'Valentín' retrata las pasiones y odios de una compañía teatral
Lluís Homar protagoniza la nueva película de Juan Luis Iborra
Los espectáculos teatrales en los que ha trabajado el actor y director teatral Lluís Homar (Barcelona, 1957) le han dado la oportunidad de interpretar a varios de los más poderosos personajes de Shakespeare, un autor que, dice, le "vuelve loco". Pero nunca le llegó el momento de convertirse en Otelo. Paradójicamente, la ocasión no se la ha brindado un escenario sino el cine, como protagonista de la película Valentín, de Juan Luis Iborra. El filme, que se estrena hoy, retrata las pasiones y odios que se maceran en el seno de una compañía teatral embarcada en un montaje a partir de obras de Shakeaspeare.
Valentín tiene una cronología caprichosa. En 1983, cuando acariciaba el sueño de ser actor y todavía no se imaginaba detrás de una cámara, Iborra firmó una adaptación teatral de la novela homónima escrita por Juan Gil Albert, estrenada en la sala Olimpia de Madrid. La historia le acompañó desde entonces, y solía comentar con guionistas amigos la oportunidad de llevarla al cine. Veinte años más tarde (y un año y medio después de su rodaje), el filme se estrena por fin, dirigido por Iborra a partir del guión propio escrito con Marc Cases.
En la cinta, Homar interpreta al director de una compañía de teatro que reúne a sus actores en una masía catalana para sumergirse con ellos en el proceso creativo de un nuevo espectáculo, una suerte de collage shakesperiano. Entre ellos está Valentín (Iñaki Font) recién incorporado al grupo, en quien recaen los papeles femeninos de la obra. Su entrada en la compañía altera la armonía pretérita. El director, recién divorciado tras un largo matrimonio e indiferente hasta entonces al sexo masculino, se siente atraído por el joven. Y esa predilección desata celos y envidias fatales en el grupo. Armando del Río, Alberto Sanjuán, Elisa Matilla y David Selvas forman parte del reparto del filme, un ejercicio de desdoblamiento en el que cada actor se interpreta a sí mismo al tiempo que da vida a distintos personajes de la dramaturgia shakesperiana. Una historia que avanza cromáticamente según la coloración metafórica de las obras que la compañía ensaya en cada momento: de la alegría y la diversión de Las alegres comadres de Windsor a los celos de Otelo, pasando por el amor desgraciado de Romeo y Julieta.
Iborra quiso impregnar la película del ambiente que envuelve a los actores teatrales durante los ensayos. La camaradería y los nervios, las envidias, el deseo de destacar sobre los demás, la amistad y las tensiones propias de la convivencia. Por eso desplazó a todo el equipo a una masía ampurdanesa y pidió a éstos una implicación plena, incluida su presencia continuada en el set de rodaje, aunque no debieran participar en ningún plano. "Todos hemos hecho teatro y sabíamos que en él son importantísimas las relaciones humanas, convives tanto tiempo con tus compañeros que llegan a ser como tu familia", asegura el actor David Selvas. "A nosotros nos ocurrió, estábamos todo el día juntos, y eso crea adicción", continúa. "Lo bueno es que de eso salió una película", añade Homar.
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