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COYUNTURA INTERNACIONAL

Relevo en las finanzas chilenas

Ricardo Lagos propone a Vittorio Corbo para presidir el Banco Central

Con los ingredientes de un argumento de novela, el descubrimiento en febrero de una secretaria que robaba información reservada del computador de su jefe, el presidente del Banco Central de Chile, Carlos Massad, ha culminado esta semana con la dimisión de éste ante el presidente Ricardo Lagos, quien propuso al Senado en su lugar al economista Vittorio Corbo.

Después de seis años en el Banco Central, Massad ha tenido que dimitir por su responsabilidad política y no porque esté implicado, al quedarse huérfano de apoyo en los partidos, incluido el suyo, la Democracia Cristiana. Allí han criticado su explicación de que sólo era responsable de haber elegido una mala secretaria.

El anterior presidente, Carlos Massad, dimite después de que una secretaria robara información reservada de su ordenador

Aunque la dimisión, que se hará efectiva a fin de mes, no provocó incertidumbre en los mercados, Lagos prefirió proponer rápidamente como consejero del Central a Corbo, un independiente cercano a la derecha, doctor en Economía por el MIT, director del Banco Santander, académico y que ha sido asesor de Gobiernos latinoamericanos, ex jefe de la división de ajuste macroeconómico del Banco Mundial y consultor del Banco Interamericano de Desarrollo. Como tiene respaldo de la oposición, su ratificación en el Senado es segura y se prevé que después Lagos lo designará presidente del Central entre los cinco consejeros de la institución.

De los nombres barajados, era el que más confianza daba a los empresarios y a Wall Street, aunque en los partidos oficialistas querían a un hombre de sus filas y quedaron sorprendidos. Pero Lagos prefirió entregar una señal que apunta a reforzar la independencia del Banco Central, la percepción externa e interna de estabilidad de las políticas y evitar una nominación que fuera controvertida.

El consejo del Central aprobó un Manual de Ética interno y elevó la seguridad de la información, en una de las lecciones del caso Inverlink. La secretaria de Massad, Pamela Andrada, sacaba del computador de su jefe copias de los documentos reservados y de decisiones del consejo del banco, antes que fueran públicas. Desde el mismo computador enviaba los archivos a un ex amante suyo, el gerente general de la corredora de Bolsa Inverlink, Enzo Bertinelli, a cambio de dinero, viajes y medicamentos. La investigación busca probar que el Grupo Inverlink creció en forma exponencial gracias, entre otros factores, a esta información privilegiada que recibía.

Las ondas del caso fueron más allá. El holding estafaba desde hace meses a la agencia estatal de fomento Corfo, con un cómplice dentro de esa entidad, que sacó depósitos a plazos por más de cien millones de dólares. Inverlink endosó y traspasó estos documentos ilegalmente, contando con cómplices en bancos y corredoras, que recientemente se están descubriendo, aunque también hubo inocentes e incautos que los adquirieron y hoy sufren las pérdidas. La operación fue descubierta en marzo cuando en un banco sospecharon de los endosos y avisaron a Corfo.

El juez que investiga el caso busca ramificaciones en el exterior, donde se presume que el propietario del grupo, Eduardo Monasterio, hoy detenido y procesado, sacó 130 millones de dólares. Los acreedores pidieron la quiebra del holding y sus activos -un fondo de pensiones, un seguro de salud, una clínica y la corredora de Bolsa, entre otros- serán subastados.

Durante su periodo de expansión, Monasterio atrajo a las filas de Inverlink a un ex ministro de Lagos y a un ex superintendente del organismo regulador de los fondos de pensiones, ofreciéndoles una participación del 2%. Ambos renunciaron al grupo antes que estallara el escándalo Corfo y aseguran ser también víctimas de Monasterio, pero se enfrentan a acusaciones y uno de ellos a una querella.

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