"La ONU ha quedado hecha pedazos y habrá que reformarla"
Radio Vaticano, la emisora que difunde la voz del Papa, viene canalizando desde hace meses la radical oposición de la Iglesia a la guerra en Irak. Oposición encabezada por el jesuita Pasquale Borgomeo, director de la emisora, que culpa a EE UU de haber abandonado a su suerte a la ONU. La Santa Sede, partidaria de un poder internacional que actúe como árbitro y equilibre el peso de la única superpotencia, ve con preocupación el futuro de la organización. "La ONU ha quedado hecha pedazos", dice Borgomeo, "y después de esta crisis habrá que reformarla".
Radio Vaticano, fundada en 1931 por Pío XI y puesta en marcha por Guillermo Marconi, se vanagloria de haber sido la primera en difundir, en 1940, informaciones sobre la existencia de los campos de exterminio nazis, yendo más lejos que Pío XII, acusado de haber ignorado el Holocausto. En el actual conflicto de Irak ha habido, en cambio, total sintonía con el actual Pontífice, cuyos mensajes contra la guerra han sido difundidos en 40 idiomas a todo el mundo. Borgomeo, napolitano de 70 años, dirige desde 1985 lo que podría describirse como una pequeña ONU. Para la radio del Papa, controlada por los jesuitas, trabajan 400 personas de 59 nacionalidades, la mitad de ellos periodistas laicos. "La radio es de izquierdas en la medida que puede considerarse de izquierdas el mensaje social de Juan Pablo II. Nos importan los problemas del Tercer Mundo, y pretendemos dar voz a los que no la tienen", dice. "Tenemos nuestros estatutos, y somos responsable de las informaciones, aunque soy consciente de que mis palabras se asumen casi como oficiales de la Santa Sede".
Y, sin embargo, en los Palacios Apostólicos más de una eminencia tiembla cuando Borgomeo hace públicas sus opiniones. Por ejemplo, sobre la ONU. Para el director de Radio Vaticano es evidente que la propia organización es responsable del fracaso diplomático que ha convertido en "ilegal" la invasión de Irak. "No es posible mantener el derecho de veto", dice. "Ni esos miembros permanentes en el Consejo de Seguridad que son los que vencieron -es un decir- en la II Guerra Mundial, hace 60 años. No se le puede dar el mismo peso a Malta que a Estados Unidos, porque con esta locura, o se tiene que mantener el veto que lo bloquea todo o se obliga a las grandes potencias a recuperar con medios no aceptables el peso que no se les reconoce. Hay que reformar la ONU".
La empresa no parece a simple vista fácil. "Pero se siente la necesidad de un principio, de una autoridad internacional, especialmente ahora que no existen las dos superpotencias, para asegurar alguna suerte de equilibrio. Es una exigencia de los pueblos tan fuerte que, seguramente, se iniciará un nuevo camino para el mundo a partir de ahora".
¿Sería ése el lado positivo de la guerra? "No, no existen lados positivos. Lo que veo es que la ONU no está a la altura de la tarea que se le plantea. La única superpotencia tiende a asegurar el orden internacional que debería ser asegurado por la comunidad internacional. Ahora eso ha terminado. Puede suceder que uno se resigne a vivir sin la ONU, es una opción, y confiar al gran gendarme el orden del planeta. No soy tierno con los EE UU, pero claro, es una ley de la naturaleza. No son los principios los que fallan, sino la estructura".
Tampoco sirvió la ONU para legitimar la guerra de Kosovo, en 1999. "Es cierto, pero actuó la OTAN", recuerda Borgomeo. "La diferencia entre Kosovo y lo que tenemos hoy es que entonces había una mayoría de países favorables a la intervención".
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