"Nunca he querido ser como un hombre"
PREGUNTA ¿Qué ha cambiado en su narrativa en estos veinte años?
RESPUESTA. No ha habido un cambio brusco porque publiqué La enredadera en una etapa de madurez personal, en la que ya tenía más o menos clara la búsqueda y la conducta de los personajes, y especialmente la relación hombre-mujer que tan importante es en mis novelas.
P. Las mujeres protagonizan la mayor parte de su narrativa.
R. Hay dos tipos de mujer que me seducen: la tradicional, de clase media, que se plantea el matrimonio como la conquista del gran proveedor y que me sirve literariamente para poner de relieve la mala educación sentimental de los hombres, y las mujeres que no se conforman con su destino y son capaces de pensar y actuar por sí mismas.
P. En El enigma y especialmente en La enredadera la descripción del paisaje y el paso de las estaciones es tan minucioso que parece un personaje más.
R. En casi todo lo que hago el paso de las estaciones me influye una barbaridad, y me pasa lo mismo con el medio físico que me rodea, si hay árboles, si hay flores. Esa identificación sustancial con el paisaje la transfiero a las novelas.
P. Una de las protagonistas de La enredadera envidia a los hombres, ese animal que parece no necesitar a nadie, ¿se ha sentido alguna vez como ella?
R. No, nunca he querido ser como ellos y jamás me he sentido discriminada. Tengo grandes amigos y me da pena verlos metidos en esa maraña de relaciones inducida por su mala educación masculina que les obliga a ser constantemente fuertes y herméticos. Es curioso pero quizá sean los escritores los únicos hombres que hablan abiertamente de los sentimientos.
P. Y, ¿ qué consecuencias puede tener el hecho de que ahora no haya tantas diferencias en la educación de hombres y mujeres?
R. Los menores de treinta años están viviendo experencias interesantes. Ya no hay diferencias de tipo intelectual ni de resistencia y hombres y mujeres son más receptivos para los sentimientos del otro sexo. Hay un punto de virilización en la mujer y de feminización en el hombre en el mejor sentido.
P. ¿El sentimiento del amor y la maternidad siguen funcionando como la enredadera que ata a las mujeres?
R. Es casi imposible llegar a las más altas escalas del poder con esa enredadera que es la condición femenina; la maternidad ha marcado a muchas mujeres, no conozco a un sólo hombre que haya renunciado a un puesto en el extranjero porque no podía dejar a sus hijos solos. Entre los treinta y los cincuenta años, la mujer está condicionada por la maternidad, y son los años en los que podría llegar a lo más alto de su profesión.
La enredadera. Josefina Aldecoa. Quinteto. Barcelona, 2003. 241 páginas. 5,95 euros.
El enigma. Josefina Aldecoa. Punto de Lectura. Madrid, 2003. 285 páginas. 5,99 euros.
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