo servicio secreto es el mejor del mundo, y es posible que tenga toda la información del asalto a las Torres Gemelas; y también de las puras maldades de los dos árabes perdidos; debe saber dónde están y cómo utilizarlos. Por entrar en el mundo de la leyenda, que es en el que vivimos, me parece que el gran hombre de la época es Sharon. Provocó a los palestinos al máximo, les acució hasta la nueva intifada, les hizo responder con una violencia extrema y convenció a su pueblo de que necesitaba fuerza máxima para defenderse. Hasta la de Estados Unidos. Este muñidor puede tener más protagonismo del que se cree, aunque no se sepa nunca; como nunca se sabrá bien quién mató a Kennedy y qué relación tenía con Vietnam y los anticastristas.

(Muñidor: persona que gestiona activamente para concertar tratos o fraguar intrigas, o con cualquier otro fin semejante. Condoleezza: tomado del italiano, indicación en las partituras para que se toque "con dulzura", con dolezza. Un sarcasmo).

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