Unanimidad entre sus señorías
Escolares de 14 países reclaman en el Parlamento vasco que los legisladores "ayuden a los inmigrantes"
Por un día, los ocupantes de los escaños de las filas nacionalistas y constitucionalistas, del PP y la ilegalizada Batasuna, de los partidos que apoyan al Gobierno y la oposición estuvieron de acuerdo. Es más, todos aplaudieron una misma idea: "Nuestras diferencias las consideramos un enriquecimiento". Se trataba de una situación excepcional en el Parlamento, claro está.
Los escaños no los ocupaban ni Joseba Egibar ni Jaime Mayor Oreja, o Rodolfo Ares o Arnaldo Otegi. Tampoco Juan María Atutxa dirigió el debate desde la mesa presidencial. En su lugar, se sentaron otros. Sus señorías ni vestían con corbata (salvo una excepción) y ni siquiera tenían edad de votar. Eran escolares de 11 y 12 años, de quinto y sexto de Primaria, procedentes de 15 colegios de todo el País Vasco.
De los 75 escaños, 38 los ocupaban jóvenes cuyos orígenes están lejos de Euskadi, que, en total, representaban a 14 países. Por eso en la Cámara no sólo se escucharon los dos idiomas oficiales de sus sesiones (castellano y euskera), sino también el árabe, catalán, chino mandarín, inglés y portugués. A la jornada la denominaron Las voces del mundo.
Fue una jornada atípica en el Parlamento. En primer lugar, porque el pleno hizo honor a su nombre y se ocuparon todos los asientos. No hubo ausencias reseñables. El comportamiento también resultó ejemplar, mejor que el ambiente tenso que se crea en algunas sesiones de verdad. Tampoco es normal dilucidar la votación de un manifiesto simplemente levantándose del asiento, sin necesidad de pulsar ningún botón. Y más aún extraña la unanimidad en el resultado.
Contra la costumbre, no cabía un alfiler en las tribunas superiores. Había familiares de los parlamentarios ocasionales, todos boquiabiertos, sus profesores e incluso periodistas ad hoc. Estíbaliz y Edurne, dos redactoras de sexto y quinto de Primaria, respectivamente, llegadas desde Amorebieta, no perdían detalle de las intervenciones. Recababan material escrito y fotografías para el periódico que publican los lunes, miércoles y viernes entre los alumnos del centro Larrea.
La presidenta del Parlamento, Xiomara Zugazagoitia, del colegio Samaniego de Vitoria, ejerció con enorme profesionalidad. Dio paso a los portavoces multirraciales y de ellos salieron frases con mensaje: "Nos une vivir en el mismo sitio y creer que tenemos los mismos derechos", comentó la propia presidenta. "Pediría a los parlamentos que nos ayuden a los inmigrantes con sus leyes", subrayó el chino Santiago Zhang Ye, también del colegio Samaniego.
"Nuestras diferencias", explicó el cubano Juan Carlos Naranjo, del colegio Urdaneta de Ordizia, "las consideramos un enriquecimiento". A lo cual, Edurne Bárcena, de Basurto, añadió la petición de que "se nos valore según el comportamiento y no por la apariencia". "Aquí hacen falta niños y gente joven que trabaje", remachó.
Seguir las intervenciones era tarea difícil, con el cambio constante de idioma. Así que hubo portavoces que se saltaron el guión sin querer. Como Moustapha Bachiri, del colegio Txomin Agirre, de Ondarroa. Estaba previsto que dijera en árabe: "Estoy contento de que todos nos reunamos hoy aquí, ciudadanos de todo el mundo, y pido para todos un no a la guerra. Pido la paz". Pero se le pasó. "Me he confundido", reconocía después en los pasillos de la Cámara. Eso sí, insistió en que no hubo censura de ningún tipo.
Los colegios participantes no se eligieron al azar, sino por sus proyectos de integración. Y la selección de los niños quedó al arbitrio de sus profesores. Generalmente, en función de la facilidad para hablar en público o para leer. Sus compañeros, los que se quedaron en clase, pudieron seguir en algunos casos el debate por Internet, a través de la página web del Parlamento. El listón de los intervinientes quedó alto, como reconoció el propio Atutxa.
Manifiesto con mensaje
Entre todos aprobaron por unanimidad un manifiesto que entregaron a Juan María Atutxa y a la consejera de Educación, Anjeles Iztueta, para que éstos a su vez lo remitan a parlamentos europeos, la representación diplomática de los países de los que son oriundos los jóvenes parlamentarios y asociaciones que trabajan en el campo de los derechos humanos. El texto habla de tolerancia, de igualdad de derechos y de inmigración.
Sin embargo, hubo quien no quedó del todo satisfecho con el contenido de algunas intervenciones cuando se relacionaba la inmigración con las penurias económicas o la búsqueda de salir de la miseria. El padre de uno de los escolares, brasileño de origen alemán, se lamentó porque ese tipo de mensajes cala en los jóvenes, que terminan por identificar a los inmigrantes con la pobreza y los discriminan por esa razón.
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