La expiación

Incluso cuando aparentemente no escribe sobre ello, toda la obra de Mac Laverty (Belfast, 1942) está ligada al conflicto del Ulster. Cal, editada en inglés en 1983, es de todas sus novelas la que lo trata de una forma más explícita. Al igual que Crimen y castigo es una historia sobre la culpa en la que la condena toma cuerpo a través del amor. Mac Laverty, que practica una escritura realista, acierta en la graduación con la que introduce los elementos de su reflexión. Así, aun cuando el tema subyacente es la imposibilidad de escapar a la violencia cuando ésta forma parte de la vida cotidiana, el lector no lo percibe de inmediato.

Las primeras escenas nos presentan a su protagonista como uno de tantos jóvenes enfrentados a un entorno vital en el que los buenos tiempos pasaron hace mucho y en el que las filas del paro parecen el único destino. Poco a poco, sin embargo, el paisaje se vuelve algo más específico. Cal no es sólo un joven en paro. Además es católico y vive en una ciudad protestante donde él y su padre son hostigados por los paramilitares. Además, él mismo ha tomado parte en la violencia participando en dos acciones del IRA, un robo y un asesinato. Su intervención se limitó a dar cobertura como conductor al verdadero ejecutor, pero eso no le exime del sentimiento de culpa, más aún cuando no actuó movido por el convencimiento sino por el miedo a la represalia que su negativa podía desencadenar. Ese perverso ovillo de una violencia, que alcanza incluso a quien quiere mantenerse al margen, está bien tratado. Menos logrado está la expiación del pecado de Cal a través de su enamoramiento de la viuda del policía que ayudó a matar. Lo está en su trágico simbolismo, pero el autor infravalora la perspicacia del lector y le da las claves de la fatal casualidad cuando hace muchas páginas que la intuye, lo cual crea un innecesario suspense que sólo consigue subrayar la difícil verosimilitud del hecho, obligando a un desarrollo demasiado convencional de la ulterior relación amorosa.