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GUERRA EN IRAK | Matanza de civiles

Dolor en Bagdad

Francisco Peregil

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Al Shoala enterró ayer a sus muertos en medio de una gran conmoción. Los cuerpos de las víctimas del ataque estadounidense del día anterior se trasladaban a la mezquita antes de recibir sepultura. Los cabezas de familia recibían condolencias. En el mercado, rebosante de gente y de rabia, los vecinos mostraban el lugar de la matanza.

El boquete en la calzada no era demasiado grande, dos por tres metros. Daba la impresión de que no se trató de un misil, sino de una bomba aérea. Para los muertos y sus deudos, la distinción es irrelevante. Y no obstante, conviene hacerla. Daba la sensación de que había demasiados muertos para tan poca destrucción. Tal vez las denuncias iraquíes de que los estadounidenses usan bombas de fragmentación no sean propaganda después de todo. Esta enviada pudo ver las heridas por esquirlas de la mayoría de los ingresados en el hospital Al Nur. Sin embargo, ayer, no quedaban restos de la munición. Dos camiones habían recogido los escombros. Sobre un pedazo de metal olvidado podía leerse: "30003-7-4AB7492 MFR 9621409".

Los iraquíes volvieron a ser bombardeados un día más. Incluso el Ministerio de Información, cuya planta 10ª, sede de la agencia oficial de noticias iraquí, INA, fue destruida de madrugada. "No quieren que se cuente lo que está pasando aquí", denunció el ministro, Mohamed Said al Sahaf. Por la noche, continuaron los bombardeos y se escucharon unas 30 explosiones en Bagdad y sus alrededores.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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