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Petróleo: Irak y después / 1

Hasta que las cosas se asienten en Irak, el mercado del petróleo seguirá siendo turbulento. Sin embargo, las bases del suministro y la demanda han cambiado espectacularmente en apenas un par de semanas, sentando unos cimientos de estabilidad que no existían el pasado invierno. Eso también nos permite mirar más allá de la presente guerra. Lo que en febrero era un mercado oprimido ha dado paso a otro que parece, al menos ahora, capaz de acomodarse al cese del suministro desde Irak. Eso es lo que nos dice la espectacular caída de precios desde últimos de febrero, cuando los precios eran de casi 40 dólares el barril.

Por supuesto, el precio puede volver a subir si hay dificultades en la guerra, o si hay otras interrupciones, ya sea en relación con la guerra en la región del Golfo o por otras razones, como el conflicto tribal que está cerrando parte de la producción en Nigeria en estos momentos.

Dicho esto, el mercado ha cambiado rápidamente. Lo que le había vuelto tan restringido fue una combinación de factores. Durante varias semanas, la producción de Venezuela, un productor mayor que Irak, fue cerrada por una casi guerra civil. El tiempo era frío, los inventarios estaban bajos. Y una prima del miedo afectó a los precios a medida que se veía que la guerra contra Irak era cada vez más probable. Para colmo, los países de la OPEP habían sido lentos a la hora de aumentar la producción. Todo esto impulsó el precio del barril por encima de los 30 dólares, un gran punto negativo para el crecimiento económico mundial. Sin embargo, en estos momentos ha vuelto una buena parte de la producción de Venezuela.

Entretanto, una serie de exportadores, liderados por Arabia Saudí, han incrementado su producción, primero para compensar el petróleo venezolano perdido y, después, para prepararse ante el cierre de la producción iraquí. Y conforme el invierno da paso a la primavera, la demanda de petróleo cae en dos millones de barriles diarios, volumen casi igual al nivel de las exportaciones de Irak en tiempos recientes. Los indicios de que, en caso necesario, se haría uso de la Reserva Estratégica de Petróleo de EE UU y de las reservas estratégicas de otros países, contribuyeron a calmar el mercado.

La atención se está volviendo ahora, con cierta concentración, hacia lo que suceda en el futuro, tanto desde el punto de vista del petróleo iraquí como mundial. Para el nuevo Irak, el petróleo va a ser muy importante: una considerable fuente de ingresos para la reconstrucción del país. Eso significa que la primera tarea será rehabilitar la industria existente, cuya capacidad ha caído un 20% durante la última década. Se puede tardar dos o tres años en conseguir que recobre su antigua capacidad y costar 5.000 millones de dólares o más, incluso si la guerra causa poca destrucción.

La segunda tarea será duplicar la producción. Pero aquí hay que ser realistas. En la actualidad, Irak es un importante exportador de petróleo, aunque de segunda fila (aproximadamente al mismo nivel que Nigeria). Duplicar la producción podría llevar de seis a diez años y costar más de 30.000 millones de dólares.

Por esa razón es probable que un nuevo Gobierno esté interesado en inversiones extranjeras. Posiblemente buscará un grupo diversificado de empresas, que representen una serie de diferentes nacionalidades.

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