Una estrategia militar que siembra dudas
Las tropas y milicias iraquíes se sirvieron ayer de emboscadas y otras tácticas de guerrilla que aprovechaban los riesgos inherentes a la estrategia de movimiento rápido del Pentágono, infligiendo bajas norteamericanas y despertando dudas sobre la efectividad de Estados Unidos para convencer a las tropas y a los civiles iraquíes de que la destitución de Sadam es inevitable.
Después de tres días aplastando a las fuerzas iraquíes, una sucesión de combates enfriaron los ánimos de los soldados de EE UU: una unidad iraquí tendió una emboscada a un convoy. Otros prepararon una trampa a las tropas estadounidenses en una falsa rendición. Pese a las afirmaciones de EE UU de que alcanzarán Bagdad en pocos días, las imágenes de soldados estadounidenses capturados o muertos en el sur de Irak levantan dudas sobre la aproximación norteamericana. Oficiales del Pentágono habían esperado ser recibidos casi como libertadores, al menos en el sur shií. Esa visión influyó en la estrategia de guerra, basada en parte en alcanzar la victoria persuadiendo a la población y a las fuerzas iraquíes de que el régimen de Sadam estaba perdido. Pero la apariencia ayer era de que los miembros del Gobierno de Irak pisaban terreno firme.
La continua resistencia iraquí pone en duda la eficacia de la mayor campaña psicológica pagada por los militares de EE UU: 25 millones de panfletos exhortando a civiles y militares a no luchar contra la invasión, propaganda por radio y llamadas telefónicas a comandantes de unidad iraquíes invitándolos a negociar su rendición.
Los comandantes estadounidenses sabían que estaban ejecutando un plan con grandes dosis de riesgo. En primer lugar, el plan conduce a las fuerzas invasoras al interior de Irak, unidos a Kuwait por una línea de suministro larga y sin protección, que provocó las condiciones para la emboscada cerca de Nasiriya que acabó con 12 soldados de una unidad de apoyo muertos o hechos prisioneros.
Además, el plan requiere que las tropas de vanguardia avancen hacia el norte en dirección a Bagdad hasta encontrar una unidad enemiga que ofrezca resistencia. A diferencia de la campaña de 1991, las fuerzas iraquíes no han estado sometidas a semanas de bombardeos previas a la invasión terrestre.
Otra clave de la aproximación es minimizar las bajas civiles. En la práctica, se traduce en reglas inusualmente restrictivas en las tropas, que dicen haber recibido instrucciones de no disparar a menos que sean atacados, lo que parecen estar aprovechando las unidades iraquíes del sur.
Según el coronel retirado Gary Anderson, los ataques iraquíes han sido esporádicos y pequeños y sólo han parado temporalmente a las tropas de EE UU, sin afectar apenas el avance hacia Bagdad. Llegar a la capital rápidamente es un objetivo clave.
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