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Reportaje:

Corea del Norte sueña con la reunificación

Enfrentado con EE UU por la crisis nuclear, el régimen comunista del Norte ansía más que nunca integrarse con el Sur

En la entrada norte a la zona desmilitarizada que marca la frontera entre las dos Coreas, en Panmunjom, hay un mural que habla del sueño de los habitantes del país más aislado del mundo. Sobre un mapa de la península formado con magnolias, dos chicas ríen mejilla con mejilla. "Vamos a dar a la generación venidera la patria reunificada", dice un eslogan.

Hace más de medio siglo que Corea del Norte y Corea del Sur viven separadas, pero en medio de la fuerte tensión que enfrenta a Pyongyang con Washington (aliado de Seúl) por la crisis nuclear, los dirigentes del régimen comunista ansían más que nunca la reunificación. "Éste es el único país del mundo en esta situación. El pueblo que no ha estado dividido no sabe lo que es. Esta división es miserable", dicen uno tras otro los funcionarios gubernamentales norcoreanos.

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Repiten el discurso oficial que figuraba en el mensaje de Año Nuevo del Gobierno y en los fastos de la reciente celebración del cumpleaños de su máximo dirigente, Kim Jong Il. Pero estas frases orquestadas son un indicador de hacia dónde camina la política norcoreana.

El mensaje de Año Nuevo lo aclaró aún más: "Hoy tenemos la urgente tarea nacional de evitar una guerra en la península coreana. No hay razón para que ningún ciudadano tense la situación e interrumpa la paz en Corea en esta era en que el Norte y el Sur caminan hacia la reunificación. La única confrontación que existe es entre Estados Unidos y el pueblo coreano. Sintiendo que su tiempo se acaba, Estados Unidos intensifica sus movimientos para sofocar a nuestra república, amenazando abiertamente con un ataque nuclear preventivo".

Por un lado, los deseos de paz, y, por otro, las advertencias, la última de las cuales llegó el mes pasado con el lanzamiento de un misil sobre el mar de Japón, el mismo día que el nuevo presidente surcoreano, Roh Moo Hyun, asumía el cargo. Pero aunque el Norte clama su deseo de unidad y Roh en su discurso dejó claro que una de sus prioridades será incrementar los lazos con su vecino y reducir la dependencia de Estados Unidos, el hecho es que el proceso de unión surca aguas amargas por el conflicto desatado después de que, según Washington, Pyongyang reconociera en octubre pasado que ha mantenido activo su programa nuclear, en contra de lo pactado en 1994.

El Gobierno norcoreano niega haber reconocido nada. "Cuando vino el enviado de Estados Unidos nos dijo que tenían todos los datos, y que admitiéramos que teníamos un programa nuclear. A esa arrogante exigencia, sin pruebas, no había nada que responder. Ni afirmar ni negar", dice Kim Kwang Hyok, un alto oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores norcoreano, en un despacho junto a la plaza Kim Il Sung, en Pyongyang.

"Hemos abandonado el Tratado de No Proliferación. Pero si Estados Unidos firma un tratado de no agresión, estamos dispuestos a que se verifique de forma independiente que no estamos produciendo armamento nuclear ni tenemos intención de hacerlo", asegura. ¿Y los misiles? "Los estamos desarrollando sólo con fines defensivos".

Washington quiere forzar a Pyongyang a celebrar negociaciones en las que participen otros países de la zona. El Norte se niega. "Estados Unidos quiere internacionalizar el conflicto, pero este asunto es entre ellos y nosotros. Tienen que asumir su responsabilidad. Nunca participaremos en una conversación multilateral".

A pesar de la crisis, los movimientos de acercamiento entre las dos Coreas no se han detenido estos meses. Son el resultado de la cumbre celebrada en la capital del Norte en junio de 2000 y de la política de deshielo conocida como sunshine (brillo del sol), anunciada en 1998 por el ex presidente surcoreano Kim Dae Jung.

Los encuentros celebrados en Corea del Norte entre familias de los dos países que llevaban separadas 50 años, la apertura de la primera carretera que cruza la frontera y los frecuentes intercambios políticos y económicos son algunos de estos movimientos. Algunos analistas consideran que el Norte necesita un acuerdo con Estados Unidos para lograr la estabilidad que le permita reforzar una economía que atraviesa grandes dificultades, una condición básica para alcanzar la unión.

Aunque Kim Jong Il prevé "una pronta reunificación", el Sur no la ve tan cerca. "Las dos Coreas deben unirse, pero deben hacerlo de forma pacífica y con el beneplácito de las potencias vecinas. Será un largo proceso", asegura Chun In Young, profesor de Ciencia Política en la Universidad Nacional de Seúl.

Corea del Sur quiere un acercamiento progresivo, que permita reducir el abismo que separa los dos países y conduzca a una integración ordenada. "No queremos que se produzca en un día, como en Alemania, sino paso a paso", dice un directivo empresarial surcoreano que pide el anonimato. "Ahora mismo no estamos preparados para absorber Corea del Norte". Porque para este ejecutivo está claro que el proceso significará "la desaparición del comunismo". Antes de 2000, "la reunificación era un deseo, ahora la gente tiene esperanza", concluyen en Pyongyang.

Un militar surcoreano, durante un ejercicio cerca de la zona desmilitarizada entre las dos coreas, ayer.
Un militar surcoreano, durante un ejercicio cerca de la zona desmilitarizada entre las dos coreas, ayer.ASSOCIATED PRESS

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