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Empieza la batalla por la reconstrucción

Washington abre una fuerte polémica con sus planes para reconstruir Irak, que pueden mover hasta 100.000 millones

Estados Unidos quiere convertir su intervención en Irak en un modelo de cómo tratar con un régimen tachado de amenazador y de cómo reconstruir de arriba a abajo un país y convertirlo en ejemplo regional. La guerra basada en la superioridad tecnológica se encargará de lo primero, según los planes elevados por el Pentágono a la Casa Blanca. La subsiguiente reconstrucción de Irak es el programa más ambicioso emprendido por Estados Unidos desde la II Guerra Mundial. De momento, Washington ha apartado 1.900 millones de dólares para ese objetivo, con vistas a tener al país funcionando con normalidad al año y medio de concluida la guerra.

La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional ha invitado a un selecto grupo de compañías a pujar en exclusiva
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El reparto de esos fondos, la semilla de un negocio que puede mover hasta 100.000 millones de dólares, ha suscitado recelos fuera de Estados Unidos. La Administración norteamericana ha respondido que la mitad de ese primer pastel se va a distribuir entre compañías de todo el mundo.

Washington tomó la iniciativa unilateral de acabar por la fuerza con el régimen de Sadam Husein y se considera plenamente legitimado para fijar las reglas de juego en el futuro posbélico. "Hace 25 años, Irak tenía el producto interior bruto de Portugal. Todo ha sido destuido por Sadam Husein, que ha saqueado el tesoro y dedicado 20.000 millones al año de ingresos por petróleo a crear arsenales de armas de destrucción masiva y a la represión", dice Colin Powell, el secretario de Estado. "Irak necesita un Gobierno representativo que ayude al pueblo".

Una Oficina para la Reconstrucción y la Ayuda Humanitaria (ORHA) fue establecida por Washington el pasado 10 de enero para crear las condiciones que lleven a ese Gobierno representativo -Powell nunca lo define como democrático- previo paso por la ayuda humanitaria y la reconstrucción de infraestructuras. Al frente de la ORHA, Donald Rumsfeld, el jefe del Pentágono, colocó a su amigo Jay Garner, un general retirado que presidía una empresa de alta tecnología aplicada a misiles. Según el plan original, que no contaba con la resistencia planteada después por el régimen iraquí, Garner y los suyos debían estar por estas fechas en sus despachos de Bagdad.

El negocio de la reconstrucción lo canaliza la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), que dispone de 1.900 millones de dólares para una decena de proyectos y dio la campanada al invitar a un selecto grupo de grandes compañías estadounidenses a pujar en exclusiva por el más suculento de todo ellos, los entre 600 y 900 millones de dólares dedicados a construcción, un pliego de condiciones de 98 páginas que cubre desde la reparación urgente de la red eléctrica y los sistemas de agua y sanitarios a la renovación de puentes y carreteras, pasando por el levantamiento de escuelas y hospitales y las mejoras en las estructuras portuarias y de irrigación de Irak.

La multinacional de Cheney

La KBR, una filial de Halliburton, la multinacional que presidía Dick Cheney antes de ser llamado por George Bush como vicepresidente, Bechtel, Fluor, Louis Berger, Parsons y Washington Group International fueron instadas por USAID a competir por el contrato. Estas firmas y personas vinculadas a ellas realizaron en el bienio 1999-2000 donaciones políticas por valor de 3,5 millones de dólares, dos tercios de las cuales fueron a las arcas republicanas.

Andrew Natsios, el administrador de USAID, niega que hubiera amiguismo en la convocatoria, que ha explicado por la urgencia de atribuir trabajos y la acreditada solvencia de las empresas invitadas, además de la necesidad de que las firmas estuvieran autorizadas a trabajar con información secreta. La ley norteamericana exige que los fondos públicos vayan destinados a compañías nacionales, aunque se pueden hacer excepciones como las que Natsios plantea en el caso iraquí. De experiencias anteriores, el administrador de USAID calcula que la mitad de los 1.900 millones presupuestados para reconstrucción irán a parar a subcontratas con otras firmas, incluidas las de terceros países.

La firma Halliburton ha anunciado esta semana que no ha concurrido a este concurso, Renuncia unánimemente interpretada como un intento de evitar la polémica. La antigua compañía de Cheney, sin embargo, optará a subcontratas, que serán concedidas por las ganadoras de las licitaciones sin necesidad de concurso público.

Caracter multiplicador

El valor de estos contratos estriba en su carácter multiplicador. Las empresas beneficiarias ganarán el derecho a futuros trabajos de mantenimiento y, sobre todo, podrán el pie en un país cuya reconstrucción a lo largo de los años venideros puede generar entre los 10.000 y los 100.000 millones de dólares, según distintas estimaciones. Natsios los define como unos contratos puente para unos trabajos cuya auténtica dimension no se conocerá hasta que los expertos dirigidos por Garner hagan un cálculo fiable sobre el terreno de todo lo que se necesita, una vez concluida la guerra.

USAID ya ha hecho un par de concesiones de contratos menores, como el de los 4,8 millones de dólares para la gestión del puerto de Umm Qasr, que ha sido atribuida a una compañía norteamericana entre protestas oficiales de los británicos. Patricia Hewitt, la ministra de Comercio británica, llamó a Natsios para expresarle su malestar por la medida e insistir en que se tenga en cuenta a los británicos, a lo que Natsios asintió. "No hay duda de que algunos fondos norteamericanos irán a subcontratas británicas", le tranquilizó el administrador.

Más de un centenar de compañías del Reino Unido han manifestado su interés en participar en los trabajos de reconstrución de Irak, del que se espera que sean las grandes beneficiarios, tras las empresas norteamericanas. Rudolf Rupprecht, consejero delegado del grupo germano MAN, fabricante de camiones y otros productos industriales, dice estar "seguro de que los americanos van a intentar a toda costa reservarse el negocio", plan contra el que también se han alzado los franceses, que quisieran mayor implicación de la Organización de las Naciones Unidas en el proceso.

Los excluidos

Sólo las empresas de países considerados valedores del terrorismo por el Departamento de Estado de Estados Unidos están excluidas de optar a negocio, aunque en algunos medios se considera, pensando en franceses y germanos, que "si no se está en la salida no se puede llegar a la meta".

Un portavoz de USAID dijo que Natsios no ha recibido llamadas desde el Gobierno español, como sí le hizo la británica Hewitt, pero la ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, dio por hecho tras una entrevista con Powell que también habrá contratos para empresas españolas.

En otros medios se hace notar que firmas españolas han trabajado en el pasado con la compañía Bechtel, una de la finalistas del proyecto de construcción que podría fallarse la semana entrante.

Un soldado británico, en las afueras de Basora (al sur de Irak), en una fotografía tomada el pasado jueves.
Un soldado británico, en las afueras de Basora (al sur de Irak), en una fotografía tomada el pasado jueves.REUTERS

El coste de la factura y el uso del petróleo

El Congreso tiene previsto aprobar de manera inminente el rubro de los 1.900 millones de dólares para la recontrucción de Irak. Pero a los congresistas no les convence que sea el contribuyente norteamericano quien corra con gastos que crecerán en el futuro. La Administración ha confiscado cuentas del Gobierno iraquí en Estados Unidos y pretende, polémicamente, dedicar parte de los ingresos del petróleo a financiar la reconstrucción.

El Gobierno de George Bush se ha apropiado de 1.740 millones de dólares que Bagdad tenía depositados en bancos de Estados Unidos y planea dedicar 1.440 para la reconstrucción, con los 300 restantes apartados para indemnizar a los ciudadanos estadounidenses que tienen reclamaciones pendientes contra el régimen iraquí.

Estos 3.640 millones constituyen una pequeña parte de lo que puede necesitar Irak y ya ha habido voces en el Senado que han pedido que se cuente con el petróleo, que rentaba unos 20.000 millones anuales de dólares a Irak, como fuente de recursos. "El Derecho Internacional permite que Estados Unidos emplee dinero obtenido por la venta de petróleo para pagar agua y alimentos, sanidad, carreteras y puentes, escuelas y aeropuertos", dice el senador Chuck Grassley, presidente del Comité de Finanzas.

Grassley interpreta así la Convención de La Haya de 1907 y la Convención de Ginebra. David Goldwyn, que fuera subsecretario de Energía con Bill Clinton, discrepa. "No creo que Estados Unidos tenga derecho legal a apropiarse y vender el petróleo iraquí sin previa resolución del Consejo de Seguridad", ha declarado a The Washington Post. "Dudo mucho que ninguna compañía que se precie vaya adquirir crudo sin un derecho claro". Antes del estallido bélico, el crudo iraquí era controlado por Naciones Unidas dentro del programa petróleo por alimentos y el Consejo de Seguridad no quiere ceder esa autoridad.

El mexicano Adolfo Aguilar Zinser, presidente de turno del Consejo, dice que entre sus quince miembros hay acuerdo en que "el petróleo de Irak pertenece a los iraquíes", aunque hay intensas discusiones diarias sobre cómo hacer efectivo ese principio. "El Consejo tiene que hacer un esfuerzo para mantener la soberanía de Irak sobre el petróleo", insiste Aguilar.

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