Irresponsabilidad
Las declaraciones del arzobispo Ricard María Carles lamentando que se "engañe" a los jóvenes promoviendo el uso del preservativo como un medio "seguro" para evitar el sida son escandalosas. Afirmó que la posibilidad de fallo era del 11% al 17%. Para ilustrar sus datos se preguntó: "¿Un adolescente se pegaría un tiro con una pistola sabiendo que sobre 100 posibles, tiene 17 balas en el cargador?". Ni él ni el señor Josep María Simón, presidente de la Asociación Médicos Cristianos de Cataluña, indicaron la procedencia de dichas cifras ni, al parecer, advirtieron la falsedad de dicho argumento, puesto que, para que fuese cierto, en todas las relaciones sexuales al menos uno de los componentes de la pareja debería estar infectado.
La Iglesia es muy libre de reclamar y promover además una "formación integral para los jóvenes". Sin embargo, no se puede tolerar que desprestigie sistemáticamente las campañas de prevención, introduciendo de forma insidiosa la idea de que el preservativo no es un método seguro y de que se engaña a los jóvenes cuando se recomienda su uso.
El preservativo constituye hoy en día el método más eficaz para prevenir el sida, diversas enfermedades de transmisión sexual y embarazos no deseados. Así lo han demostrado numerosos estudios en aquellos países en los que ha sido posible su introducción en la población. Las declaraciones del señor Ricard María Carles son gravísimas y debería asumir la responsabilidad que conllevan. Creo que constituyen un atentado a la salud pública. ¿Cuál, si no, es su responsabilidad si algún adolescente abandona el uso del preservativo debido a sus palabras y contrae el sida?
Quizá la Iglesia lo cuidaría cuando esté enfermo, como se enorgullece en afirmar el señor arzobispo en sus declaraciones. Sin embargo, es un principio médico básico y establecido que es preferible, y muy especialmente en enfermedades infecciosas, la prevención al tratamiento. Es lamentable que semejantes declaraciones se vean arropadas y auspiciadas por la AMCC, una asociación en la que, por lo visto, el fervor religioso les lleva a olvidar que son médicos y, ante todo, científicos. Por cierto, ¿no debería intervenir el Colegio Oficial de Médicos?
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