De 'Tosca' a 'Zigor' en 50 años

El 17 de septiembre de 1959, un avión de Olympic Airways aterrizaba a primera hora de la mañana en el aeropuerto de Sondika. Llegaba a Bilbao María Callas para ofrecer un concierto en el Coliseo Albia, dentro del festival de la Asociación Bilbaína de Amigos de la Ópera (ABAO), entonces una bisoña agrupación de aficionados con apenas seis años de existencia.

La Callas, la gran diva, había dejado poco antes el yate de Onassis en un puerto del Mediterráneo para cumplir su compromiso con la ABAO y marcar uno de los hitos de la asociación, que viene a ser lo mismo que la historia de la ópera en Bilbao. La ABAO celebró ayer su 50º aniversario con la presentación del libro que muestra las grandes éxitos de la asociación y los detalles que han tejido el medio siglo de historia que abarca desde el estreno de Tosca en 1953, con cinco títulos de abono en una semana, a las cinco representaciones de Zigor, que estos días clausuran una temporada que se ha extendido ocho meses y ha sido apoyada por más de 8.000 socios.

"Son cincuenta años de perseverancia", definió el periodista Iñaki Gabilondo en la presentación de ABAO, 50 años de historia 1953-2003, escrito por Carlos Bacigalupe. La constancia y la suerte se ha aliado para que la entidad presuma de no haber suspendido jamás una representación.

La aventura comenzó en la cocina de José Luis de la Rica, donde se reunió con otros tres aficionados (Juan Elúa, Guillermo Videgain, y José Antonio Lipperheide) para organizar un ciclo de música de calidad y buenos cantantes. Sesenta mil pesetas por cabeza fue la aportación inicial de los fundadores para dar vida a la asociación. Lipperheide, el único de los cuatro que vive, ni siquiera era mayor de edad y necesitó el aval de su abuela.

La Callas dejó huella en los 50, pero grandes voces de la época tomaron el relevo. Mario del Mónaco cantó un Otello magistral, Franco Corelli interpretó Tosca y Carmen, y Alfredo Kraus, el tenor más querido por los aficionados de Bilbao, quien a lo largo de casi 40 años de carrera actuó en 33 representaciones de ópera y dos conciertos, debutó en su festival encarnando el papel de Alfredo en La Traviata. De aquellos años arrastra la ABAO una frustración: Giuseppe Di Stefano no acudió a la capital vizcaína, alegando sufrir una fiebre asiática.

Renata Scotto, Jaume Aragall, Mirella Freni , Renata Tebaldi, Montserrat Caballé, Pedro Lavirgen, Luciano Pavarotti, José Carreras, Ruggero Raimondi o Plácido Domingo, entre otros, han sido las estrellas que han avalado la vocación de la ABAO por primar las voces por encima de todo.

Pero detrás de su prestigio, se esconde la pequeña historia. Como la afonía sufrida por el tenor Franco Bonisolli en una representación de Payasos en 1982, que obligó al director a suprimir sobre la marcha su papel de protagonista, o cuando el barítono Paolo Gavanelli tuvo que retirarse indispuesto de una Traviata en marzo de 2000 y fue sustituido por su colega Roberto Serville, quien seguía la representación desde el patio de butacas. Fue la única ocasión en que Serville ha cantado a Verdi vestido de calle. En medio de los atuendos de época, lució traje y camiseta de Armani.