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Entrevista:ALFONSO SOLÁNS | PRESIDENTE DEL IEF

"Hay que saber convivir con todos los Gobiernos"

El Instituto de Empresa Familiar renueva la presidencia tras vivir su primer cisma

Alfonso Soláns, 54 años, será a partir del próximo martes el nuevo presidente del Instituto de la Empresa Familiar (IEF) una vez que la asamblea de la organización lo ratifique. Con la designación de Soláns, el instituto, que agrupa a 105 grandes empresas familiares, vuelve a cumplir dos de sus tradiciones: que el vicepresidente ascienda a la presidencia y que el recambio no suponga romper una línea de continuidad. Solans llega a la presidencia, sin embargo, justo después del primer cisma habido en el instituto, al no haber querido suscribir la asociación territorial de Madrid el convenio de colaboración entre las organizaciones territoriales y el propio IEF. Él advierte que su designación fue previa a ese conflicto y pone el punto de atención del instituto, sobre todo en los problemas de la sucesión en las empresas familiares, su profesionalización y su tamaño. Muchos de ellos los ha vivido en Pikolín, la empresa de su familia que él preside ahora.

"La vuelta de la asociación de Madrid pasa por la firma del convenio aceptado por los demás presidentes territoriales"
"En materia fiscal hay que mantener los logros que se han conseguido, y luego siempre hay retoques en los que conviene incidir"

Pregunta. Tras el problema con la asociación madrileña se ha dicho de usted que es un presidente de consenso.

Respuesta. Eso se ha dicho, pero en realidad no es así. La renovación en la presidencia se planteó ya en junio del año pasado, antes de que hubiera ningún conflicto. Entonces, el anterior presidente del instituto, José Manuel Lara, me plantea el cargo. Para mí, el IEF ha sido el órgano asociativo que me ha animado, que me ha proporcionado amigos empresariales, que me ha ayudado muchísimo en la transmisión familiar. Así que, después de pensarlo unos quince días, acepté. Para mí es un orgullo.

P. La presidencia se renueva cada dos años. ¿No es un periodo demasiado corto para llevar a cabo cualquier proyecto?

R. No, me parece fenomenal, porque en presidencias de larga duración la gente se apoltrona. Aquí no hay un partido político que sale del Gobierno, entra otro y hay un cambio de programa. Aquí, por encima de todo está la empresa, y no es que haya continuismo, pero sí un camino trazado por el instituto hace 12 años. Hay que ir adaptando los objetivos al mundo económico y familiar cambiante, pero la autopista es la misma. Un cambio en la presidencia no significa una revolución.

P. Dentro de esa calma, sin embargo, el instituto ha vivido su primera ruptura.

R. En febrero pasado se convocó a los presidentes de las 16 asociaciones territoriales y se decidió un documento consensuado de colaboración entre las territoriales y el instituto, y no acudió Madrid. El documento fue rubricado por todos menos por la asociación madrileña y, bajo nuestra manera de pensar, de esa forma se excluyó del instituto. El grupo de empresarios familiares de Madrid ya decidirá lo que quiere hacer, y si quieren ir por otros derroteros tienen nuestro respeto, siempre y cuando no nos crucemos en los caminos

P. ¿Pero no van a tratar de que vuelvan a la organización?

R. Desde luego, no me conformo con que esto siga así. Calculo que una cuarta parte, aproximadamente, de los miembros del instituto tienen sede en Madrid y hay una inquietud sobre esta situación. Me gustaría que Madrid volviera. Vamos a ver si somos capaces de explicar la esencia de ese convenio, que no es ninguna sumisión, ningún ordeno y mando, ni ninguna pérdida de autonomía, sino una colaboración. Vamos a intentar que lo entiendan así, lo acepten y vuelvan al entramado del que forman parte las demás territoriales. Demonios, no pueder ser que haya 15 tontos que aceptan un documento y un solo listo.

P. Pero la vuelta pasaría por rubricar ese convenio.

R. Claro, porque son las normas de juego. Es el marco de funcionamiento aceptado por los demás presidentes territoriales.

P. Todo el embrollo viene de la publicación por parte de la asocación madrileña de un estudio fiscal que pone en cuestión el impuesto sobre el patrimonio.

R. La asociación madrileña encargó un estudio sobre fiscalidad comparada en Europa. Pero el problema no fue el estudio en sí, sino el cariz que tomó su difusión pública. Fue cuando saltó la chispa. Aunque luego, la verdad, es que se ha visto que el estudio era lo de menos, que existía el deseo de no aceptación de las normas del convenio regulador de relaciones con las asociaciones.

P. El instituto alegó entonces que la difusión del estudio fiscal sobrepasaba las competencias de la asociación territorial que debería publicar, como el instituto, aspectos estrictamente relacionados con la empresa familiar. ¿No deberían ampliar su voz a otros aspectos?

R. No, porque no somos la única asociación empresarial que existe en España, y existe una estructura a la que todos pertenecemos, que es la CEOE, donde se resuelven los problemas genéricos de la empresa.

P. El instituto siempre se ha llevado bien con todos los gobiernos, ¿cómo lo ha hecho?

R. Debe ser así. La empresa debe saber convivivir con todas las religiones y signos políticos.

P. ¿Han sido todos los Gobiernos igual de receptivos a sus inquietudes?

R. Creo que sí. La famosa ley de modificación fiscal para la sucesión se estudió y elaboró bajo un Gobierno socialista y se desarrolló después con el Gobierno del PP.

P. Como usted es aragonés, también se ha comentado que su nombramiento rebaja el peso de Cataluña en el instituto.

R. El presidente anterior a Lara, Rafael del Pino, era de Madrid. Ha habido alternancias en la presidencia, en la elección de las ciudades para celebrar las reuniones de la junta directiva... Lo que pasa es que no hay que olvidar la historia y, cuando nace el instituto, en 1991, lo hace por la inquietud de un grupo de empresas de Cataluña donde, por otra parte, el arraigo de la empresa familiar es mayor.

P. ¿No cree que el instituto es un club excesivamente cerrado que deja fuera a la gran mayoría de empresas familiares?

R. Cuando nació se puso un límite de un centenar de miembros, porque no se pretendía alcanzar un gran número socios. No por ser más se consiguen más logros. Luego, ante la inquietud de muchas empresas, se fueron creando asociaciones territoriales por comunidades autónomas, de manera que hoy en todo el entramado asociativo hay unas 800 empresas. En cualquier caso, el instituto lo que consigue no lo hace sólo para sus miembros, sino para el conjunto de la empresa familiar. Y creemos que es mucho más operativo funcionar con un grupo más reducido que siendo muchos.

P. ¿Qué hay que cumplir para ser socio de ese club?

R. Fundamentalmente, tener tamaño.

P. ¿Se ha negado la admisión a alguna empresa?

R. Sí, y también ha habido salidas, pero bajo solicitud, nunca ha habido expulsiones.

P. ¿Cuáles son sus objetivos para estos dos años?

R. A grandes rasgos, animar a las siguientes generaciones a asumir la responsabilidad empresarial; continuar creando cátedras de empresa familiar; transmitir información al empresariado y continuar con la labor para favorecer que los instrumentos que utiliza la Administración sigan favoreciendo, en mayor medida aún, la transmisión por razones sucesorias y de donación en un momento dado.

P. Pero en materia fiscal, ¿queda algo más por hacer? Las empresas tienen exento el 95% del impuesto de sucesiones.

R. Bueno, primero, mantener todos los logros, y luego, siempre hay retoques en los que conviene incidir. La aplicación del impuesto de sucesiones está transferida a las comunidades autónomas, que bonifican en mayor o menor medida. El instituto debe coordinar con las territoriales cómo está la situación en los diferentes territorios, porque la ley es de mínimos y siempre se puede retocar algo más.

Alfonso Soláns defiende un instituto con pocos miembros.
Alfonso Soláns defiende un instituto con pocos miembros.JULIO FOSTER

Los consejos independientes y las elecciones

Uno de los temas que Solans propondrá a debate en la asamblea que el institutuo celebrará el próximo martes será el del buen gobierno, un asunto que afecta a las empresas en general, pero que en las familiares, dice, adquiere tintes específicos.

Pregunta. ¿Por qué?

Respuesta. Porque, por definición, la empresa familiar tiende a la opacidad informativa. Las cosas han cambiado mucho últimamente, sobre todo cuando las empresas se han ido haciendo grandes, pero tradicionalmente a los empresarios familiares no nos ha gustado contar planes, ni objetivos, y hemos cocinado todo en casa. Me gustaría crear inquietud por temas como la formación de los consejeros, cómo debe ser la relación entre el consejero que es de la familia con el que no lo es, o hablar de los consejos asesores y de los consejeros independientes... En fin, creo que hay toda una problemática a analizar.

P. ¿Qué es lo que más preocupa a las empresas del instituto?

R. Yo creo que cómo conseguir que la empresa tenga continuidad. El "y cuando tú faltes qué", y el cómo ordenar lo que va viniendo, los nuevos miembros de la familia que quieren trabajar en la empresa. También preocupa la profesionalización del director. Y la adquisición de tamaño, que es esencial, y eso pasa por el lanzamiento de la empresa a mercados exteriores, o por buscar socios ajenos sin que eso suponga que la familia pierda el control de la compañía.

P. El cambio en la presidencia lo aprueba la asamblea del instituto, a propuesta de la junta directiva. Es más, el presidente entrante suele ser la persona que ejercía de vicepresidente. ¿Por qué no celebran elecciones?

R. Porque en un foro así yo no creo en ellas. La elección supone que, si acepto a un candidato, rechazo al otro. Esto funciona como las empresas, la asamblea ratifica sin votar.

P. ¿Y si hay discrepancias?

R. Si hay algún asunto conflictivo, la propia asamblea lo debate, lo discute y lo arregla, pero hasta ahora no ha hecho falta ninguna votación.

P. ¿Es muy caro ser lobby?

R. No, lo que requiere es tiempo.

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