Más de 30.000 personas cantan contra la guerra en Barcelona y exigen que Aznar dimita
Paco Ibáñez y Jaume Sisa revivieron la contestación de los setenta bajo una intensa lluvia
Mientras las bombas estallaban ayer de nuevo sobre Bagdad, más de 30.000 personas cantaron No a la guerra en Barcelona, en un macroconcierto de casi cuatro horas orquestado por directores, actores y cantantes en el que los espectadores bailaron, se mojaron bajo una lluvia intensa y pidieron a gritos la dimisión de José María Aznar. Algunos se desnudaron. Pese a la juventud predominante en el público, el acto hizo renacer el espíritu reivindicativo de la década de 1970. Entre los miles de paraguas apiñados al pie de Montjuïc, ondeaban algunas banderas republicanas. Familias enteras quedaron empapadas.
Casi 50.000 globos negros habían estallado en la céntrica plaza de Cataluña cuando, a mediodía, empezó el concierto de Barcelona, ciudad que se perfila como referente internacional por las multitudinarias e imaginativas protestas contra la guerra que organiza. Fue un concierto singular. No se servían bebidas, abundaban los cochecitos de bebé, y entre canción y canción no se oía "otra, otra", sino coros de "no a la guerra" y "Aznar, dimisión".
"Esto es demasiado para mi corazón", confesaba Marià Vivancos, de 75 años. "Yo creía que los jóvenes de hoy sólo estaban interesados en los triunfitos y en la televisión, pero demuestran que están donde tienen que estar", añadió, señalando a los grupos de jóvenes que saltaban bajo la lluvia, alzando los brazos y mostrando sus palmas, y que abucheaban por igual las imágenes del presidente del Gobierno, José María Aznar; del de EE UU, George W. Bush, y del dirigente iraquí, Sadam Husein, que de forma intermitente inundaban las pantallas del recinto.
Algunos adolescentes y jóvenes, ataviados con pañuelos palestinos, no tenían reparo en confesar que conocían más a Nina, la popular presentadora de Operación Triunfo, o al cómico Andreu Buenafuente, cuyo programa en la televisión autonómica catalana tiene auténticos adictos, que a algunos de los integrantes de la larga estela de cantantes y actores que subieron al escenario, entre los que había cantautores-símbolo de la resistencia antifranquista, como Francesc Pi de la Serra, Pau Riba, Marina Rossell, Maria del Mar Bonet, Joan Amèric, Miquel Gil y Jabier Muguruza.
Pasada sobradamente la hora en que estaba previsto que finalizara el concierto (15.00), algún espectador empezó a recular. Pero la mayoría volvió en cuanto subió al escenario el mítico Paco Ibáñez, que embelesó a miles de nostálgicos cuando exclamó: "¡Aquí estamos todos otra vez, como nuestros padres!". Guitarra en mano, Ibáñez, coreado por la multitud, inició A galopar, una canción, dijo, "escrita con la sangre de los republicanos", en alusión a los bombardeos sobre Gernika y Barcelona.
Nadie se marchó a casa. Sobre el escenario apareció Jaume Sisa, que clavó en el suelo al personal con un clásico como Qualsevol nit pot sortir el sol, y un mensaje de esperanza: "Pese a las nubes, también saldrá el sol".
El macroconcierto, en el que actuaron Comediants y La Fura dels Baus (este último grupo llamó a protestar formando una figura humana gigantesca de personas desnudas, y consiguió varias decenas), se cerró con un grito con carga electoral. Su organizador, Pere Camps, dijo: "¡Los haremos dimitir a todos a golpe de votos!", en referencia a los próximos comicios municipales, autonómicos y nacionales, mientras en las pantallas gigantes aparecía de nuevo Aznar.
Era el punto final a un canto de protesta en el que no cupo la ambigüedad. Entre los más explícitos, Joaquín Sabina, que mandó el siguiente mensaje: "Ataquen ustedes preventivamente a su puta madre y métanse los misiles por el culo". Otros grandes cantautores, en este caso catalanes, que no pudieron acudir a la cita, Joan Manuel Serrat y Lluís Llach, también mandaron mensajes contra una guerra "injusta" que genera en el ciudadano la "obligación moral" de derrocar al Gobierno.
A las actuaciones, intercaladas con citas de escritores, filósofos y personajes históricos tan diversos como Gandhi, John F. Kennedy, Bertolt Brecht, Cicerón y Martin Luther King, y también del llamamiento a la paz de Ranna Awabbi, representante de la organización iraquí Al-Amal, opositora a Sadam, se sumó, con su canto a la libertad, el diputado José Antonio Labordeta, de la Chunta Aragonesista. Muchos espectadores le aplaudieron mientras repetían para la posteridad sus palabras en el Congreso: "¡A la mierda!".
Dos de los momentos más emotivos los protagonizó Javier Gurruchaga. Primero disfrazado de Napoleón, y más tarde de militar, el cantante y actor increpó al "pequeño dictador sanguinario y criminal, el presidente de la República española Ánsar ", un papel que encarnó para la ocasión la actriz Pilar Rebollar. La emotividad no la generó la parodia, sino la música. Y, en concreto, dos temas: All you need is love, y, sobre todo, Imagine, de John Lennon, todo un homenaje a la paz. Los mayores y los más jóvenes se desgañitaron cantando con él, y con los artistas sobre el escenario. De rebote, quedó claro, por si alguien lo dudaba, que los Beatles siguen vivos.
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