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Reportaje:

Un país que bombea pobreza

Un año después del fallido golpe contra Chávez, Venezuela vive su peor penuria económica

Juan Jesús Aznárez

La fractura comenzó hace un año, con la intentona golpista para derrocar a Hugo Chávez, y se hizo crónica hace tres meses, tras el fracaso de la huelga general contra su mandato. Los venezolanos han perdido calidad de vida y poder adquisitivo, con una caída del consumo del 40%, y la gobernabilidad del país es aún precaria. En 63 días de paro se perdieron al menos 7.000 millones de dólares y la caída del PIB se acercará al 20% al finalizar este año, según fuentes parlamentarias. El quinto exportador de crudo libró una suerte de guerra civil, que perdió la oposición y ganó Chávez.

"Nos tenemos que avocar al trabajo por el revocatorio", pidió Albis Muñoz, presidenta interina de la patronal Fedecámaras. Las fuerzas antigubernamentales se lamen las heridas y reorganizan funcionamiento y estructura para ganar el incierto referéndum revocatorio establecido por la Constitución a mitad del mandato presidencial (2000-2006). Su desarrollo, a partir del próximo 19 de agosto, sólo será posible previa recogida de más dos millones de firmas y renovación del Consejo Electoral, que deberá validarlas.

Mientras tanto, casi todo es negativo. Desarbolada, de momento, la oposición, el Gobierno pasó a la ofensiva imponiendo, en enero y febrero, controles cambiarios y de venta de divisas para cortar la masiva fuga de capitales, medidas que aceleraron la quiebra del 15% de las empresas locales. Los bancos privados cobran entre el 40% y el 50% por sus préstamos. La Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), en una nueva presión, exigió al presidente Hugo Chávez un aumento del 30% en el salario mínimo de los trabajadores, que ahora está en 190.080 bolívares (119 euros). "La inflación y la devaluación del bolívar frente al dólar siguen afectando de manera bien significativa el ingreso real", según el destacado opositor Manuel Cova, secretario general de la CTV.

La estatal Petróleos de Venezuela (PVDSA), militarizada y colapsada durante el paro concluido el pasado 2 de febrero, ha despedido a 893 de sus 40.000 empleados; otros 17.871, que fueron huelguistas, esperan aún su reincorporación o su despido. Pese a todo, la principal fuente de ingresos del país, el petróleo, se recobra con la reanudación del bombeo de 3,1 millones de barriles de producción diarios, contra los 150.000 durante los peores momentos del paro.

Pero la solución política, la normalización, es incierta. El Grupo de Amigos de Venezuela (Brasil, Estados Unidos, España, Portugal, México y Chile), creado para facilitar una salida a la crisis, hace tiempo que no se reúne. "No nos convoca Brasil", dice una fuente oficial española. Mientras tanto, la polarización sigue vigente. La prensa privada, más poderosa que la oficial, arremete contra el gobernante bolivariano y los medios leales a Chávez bregan en paralelo. "Si se empeñan en envenenar e hipnotizar a la opinión pública, es difícil un proceso electoral", advirtió el canciller, Roy Chaderton.

El oficialismo confía en ganar en cualquier escenario "porque quienes quisieron liquidar a Chávez violentamente consiguieron fortalecerlo", según el diputado Tarek William Saab, del partido gubernamental Movimiento V República. Muy diferente es el criterio del parlamentario Alejandro Armas, miembro de la mesa de negociación bipartita: "Este mismo año relevaremos de su mandato, gracias al referendo, al líder de este populismo de izquierda carente de soporte ideológico". Los opositores más extremistas, o soñadores, apuestan por un estallido violento o por la escala en Caracas del 7º de Caballería a su regreso de Irak.

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Ninguna de las dos soluciones parece probable y el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), César Gaviria, huésped en Caracas desde el pasado 7 de noviembre, proclama que sólo las urnas podrán reconstruir la convivencia, rota desde la intentona golpista del 12 de abril. Sus esfuerzos en este sentido se han materializado con un acuerdo alcanzado el viernes en el seno de la mesa de negociación y acuerdos que dirige, según el cual el referendo revocatorio podría realizarse en agosto si la oposición cumple todos los requisitos exigidos.

La primera meta de la atomizada oposición, según las fuentes consultadas, es encontrar un líder capaz de batir a Chávez. Pero, ¿quién? La cúpula empresarial que encabezó las protestas de diciembre y enero quedó descabezada; los directivos de PVDSA estuvieron a un paso de ser encarcelados por rebelión y el Ejército -purgado a fondo después del golpe fallido- mantiene su lealtad al Gobierno. Una venezolana empobrecida, Margarita Pachay, percibe así la situación: "Con este Gobierno estamos peor que antes y eso que Chávez dijo que iba a acabar con todo lo malo; en eso compite con los opositores, que lo único que hacen es pelearse entre ellos y llamar a huelgas".

Manifestación contra el presidente Chávez, el pasado viernes en Caracas.
Manifestación contra el presidente Chávez, el pasado viernes en Caracas.AP

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