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Columna
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Las razones de un concejal

El "yo acuso" del concejal Rodríguez Galant en la prensa de Alicante ha resultado, para mi gusto, un tanto exagerado. Toda la diatriba que este hombre ha lanzado contra quienes se oponen a la guerra de Irak tiene un aire de cosa aprendida y dicha sin convicción que no acaba de convencerme. Y es una lástima, porque uno está deseando que surjan opiniones, desde las filas del Partido Popular, para abrir seriamente un debate, que falta hace. Por desgracia, en el Partido Popular de Alicante únicamente se han dado, hasta el momento, dos tendencias: la de quienes callan al ser preguntados por el conflicto, como el consejero Ripoll, y la de aquellos que repiten monótonamente las posturas oficiales. Rodríguez Galant, concejal de Juventud y Empleo en el Ayuntamiento de Alicante, se encuentra entre estos últimos.

Descalificar la oposición a la guerra, afirmando que "ha habido profesores que han alentado a sus alumnos a echarse a la calle" suena tremendo. Uno se pregunta en manos de qué peligrosos revolucionarios estarán nuestros muchachos. Pero al instante, advertimos que esta afirmación de Rodríguez Galant, formulada de una manera tan vaga y general, tan imprecisa, no dice en realidad absolutamente nada. Idéntica impresión se produce cuando el concejal recurre a los números para sostener que de los 75.000 jóvenes censados en Alicante, apenas se han manifestado unos 3.000. La cantidad es, cuanto menos, sorprendente. No porque uno crea que fueron bastantes más los jóvenes que se manifestaron, sino porque en ningún momento nos indica cómo ha llegado a tal cifra.

Esta guerra nos está poniendo a todos nerviosos, aunque no por los mismos motivos, claro está. Yo entiendo que, encontrándonos en periodo electoral, Rodríguez Galant recurra a estos argumentos, pero me parece que se equivoca al utilizarlos, pues transmiten una imagen de debilidad y estupor que no le beneficia. No pienso que sea así, desde luego, como Rodríguez Galant logre convencernos. En estos momentos, el problema del Partido Popular no nace tanto de mantener una postura favorable a la guerra contra Irak, como de las falacias con que ha intentado suplir su falta de razones. De ahí proviene la desconfianza con que perciben su actuación los ciudadanos.

En todo este asunto, he echado en falta una mayor decisión por parte de nuestros gobernantes. Ese estado dubitativo en el que se han mantenido durante las últimas semanas, no les sienta nada bien. Quizá necesitarían un cambio en su política de comunicación, que es lo que acostumbra a hacerse en estos casos. Si el petróleo nos va a costar unos céntimos menos, si nuestras empresas se beneficiarán de la reconstrucción de Irak, deberían decirlo sin miedo. No permitan que les tiemble la voz, como le ocurre a Ana Palacio cada vez que habla de estos temas. Y, sobre todo, no se avergüencen de su ideología; cuando les increpen, respondan con convicción. Tomen ejemplo de la Bolsa. Y, por favor, no manden de tapadillo a los subsecretarios para negociar con los Estados Unidos. Si siguen estas indicaciones, no sé si mejorará la opinión que los españoles tienen de ustedes pero, al menos, nos evitaremos leer argumentos como los del concejal Rodríguez Galant.

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