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GUERRA EN IRAK | La protesta ciudadana

Balcones que hablan

Los miles de sábanas que cuelgan de las fachadas de Barcelona se han convertido en el testimonio de una ciudad movilizada

Lo dijo la semana pasada George Bush padre y lo puede comprobar cualquier forastero con sólo poner un pie en la ciudad. Las continuas movilizaciones y expresiones de rechazo a la guerra se multiplican en Barcelona, hasta el punto de que el paisaje de la ciudad se ha transformado a causa del conflicto de modo que es imposible no acordarse de Bagdad por cualquier rincón de la ciudad que se pasee. Cuatro puntos permanentes de acampada y miles de pancartas y sábanas blancas colgando de los balcones son los elementos más visibles de esta suerte de manifestación permanente en la que se han convertido las fachadas de la ciudad, que cada día suman nuevas enseñas contra la guerra.

Pero hay más: siluetas pintadas en vivos colores sobre el asfalto que escenifican los muertos a causa de la guerra y eslóganes en las paredes, que se multiplican pese a la rapidez con que son borrados por las brigadas de limpieza. También el incremento de la presencia policial es un indicio de que la ciudad está en una batalla pacífica contra la guerra. Las comparaciones son frecuentes en los comentarios sobre la guerra: esta Barcelona de hoy vuelve a parecerse mucho a la de los años setenta, cuando se convirtió en una avanzadilla social y política de los cambios que se avecinaban.

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En esta ocasión, la campaña Ningún balcón sin sábanas blancas, promovida por la Plataforma Aturem la Guerra, es la que hace visible el estado de ánimo de una ciudadanía capaz de salir cada noche, aunque no haya sido convocada formalmente, a expresar con ruido su opinión contraria a la guerra.

Hasta la catedral aparece flanqueada por dos enormes sábanas, una en el Museo Frederic Marès y otra en la Casa de l'Ardiaca; los muros de la Sagrada Familia aparecen ahora adornados también con pintadas. Boicot productos USA, reza una de las más llamativas. La casa Amatller, de Puig i Cadafalch, en pleno paseo de Gràcia, recibe a los muchos turistas que todos los días van a visitarla con una inequívoca declaración de principios en forma de pancarta: "No Bush. No guerra. No Sadam".

No tan grandes, pero muy trabajadas en algunos casos, son las pancartas que cuelgan de domicilios particulares, comercios y escuelas de todos los barrios de la ciudad. "Guerra no. Aznar cerdo", se puede leer en un balcón del paseo de Sant Joan. "Papa, mama, no a la guerra. Laia", dice un papel escrito por una mano infantil y pegado a una ventana de la calle de Torrijos, en Gràcia. Yo no uso productos USA, afirma un cartel en la puerta de un local del mismo barrio. A escasos metros, en la calle de Verdi, la librería Taifa ha colgado un póster en el escaparate que reza: Dios todopoderoso siempre tiene a punto una guerra para meter bocado.

La iniciativa de colgar sábanas blancas no es nueva en la ciudad, como recuerda Jordi Armadans, de la Fundació Per la Pau. El precedente más reciente, aunque menos masivo, se produjo por estas fechas del año 2000 en protesta por el desfile militar que se celebró en Barcelona. También se colgaron sábanas blancas en 1996 durante la crisis de los Lagos en Ruanda y Burundi. Y aún un año antes, en 1995, el punto culminante del conflicto de los Balcanes provocó también una reacción espontánea en los balcones. "Pero nunca ha sido tan masivo como ahora, sobre todo desde que empezaron los bombardeos", señala Armadans.

Las pintadas son la otra cara de esta sonora pero inmóvil protesta. El Ayuntamiento reconoce que desde el inicio de la campaña el número de pintadas ha aumentado en torno al 20%. A la hora de limpiarlas, tienen prioridad las pintadas en edificios públicos y los lemas ofensivos. Gastos militares pa resucitar a Camarón; La tele es el bisturí ideológico para la cirugía plástica de la realidad; Bush, a que te meto; Venceréis pero no convenceréis son algunos de los que sobreviven.

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