Movilizarse, pero menos
La carencia de una estructura organizada condiciona la protesta de los universitarios contra el conflicto
La movilización de los universitarios vascos contra la guerra en Irak despertó el pasado 2 de abril, trece días después de la invasión. Esa jornada, entre 2.000 y 4.000 estudiantes se manifestaron de manera pacífica por las calles de Bilbao soportando una copiosa lluvia. Fue un acto de repulsa numerosa, aunque tardía. La guerra estaba a punto de cumplir dos semanas cuando una parte apreciable del alumnado de la universidad vasca decidía salir a la calle. Lo hacía con ilusión y con convicción, pero también con una demora perceptible y con una intensidad y una participación mucho menor, pese a los actos organizados en distintas facultades que precedieron a la marcha, en comparación con otras iniciativas similares que se han sucedido en diferentes campus universitarios españoles.
Bien es verdad que los rectores de las tres universidades vascas suscribieron desde el principio el manifiesto de la Confederación de Rectores de Universidades de España (CRUE) contra la guerra. Y el pasado miércoles se entregaron en el Congreso de los Diputados las más de 16.600 firmas de profesores, investigadores y personal de administración y servicios de universidades de toda España que se han adherido al manifiesto contra el conflicto bélico promovido por un grupo de docentes de la UPV.
La participación estudiantil en el País Vasco en actividades contra la guerra ha tardado en gestarse y se ha producido con un constatable menor grado de participación que otras ciudades, no sólo Madrid o Barcelona, sino capitales de un tamaño mucho menor. Así lo admite Israel, miembro de Izquierda Universitaria, uno de los colectivos adheridos a la Iniciativa Universitaria contra la Guerra. "En parte me ha decepcionado. Aunque sí me sorprendió gratamente la afluencia a la marcha del 2 de abril, porque el día era lluvioso y no invitaba a salir a la calle, por lo general la implicación no ha sido muy alta. En Barcelona, por ejemplo, se han parado las clases o se han dado en la calle. Aquí eso es inconcebible", lamenta.
"Adormecidos"
Koldo Unceta, uno de los profesores que impulsó el manifiesto, considera que la principal rémora que ha lastrado a los universitarios contrarios a la guerra se encuentra en la falta de organización. "Ha habido desde el principio numerosos estudiantes deseosos de movilizarse, pero con poca organización. Ha existido desde el primer momento una concienciación muy clara contra la guerra, pero este sentimiento ha tardado en cristalizar tres semanas", apunta.
La Iniciativa Universitaria contra la Guerra ha sido su fruto. Esta organización está compuesta por las asambleas de la Facultad de Sarriko, que le ha cedido un espacio de su página web (www.asanblada.org), de la Escuela de Magisterio de Bilbao, del campus de Leioa y de la Universidad de Deusto. Todas ellas reúnen en su seno a diferentes colectivos y agrupaciones de diversos ámbitos y orientaciones ideológicas, además de estudiantes a título individual.
La puesta en marcha de este proyecto ha aumentado la capacidad de convocatoria y de respuesta de los universitarios, hasta ese momento dispersa y sin ninguna coordinación ni contacto. "En general, los universitarios llevan una etapa adormecidos, pero la gente está empezando a despertar", resaltan Joseba y Ander, de la asamblea de Deusto.
Ese deseo de hacer ver a la sociedad el rechazo a la invasión angloestadounidense parece que no afecta a Ikasle Abertzaleak, principal organización estudiantil de la izquierda abertzale, que no se ha integrado en la asamblea ni ha organizado acción alguna de protesta. "Han vuelto a tener un comportamiento sectario. Sólo piensan en sus problemas", critica Israel. Significativo es el hecho de que en el campus de Leioa, donde el pasado martes un grupo de radicales causó diversos incidentes y destrozos en una "jornada de lucha contra la LOU", ninguno de los carteles contra la guerra lleve su firma ni la de los grupos de su órbita.
No obstante, sí lo han hecho a título personal algunos de sus simpatizantes, como señalan Jon, Ramón, Asier y Eva, miembros de la asamblea de Sarriko. "Nos hemos unido grupos muy distintos sin una línea política marcada, lo que permite crear lazos personales, debatir y dialogar con respeto, no ver a alguien como el otro, sino como un amigo", defienden.
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