El conflicto bélico aleja al público francés de las salas de cine
'Chouchou' se alza como gran estreno del mes
La guerra aleja al público de los cines. La constatación es trivial y ya en 1991, cuando los televisores se vieron invadidos por imágenes de color verde procedentes del Golfo, el cine descubrió cuán difícil le resultaba competir con la realidad. Todas las películas exhibidas en la actualidad han vivido una caída de asistencia enorme respecto a la última semana de paz: 8 millas, del orden del 63%; Flechazo en Manhattan pierde el 68% de sus espectadores; la oscarizada Chicago, el 50%, y Taxi 3, un 72%. Al frente de la clasificación se sitúa Chouchou, una comedia francesa protagonizada por Gad Elmaleh, que encarna a un magrebí que llega a Francia y se descubre un temperamento de mujer. Primero será una ligera sombra en los ojos, más tarde un peinado femenino para acabar con faldas, tacones de aguja y maquillaje en toda regla. 879.000 espectadores se han interesado la primera semana por las andanzas -¿o los andares?- de este argelino que desafía el machismo islámico a base de rimmel y lápiz de labios. La película la firma Merzak Allouache, pero descansa toda ella en las espaldas de Elmaleh, que ya había popularizado su personaje a través de espectáculos en solitario que habían obtenido una gran acogida en los teatros.
El otro filme francés del mes de marzo es Stupeur et tremblements, que firma Alain Corneau y cuenta con la estupenda Sylvie Testud como protagonista, y que lleva 225.000 espectadores. Se trata de una versión de la excelente novela de Amelie Nothomb y muestra la imposible adaptación de una occidental al implacable mundo laboral nipón. "Tuve dos meses para aprenderme el diálogo en japonés. Lo hice de manera estrictamente fonética, claro", ha explicado la actriz, fascinada por un Japón "en el que la gente habla poco, ante la que los latinos parecemos enfermos de logorrea". Nothomb vivió realmente esa experiencia y se estrelló de cabeza contra su sueño de ser japonesa".
Y el tercer gran estreno, que se produjo el pasado miércoles y que desafía el contexto bélico, es el de Effroyables jardins, de Jean Becker, basada en un hecho real novelado por Michel Quint, que permite que un hijo descubra que, tras la aparente ridiculez de su padre hoy, hay un pasado de héroe. Jacques Villeret, André Dussollier y Benoit Magimel son los encargados de que Becker, especialista en cine popular, autor de varios éxitos y cineasta que conecta muy bien con un público no parisino y de más de 25 años de edad, es decir, el que no figura en las clasificaciones. Becker ha firmado últimamente Le poison y Les enfants du marais, que han obtenido enormes audiencias al ser programados por televisión después de una discreta carrera comercial en salas y, sobre todo, de recibir críticas durísimas.
Hay que destacar que, en consonancia con las últimas movilizaciones callejeras, en los alrededores de París tiene lugar, hasta el 6 de abril, una retrospectiva de cine militante realizado entre 1913 y el 2002, es decir, que cubre desde el pacifismo anterior a la Primera Guerra Mundial hasta los movimientos antiglobalización en Génova.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.